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¿Qué es un manual de convivencia?

La convivencia empieza a construirse desde los mismos hogares, con una pregunta muy elemental para los padres de familia: ¿Le estarán cumpliendo a sus hijos con los deberes y obligaciones de ser buenos progenitores?

Uriel Ortiz Soto, Uriel Ortiz Soto
1 de septiembre de 2016

Antes de empezar a estructurar un manual de convivencia, es preciso disponer de un diagnóstico social, de modo, tiempo y lugar; el cual ha debido ser investigado por expertos en la materia para cada caso en particular; los miles y miles de casos de desgracias entre menores de edad, ocurren por la carencia de amor y afecto de los padres hacia sus hijos, especialmente cuando vienen las tempestades de una separación. Si los padres de familia y las autoridades competentes que las otorgan con hijos menores de edad, se dieran cuenta del daño emocional que les causan, estoy absolutamente seguro que desistirían de tal aventura.

Estamos tan mal en este punto, que las notarías se jactan de ser eficientes, cuando otorgan el divorcio exprés, es decir, en el término de horas, sin importarles que tras de este acto, -trascendental y sublime-, dejan un hogar destruido y unos niños a la deriva con graves frustraciones hacia el futuro, que finalmente terminan sumidos en la drogadicción, o acuden al suicidio.

Con el debido respeto de muchos estudiosos de tema tan delicado, como urgente de resolver, cuando dicen que: "todo está plasmado en la Constitución Política", considero que hay una enorme equivocación, si bien la constitución es la columna vertebral de la normatividad jurídica que rige la convivencia pacífica dentro de un Estado de Derecho, no especifica soluciones concretas a los problemas que cotidianamente agobian a familias y comunidades.

La constitución política que habla de los deberes y derechos de los ciudadanos frente al Estado de Derecho, lo hace en forma tangencial, más no específica, sin llegar al meollo de las problemáticas sociales sin definición alguna, que por lo regular tienen su origen en factores de convivencia entre familias y comunidades, por lo tanto, se requiere que estén plasmados en un manual de convivencia el cual debe ser acordado en primera instancia: entre padres de familia, comunidad y las autoridades que regentan la entidad sobre la cual recae la problemática.

Desde luego, que el manual de convivencia al cual nos referimos, es el que con suma urgencia hay que diseñar entre: padres de familia, educadores y además los personeros o representantes de los estudiantes de los diferentes establecimientos educativos, sin embargo, es conveniente anotar que debe contener para su aprobación el estudio de la comunidad y su entorno, esto con el fin de evitar que una vez expedido, factores internos y externos empiecen a entorpecerlo.

Debemos entender que la constitución política, sí es la columna vertebral de donde se derivan el conjunto de normas que dan origen a los actos administrativos: leyes, decretos y resoluciones, que dictan los órganos legislativos y autoridades administrativas, en cumplimiento de un mandato constitucional, el cual jamás debe separase de la órbita de esta jurisdicción, puesto que de hacerlo, resultaría ser sujetos de demandas ante los organismos competentes.

En concreto, los manuales de convivencia, deben ser el diagnóstico social, para solucionar problemas de orden comunitario derivados de diferentes circunstancias de modo, tiempo y lugar, como por ejemplo: las situaciones, por cierto difíciles que se están presentando en la mayoría de los establecimientos educativos y otros sitios de formación de niños y jóvenes en las etapas más difíciles de sus vidas, como el caso de la diversidad sexual, cuando empiezan a recibir el maltrato de sus compañeros, ante la mirada impotente de padres y educadores, puesto que no existe una manual de convivencia para hacer frente a tan delicado problema.

Ante los continuos escándalos que se están presentando sobre matoneo derivados de la diversidad sexual de menores de edad en hogares y establecimientos educativos, es apenas urgente que se adopten medidas concertadas entre Padres de familia, educadores y estudiantes. Sin embargo, concomitantemente, surgen otros, como el consumo de drogas y la promiscuidad sexual a muy temprana edad, todos estos factores con indefiniciones, que es lo que está generando en las comunidades estudiantiles estados de zozobra, provocando un alto índice de deserción estudiantil, lo más grave, cuando los niños afectados, al sentirse desprotegidos, acuden al suicidio, cuando no es que son presa fácil de las bandas delincuenciales que los reclutan para vincularlos a todo tipo de actividades ilícitas.

Si analizamos con detenimiento lo ocurrido hace unos días con la cartilla de orientación sexual, que generó todo tipo de suspicacias y de malas interpretaciones, nos damos cuenta, que nuestra sociedad no está lo suficientemente preparada para enfrentar tan grave problema, que como lo repetimos no es únicamente por caso de diversidad sexual, sino de consumo de drogas y de promiscuidad sexual a muy temprana edad, lo que está dando origen al matoneo en la mayoría de establecimientos educativos del país.

Por consiguiente, mal haríamos en estructurar un manual de convivencia simple y llanamente para hacer frente a una sola problemática, que si bien, es situación bastante compleja, que hay que manejarla con mucho profesionalismo, es apenas uno de los tantos casos graves por los cuales tienen que transitar día a día los niños, muchas veces a espaldas de los padres de familia y educadores, que solamente avizoran cuando, empieza el matoneo o la ocurrencia de desgracias en los establecimientos educativos.

El caso de consumo de drogas de las cuales se están nutriendo empresarios inescrupulosos, que montan alrededor de los establecimientos educativos verdaderos emporios al por menor, muchas veces con la complicidad de profesores y hasta de padres de familia que no tienen el menor escrúpulo en permitir, que sus hijos sean utilizados por estas bandas criminales, que cuando ya los ven perdidos, los abandonan a su suerte. Otro caso bien complejo, es el de la promiscuidad sexual, vemos niños de ambos sexos que lo practican simple y llanamente por curiosidad, pero que a la larga no saben el camino que les espera.

Debemos aceptar que sobre los problemas de los niños en sus diferentes modalidades, es mucho lo que se ha hablado, con vinculación de organismos nacionales e internacionales, el trámite de proyectos de ley, que finalmente se quedan en el tintero, puesto que no existen las herramientas necesarias para hacerlas cumplir, dado que los establecimientos educativos no disponen del musculo coercitivo para hacerlo, así cuenten con la voluntad de sus progenitores, resultan con unas limitantes muchas veces impuestas por los organismos judiciales.

* urielos@telmex.nedt.co

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