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¿Una encuesta embuchada?

Sólo Piedad –porque creo que ni Serpa– se atrevería a sostener que si Uribe no fuera Presidente de Colombia, aquí no habría paras ni paramilitarismo

Semana
17 de marzo de 2007

Es increíble la rabia que produjo la encuesta de Gallup en la que el Presidente obtiene un índice de favorabilidad del 65 por ciento, incluso dos puntos por encima de la última encuesta, y en medio del escándalo de la para-política, lo que sus enemigos consideraban que obligatoriamente tenía que afectarle su imagen.

Pero lavarse las manos y adjudicarle el fenómeno parapolítico exclusivamente a la coalición de gobierno sería equivalente a creer que si Uribe no fuera el Presidente de Colombia, aquí no habría paramilitares ni paramilitarismo. La única persona que se atreve a decir algo tan inverosímil es Piedad -porque no creo que ni Serpa-, a pesar de la evidencia de que a ella la secuestraron los paramilitares en un gobierno distinto al de Uribe.

Para la mayoría del país, sin embargo, no hay prueba de que el Presidente sea paramilitar, como quieren presentarlo sus enemigos políticos, a los que no les queda más remedio que pelear con las encuestas.

El lunes de la semana pasada, tres columnistas, incluido en esta misma revista mi entrañable amigo Daniel Coronell, coincidieron en darles palo al encuestador Jorge Londoño y a su empresa Gallup porque los resultados le fueron nuevamente muy favorables al Presidente.

Daniel, por ejemplo, refuta la técnica de la encuesta, con el argumento de que sólo encuestaba a gente con teléfono, y porque los encuestados pobres son muy pocos, y los ricos, muchos.

En El Tiempo, una columnista descalifica a Londoño porque tiene simpatías uribistas. Mientras en la misma página, el costeñísimo ex ministro Armando Benedetti, extrañado de que exista un gobierno en alguna parte del mundo que merezca un respaldo como el que le dan los colombianos a Uribe en esta encuesta, concluye que el país se ve reflejado en el Presidente porque es igual de "provinciano, chalán, rezandero, mesiánico y autoritario" que él.

Las observaciones de Daniel tienen explicación en la ficha técnica, porque la encuesta fue hecha en cuatro ciudades, y en la forma como los encuestadores metodológicamente agrupan en ocasiones el estrato 2 con el 3, y el 4 con el 5 y con el 6 de la población, lo que encuestadores distintos de Londoño consultados por esta columnista consideran un procedimiento absolutamente legítimo. (De paso, advierto que no conozco a Londoño, y que solamente he hablado con él alguna vez por teléfono).

Pero glosar su encuesta porque él tiene simpatías uribistas es absurdo: ningún encuestador serio se atrevería a poner su credibilidad por debajo de sus convicciones políticas, porque nada cae más rápido que una encuesta chimba. Entre otras, ¿existirá en el planeta un solo encuestador que carezca en absoluto de simpatías políticas?

Más bien el argumento de Benedetti, que es en contra de la encuesta, termina siendo a favor. Ella refleja que es cierto que la mayoría de los colombianos se siente identificada con Uribe, aunque muchos en la misma encuesta manifiesten que el gobierno podría ser mejor. Ese "alguien que se preocupa por nosotros" que irradia Uribe hace que la gente siga prefiriéndolo al frente del gobierno, aunque el país no marche tan bien como desearíamos ni se hayan extinguido las Farc. Aquí no pasa como en Ecuador, donde se tumba un Presidente aunque no tenga quién lo reemplace y "después vemos qué hacemos". Aquí preferimos tener papá aunque no sea perfecto, y no tenemos planeada una ruta de evacuación política por encima de esa sensación que es la mayoritaria, porque, entre otras cosas, nadie tiene muy claro quién es el que podría reemplazarlo y hacerlo mejor.

La rabia que causó la encuesta de Gallup es hasta entendible, pero es inútil y desperdiciada. Porque resulta que en Colombia hay otros encuestadores -y repito que esta columnista consultó a tres- a los que sus encuestas les arrojan por ahora resultados muy semejantes, si no iguales, a los de Londoño. (Y digo por ahora, para que conste que inevitablemente llegará el día en el que a Uribe comience a irle menos bien en las encuestas, como les sucede a todos los gobernantes del mundo, después de cierto tiempo).

Pero en este momento, más sospechoso que lo bien que le va a Uribe en la encuesta de Gallup sería que apareciera otra en la que le fuera muy mal.

Y con los mismos argumentos, habría entonces que preguntar si es que el encuestador es anti uribista, o si es un suicida profesional.

ENTRETANTO…¿Qué dirán los congresistas demócratas que quieren matar el TLC y el Plan Colombia por el escándalo para-político, de que tres empresas gringas -Chiquita, Coca-cola y Drummond- estén siendo investigadas por financiar a paramilitares?