
OpiNión
Unas muertes que ya no importan
Mejor meter los muertos bajo la alfombra, máxime en tiempos de la falaz “paz total” petrista.
Faltó que la JEP preguntara a los senadores María José Pizarro e Iván Cepeda, al candidato Gustavo Bolívar y a tantos otros del Pacto Histórico, por qué no volvieron a escribir #NosEstánMatando.
¿Ya no importan los crímenes de exguerrilleros? ¿No hace trizas la paz este Gobierno con tanto asesinato?
Por ninguno de los 32 desmovilizados de las Farc muertos en lo que va de año difundieron el fúnebre hashtag que popularizaron durante el Gobierno Duque. Ante cada homicidio añadían el consabido “hace trizas la paz”, estribillo coreado por sus aliados santistas.
Culpaban a la derecha de una problemática que hunde sus raíces en el errado y falseado proceso de paz con las viejas Farc, y en las complejidades de un país donde la vida importa un pito.Ahora, sin embargo, voltean la cabeza y callan. Mejor meter los muertos bajo la alfombra, máxime en tiempos de la falaz “paz total” petrista. Aquellos cadáveres solo servían como arma arrojadiza contra los contrarios. Por eso tampoco les interesó la audiencia que celebró esta semana la JEP sobre las muertes violentas de exguerrilleros.
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No conviene airear cifras que los dejan mal, ni que se sepa que las nuevas Farc-EP y, en menor medida, el ELN, son los principales asesinos. Desearían señalar al Clan del Golfo/Autodefensas Gaitanistas, pero casi no los ejecutan.
En la audiencia, como es costumbre, Timochenko y sus fichas interpretaron el papel de víctimas, como si no tuviesen responsabilidad alguna en los ataques a su gente (397 asesinados en total). ¿Por qué no desvela el jefe de Comunes las razones del Paisa para mandar a dos de sus sicarios a segarle la vida?
Cuando la supuesta paz empezaba a andar, el ETCR de Caldono estaba en obras y los desmovilizados vivían en un campamento adyacente, le pregunté a alias Rambo, otrora poderoso jefe de las Farc en Tumaco, la razón de que lo hubiesen trasladado al norte del Cauca, mientras en su lugar ponían a Romaña, amo del Meta.
“Usted conoce bien a los suyos y sabe qué comandantes pueden volver al monte. Igual pasa con Romaña. Pero si los alejan de su gente, no detectarán disidentes ni controlarán a los suyos”, le vine a decir.
Dio una respuesta confusa para encubrir las auténticas intenciones de la cúpula fariana, que aún hoy no confiesan. Tampoco era lógico que instalaran los ETCR en el corazón de zonas rojas, casi siempre en puntos estratégicos de rutas del narcotráfico. Militares de inteligencia anticipaban los riesgos que suponían para los propios reinsertados y la dificultad de protegerlos. Y no ocultaban su preocupación por la probable intención de dejar una retaguardia en algunos territorios. Pero no los escucharon.
En el ETCR de Playa Bonita, entre Meta y Caquetá, el encargado era el Loco Iván, con 30 años de pertenencia a las Farc. Siempre fue consciente de la dificultad de impedir que algunos de sus guerrilleros no sucumbieran a la tentación de incorporarse a las disidencias que estaba organizando Gentil Duarte en la región.
Viajó varias veces a Bogotá para explicar a Timochenko, Carlos Antonio Lozada y otros encumbrados jefes del partido los peligros que acechaban. Regresaba a su ETCR aburrido porque, decía, se la pasaban en cocteles, reuniones con organismos internacionales y foros, y no le paraban bolas. Preferían que los aplausos y las estruendosas diatribas que lanzaban contra los críticos del proceso silenciaran las auténticas realidades y dificultades en el terreno.
Él mismo se sumaría a las disidencias, pero de Márquez, y moriría después en Venezuela, baleado por la Guardia Nacional.
En ese entonces todavía creían que Gentil y Mordisco aceptarían unir su banda a la de Márquez y quedar bajo su mando. No imaginaban que un lustro más tarde se volverían enemigos irreconciliables y que la Nueva Marquetalia, debilitada en la guerra fratricida que libran, solo subsistiría por el respaldo de Nicolás Maduro y el petrista comisionado de Paz. Pero de eso no se habló en la citada audiencia.
Lo que sí escuchamos y resultó paradójico fue la indignación de magistrados de la JEP por los asesinatos de exguerrilleros, a manos de las nuevas Farc-EP, mientras dialogan con el Gobierno. ¿Será que olvidaron de dónde vienen?
¿Tampoco sabían que la Fiscalía General, por solicitud del Gobierno, suspendió 72 órdenes de captura de miembros de Farc y ELN implicados en delitos contra desmovilizados?
El ingrediente final de una jornada inocua, porque los magistrados siguen dictando cátedra para un país que no es la Colombia real, lo añadió Marcela Rico –‘Manuela Marín’–, vocera de Comunes. Achacó los homicidios a la estigmatización por llamar Farc a las disidencias.
¿Acaso no fueron ellos quienes bautizaron Farc al partido, en un primer momento, y nombraron senadores a autores de crímenes de lesa humanidad?
¿Y qué dice de las jóvenes de Rosa Blanca, amenazadas por revelar violaciones y otros abusos de sus comandantes? ¿Volveremos a leer #NosEstánMatando?