Home

Opinión

Artículo

UNA BRILLANTE IDEA

Se empieza por esterilizar prostitutas para que no puedan parir hampones del futuro y de ahí se pasa a esterilizar pobres, bobos, feos ...

Antonio Caballero
30 de septiembre de 1996


EL RECIEN ELEGIDO DEFENSOR DEL PUEblo,José Fernando Castro Caycedo, anuncia de entrada que va a hacer que se les liguen las trompas a las prostitutas para que no tengan hijos.
Según consenso universal, según las estadísticas y según lo que vivimos personalmente a diario, Colombia es el país del mundo en donde con mayor asiduidad e impunidad se atropellan los derechos humanos. Los pisotea el Estado: desapariciones forzosas, tortura, ejecuciones extrajudiciales, abusos de autoridad. Los pisotean los enemigos del Estado, sean subversivos o delincuentes comunes: secuestros, masacres, terrorismo indiscriminado. Los pisotean los simples particulares: envenenamientos alimenticios, fraudes financieros, robos del espacio público, violaciones en los buses, maltrato familiar. En ningún sitio tanta gente comete tantos abusos impunes contra tanta otra gente como en este país nuestro. Ningún pueblo de la tierra necesita tanto de un Defensor del Pueblo como el sufrido pueblo colombiano. Lo necesitamos todos: pobres, ricos, niños, adultos, negros, blancos, indios, pardos, mujeres, hombres, para no hablar de plantas y animales. Lo necesitamos para que nos defienda de los demás, de todos los demás: de los ricos, de los pobres, de los guerrilleros, de los militares, de los taxistas, de los atracadores de taxistas, de los parlamentarios, de los periodistas, de los médicos, de los jueces, de los curas, de las compañías aéreas, de los dueños de restaurantes, de los raponeros, de los vecinos de apartamento, de los maridos, de los hijos, de las madres, de los funcionarios públicos, de los policías, de los abogados, de los criminales, de los locos, de los siquiatras, de los transeúntes, de los presidentes. Y hasta de los desvaríos de la naturaleza. Y del gobierno de Estados Unidos.
Frente a ese amplísimo catálogo de adversarios del pueblo colombiano (su Defensor anterior, Jaime Córdoba, se retiró agobiado y frustrado de impotencia), el plan de batalla de Castro Caycedo contra las trompas de Falopio de las prostitutas parece equivocado: ninguno de los odios o de las insolidaridades colombianas nace del hecho de que las prostitutas procreen. Ni siquiera viene de ahí el problema de la infancia abandonada. Es más bien al revés: las mujeres no se prostituyen en Colombia para tener hijos y abandonarlos para que se conviertan, como dice Castro, en "futuros hampones", sino que se prostituyen para tener con qué no dejar abandonado al hijo que han tenido antes. El plan de Castro Caycedo parece, además, malvado: castiga a unas desgraciadas por su infortunio, como si éste fuera un crimen. Yo mismo, ofuscado por la aparente imbecilidad o perversidad de la propuesta, dije en Radio Santa Fe que la idea parecía nazi: se empieza por esterilizar prostitutas para que no puedan parir "hampones del futuro", y de ahí se pasa a esterilizar epilépticos, pobres, bobos, feos. No hay límite: se acaba esterilizando a todo el que no sea Castro Caycedo, con la sana intención de "limpiar la sociedad ", de "mejorar la raza". Por defender al pueblo, sí, de acuerdo: pero acabaremos teniendo un pueblo de vestido gris, de bigote gris (ver foto del nuevo Defensor del Pueblo). Un pueblo gris.
Eso fue lo que pensé, digo, en el primer momento de ofuscación (además eran las siete de la madrugada). Pero al reflexionar con más sosiego medi cuenta de que la sugerencia de Castro Caycedo no solo no es idiota ni maligna sino que, por el contrario, es la más brillante fórmula para la salvación de Colombia que se haya planteado jamás. La más radical, la más completa, la más profunda, la única eficaz. Porque aquí se han dado infinidad de recetas de salud, a cual más drástica, algunas de ellas verdaderos remedios de caballo. Simón Bolívar, el Libertador, diagnosticó: "Lo único que se puede hacer en Colombia es emigrar ". Simón el Bobito, el de los Cuentos de Pombo. dictaminó: " Que abran un gran hoyo". Y todos nuestros precandidatos a la presidencia han formulado, unánimes: "Que me elijan a mí " (o, si se trata de ex presidentes, "que me reelijan"). Pero ninguna ha funcionado: hemos emigrado, hemos abierto grandes hoyos, hemos elegido y reelegido. Y nada: vamos de mal en peor.
En cambio nunca hasta ahora hemos ensayado eso que nuestro nuevo Defensor del Pueblo, José Fernando Castro Caycedo, propone con su cauto lenguaje de funcionario diciendo que "se podria pensar en que quien ejerza la actividad de prostituta debe haberse ligado las trompas". Lo cual significa, en llano castellano, que ya no volverán a nacer en Colombia hijos de puta. O, pronunciado a la manera local, que ya no habrá hijueputas.
Con lo cual se acabarán todos nuestros problemas, que, como todos sabemos, vienen de ahí. De que hay un hijueputa aquí, o allá, o acullá, un hijueputa subversivo o un hijueputa militar, un banquero hijueputa o un hijueputa periodista, o un embajador hijueputa, o un (perdón señor presidente). Los hijueputas cambian de acuerdo con quién los define, pero siempre están ahí (y a veces son 'tetrahijueputas'); y ahí está el problema. Y son muchos. Y la única manera de acabar de un tajo con todos ellos es esta que, con audacia genial, propone nuestro nuevo Defensor del Pueblo: prohibir que nazcan.
Ahora: ¿quién hará la ley? Pues si se deja en manos de los parlamentarios se corre el riesgo de que se nieguen a autoabortarse voluntariamente. Pero si se somete a consulta popular, a lo mejor nos quedamos con un nonato Defensor del Pueblo.

Noticias Destacadas