El presidente Petro tiene un arrollador, y un tanto perjudicial, afán de firmar la paz con actores armados como el ELN. Perjudicial porque, por cumplirles a sus votantes una propuesta de la que se ha dado cuenta no es tan sencilla de realizar, ha generado grandes tensiones en los diálogos con esta guerrilla. ¿No que a los tres meses de ser presidente se acababa el ELN en Colombia, como lo afirmó durante su campaña en una entrevista con SEMANA?
Firmar la paz con estos actores armados, a pesar de tener cierta similitud ideológica, no se consigue ni a la fuerza ni con promesas populistas, situación que solo demuestra la complejidad del contexto.
Este grupo ha estado enmarcado en seis procesos de paz y aún no se le ve la voluntad de dejar las armas. Sin embargo, que el líder de la izquierda en Colombia haya llegado al poder presidencial le da una esperanzadora oportunidad al ELN de rebaja de penas y reintegrarse a la sociedad. A pesar de cierta complacencia de ideas, la delegación del ELN no puede pretender que todo se le vaya a regalar. Las cosas son muy distintas una vez ganadas las elecciones, porque se hace campaña en verso y se gobierna en prosa, a pesar de que Petro mezcle las dos formas y siga pensando que está en campaña.
Una de las estrofas más polémicas dentro de este utópico poema ha sido el supuesto acuerdo del cese al fuego bilateral entre el ELN y el Estado, anunciado desde la cuenta de Twitter del presidente Petro el 31 de diciembre de 2022. Con el paso de los días, un informe de la revista Cambio demostró que la mayoría de altos mandos de la fuerza pública no estaba enterada de dicho acuerdo ni de cómo sería su marco normativo. Del mismo modo, la delegación del ELN reaccionó negativamente ante la coyuntura porque se trataba de un acuerdo unilateral de Petro, ni siquiera la mesa del Gobierno estaba enterada. A pesar de la crisis que se generó, los diálogos salieron adelante. Ahora inician su segundo ciclo en la Ciudad de México.
El ELN tampoco puede ser tratado como el más afín a hacer la paz, pues todavía no muestra acciones coherentes con el proceso por el que cruza. Antes, lo complica. El 14 de febrero de 2023 se supo del secuestro de un suboficial del Ejército de parte de este grupo armado. El mismo jefe de Estado se refirió al hecho: “Sabotean cualquier posibilidad de paz”.
El sabotaje también se ha visto durante los pocos días que van del segundo ciclo. Por medio de una misa quisieron rendirle homenaje al cura guerrillero Camilo Torres, quien fue su líder. La mayoría de los miembros de la mesa del Gobierno se quedó complacientemente, solo algunos se salieron, según una información publicada en SEMANA. Mientras buscan alabar su narrativa, sigue habiendo secuestros, siguen muriendo colombianos.
Ahora bien, los pesares del proceso no pueden impedir su desarrollo. Los negociadores deben ser lo suficientemente inteligentes y estratégicos para pasar sobre las polémicas, sin dejar a un lado la defensa de la verdad y la integridad de las instituciones, eso no es negociable. Con esfuerzo y paciencia se podría sacar un bien de tanto mal.
No obstante, a diferencia del proceso con las Farc, veo mejor estructurado este intento de paz. José Félix Lafaurie, quien representa políticamente a la oposición, es uno de los negociadores del Gobierno que fue puesto por el mismo Petro. Con esto puede que a la oposición se le facilite estar al tanto de lo que sucede en la mesa, cosa que le dificulta al ELN querer hacer lo que le venga en gana. Esto permitiría, en su momento, sellar políticamente el acuerdo.
La misma Piedad Córdoba, ahora senadora por el Pacto Histórico, confesó en el 2020, en el programa El Debate, su desilusión por cómo terminó el proceso de paz con las Farc. La senadora le había pedido al expresidente Santos que la mesa escuchara las observaciones del expresidente Uribe, quien representaba el voto del no, que ganó el plebiscito. Santos no dejó. “Se hubiera podido firmar un acuerdo de país real”, afirmó Córdoba en su entrevista.
Asimismo, en esta ocasión, las Fuerzas Militares tienen a su representante activo en calidad de observador, un general. Este puesto nunca había existido antes y permite seguir manteniendo la institucionalidad del proceso.
No sé si el momento para que esta guerrilla se comprometa verdaderamente con la paz haya llegado, pero puede que los próximos gobiernos de turno no tengan tanta apertura para seguir dialogando infecundamente y al mismo ELN le toque afanarse. Hasta al mismo Petro se le puede acabar la paciencia por la presión de la sociedad y de las instituciones al no ver resultados.
En el libro del general en retiro, Eduardo Herrera, quien fue negociador de paz durante el gobierno Santos, queda bien claro que el ELN no ha querido alcanzar la paz, sino el poder. Tienen que despertar, salir de esa narrativa. Colombia ya ha sufrido demasiado. Le digo al ELN: aprovechen la oportunidad política que se les está dando, puede que no la vuelvan a tener.