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¡Tragedia infantil no da tregua!

De los niños víctimas del conflicto, un punto tan delicado, no se ha hablado en la mesa de negociación, ¿qué pensará hacer el gobierno con ellos?

Uriel Ortiz Soto, Uriel Ortiz Soto
26 de febrero de 2016

Los niños y adolescentes están viviendo la peor crisis, no pasa un día sin hechos que lamentar: muertes por desnutrición, abuso sexual, maltrato, asesinatos, entre muchas otras calamidades propiciadas por los corruptos y gobiernos de turno.   

Tanta corrupción e indisciplina en la administración pública, está llevando al país por los despeñaderos del no retorno, y no es que estemos hablando exageraciones señor presidente, es que los hechos de corrupción que ocurren todos los días en su gobierno, así lo están demostrando, los colombianos ya estamos preocupados por lo que está pasando,  en los horizontes de nuestra patria ondean las banderas del desánimo y la incertidumbre.

Si bien la llama de la paz continúa encendida, ante los últimos acontecimientos de corrupción, indolencia y mortandad infantil, sumados a la indisciplina de los negociadores de las Farc, de estar haciendo proselitismo armado en el corregimiento de Conejo, Guajira, estamos padeciendo apagones de entusiasmo, que de continuarse cometiendo los mismos errores, puede apagar definitivamente la llama de la paz.

Muy seguramente que la tragedia nacional infantil se seguirá acrecentando; mal podemos seguir hablando de paz, cuando millones los niños que han visto morir, masacrados o violados a sus seres queridos, por guerrilleros de las Farc, o de grupos paramilitares, después de décadas de ocurridos los hechos aún esperan se haga justicia; al hablar con varias de estas criaturas, hoy jóvenes que oscilan entre los doce y dieciocho años, solo esperan acabar de crecer para cobrar venganza contra quienes los privaron de un hogar lleno de amor y de cariño.

De este punto tan delicado no se ha hablado en la mesa de negociación, ¿qué pensará  hacer el gobierno con ellos? Cuando aún viven en medio de una encrucijada: con deseos de vivir en paz, pero, tienen heridas en el cuerpo y en el alma, que hasta la fecha no encuentran quién se las pueda curar.

De otro lado, las muertes por desnutrición infantil en varios departamentos; sumados al  abandono de niños recién nacidos, abusos sexuales desde sus hogares y en establecimientos educativos, matoneo en escuelas y colegios, consumo de alucinógenos, maltrato en sus hogares, trabajos forzados, entre muchas otras desgracias, están llevando a que la población infantil se convierta en toda una tragedia nacional, con la consecuente ola de suicidios.

Ante panorama tan desolador para nuestros niños, no podemos menos que instar a nuestro gobierno, que deje atrás tanto romanticismo, haciéndonos creer que todo está color de rosas con la niñez, cuando en pueblos, villorrios y veredas de Colombia se viven cientos de casos desgarradores, de padres que ven morir a sus hijos por desnutrición al no tener un mendrugo de pan para calmarles el hambre.    

Pero lo más grave, es que los pillos y ladrones que se roban y negocian la comida y el bienestar social de estas criaturas, se pasean como Pedro por su casa, sin que las autoridades en cabeza de la fiscalía y demás órganos de control hagan algo para enjuiciarlos y ponerlos tras la rejas, estos mercaderes de la muerte infantil, no merecen más que se pudran en las cárceles

Para el caso de Bogotá, se viene sufriendo un detrimento patrimonial con las raciones de los niños en edad escolar desde hace varios años, se sabe que son cuatro o cinco mafiosos los que manejan estos jugosos contratos y entre ellos mismos se rotan para que siempre que se abra una convocatoria quede entre los mismo, a través de esta columna hemos hecho varias denuncias, pero, lamentablemente las cosas continúan igual o peor. 

Es vergonzoso que altos funcionarios del Estado, estén encabezando la lista de los defraudadores que se apoderan de los presupuestos y regalías apropiadas por la Nación para obras de desarrollo e infraestructura en sus regiones y terminen enmochilándoselas sin ninguna vergüenza,     

Oneida Pinto y Alfredo Deluque, que forman parte del clan de defraudadores de la Guajira, debería darles vergüenza y renunciar a sus cargos, no se justifica que ahora pretendan dictar cátedras de moral para hacer creer a la opinión pública que nada tienen que ver con el martirologio de los niños de la Guajira.

Como todos sabemos ambos ocupan cargos del más alto nivel: Oneida Pinto es la gobernadora  de La Guajira, que por cierto se hizo elegir en medio de varios escándalos políticos, que aun no quedan nada claros ante la opinión pública; Alfredo Deluque, y qué vergüenza decirlo: es el presidente de la Cámara de Representantes, esperamos que esta corporación legislativa dé las explicaciones pertinentes. 

Sin embargo, este reporte apenas es de los departamentos de La Guajira, Chocó y Arauca; faltan  de otras regiones apartadas, donde los niños que padecen de cáncer se están muriendo por falta de atención médica.

Quienes nos hemos atrevido a denunciar semejante martirologio infantil, por un lado nos satisface que el alto gobierno aunque tardíamente se hubiese pellizcado, pero por el otro que los responsables continúen desfilando por las entidades públicas dictando clases de moral, cuando la verdad sea dicha de paso, con solo arrimarles un fosforo se les estalla el trasero de la vergüenza nacional.

También quienes desde hace varios años venimos denunciando todas las anomalías que se cometen con la alimentación de los niños, no podemos menos que sentir indignación con la señora gobernadora de la Guajira, Oneida Pinto y el presidente de la cámara de representantes Alfredo Desuque, que tienen montado todo un clan para robar al departamento.

En materia de regalías, por los años 2002 a 2011 en el solo departamento de La Guajira, se recibieron la suma de cuatro billones de pesos los cuales se esfumaron, tampoco llegó el dinero aportado para la comunidad wayú, así mismo los dineros aportados por Bienestar Familiar para la alimentación de los niños, terminaron, dilapidándose en contrato leoninos, o de firmas fantasmas, que por salir de paso despachan comestibles podridos y en mal estado.

¡Pilas señor presidente, que Colombia en los actuales momentos dista mucho de ser el país que su señoría promociona nacional e internacionalmente!

urielos@telmex.net.co