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Ver y no creer

Algunos interesados políticos –y medios competidores– han visto en el error de ‘El País’ una oportunidad para hacer leña con el prestigio del periódico en español más importante del mundo.

Daniel Coronell, Daniel Coronell
26 de enero de 2013

Hay un dicho que debería ser convertido en regla de oro del periodismo. Según el adagio “no hay que creer nada de lo que se oye y solo la mitad de lo que se ve”. Traigo el refrán a raíz de la publicación, por parte de El País de España, de la foto de un falso Hugo Chávez intubado. Mucha tinta ha corrido sobre el engaño que sufrió el diario –y que trasladó a una parte considerable de sus lectores– por una falta de rigor tan evidente que la historia solo se sostuvo media hora.


Algunos interesados políticos –y medios competidores– han visto en este error una oportunidad para hacer leña con el prestigio del que ha sido el periódico en español más importante del mundo.

Como sucede en estas ocasiones, se han pavoneado los expertos en profetizar el pasado y en explicar minuciosamente por qué ellos jamás habrían caído en la equivocación ajena. Nada más fácil que hacer la alineación después del partido.

A esa afición, tan propia del canibalismo de algunos colegas, se sumó el hecho de que El País es un blanco atractivo con muchos apostando a su desgracia. La gama de sus malquerientes va desde quienes lo ven como la última trinchera del derrotado socialismo español, hasta quienes lo tachan de vocero imperialista, autor de la guerra mediática contra la autodenominada “revolución bolivariana”.

Para colmo de pesares el grupo matriz de El País está pasando por una coyuntura económica complicada que ha causado el despido de muchos de sus mejores periodistas. Esa debilidad simultánea en lo financiero y en lo editorial, ha alentado a quienes piensan que pueden matar a garrotazos al león invencible de otras épocas.

Todas esas circunstancias se han juntado con la avidez de noticias sobre el real estado de salud de Chávez recluido en un vigilado hospital de Cuba y el hecho innegable de que ya han transcurrido más de 48 días –desde el 11 de diciembre del año pasado– sin que se conozca una imagen actualizada del presidente de Venezuela. 

No hay partes médicos solo interpretaciones político-sanitarias, tan falsas como la foto hasta que se demuestre lo contrario.

No son los doctores los que hablan sino los interesados en las consecuencias de la evolución de Chávez. Por ejemplo el presidente de Bolivia, Evo Morales, no tuvo problema en diagnosticar que su colega venezolano ya está listo para fisioterapia y para regresar a Venezuela.

El canciller Elías Jaua, nombrado en el cargo con una dudosa firma electrónica del no posesionado mandatario, aseguró que –el mismo día en que El País publicó la foto falsa– Chávez estaba presidiendo una reunión de gobierno en Cuba.

De acuerdo con la versión del ministro Jaua en la cumbre del hospital de La Habana estuvieron el gobernador de Barinas y primer hermano de la nación, Adán Chávez, el ministro de Energía y Petróleo y al mismo tiempo presidente de Pdvsa, Rafael Ramírez, y el vicepresidente Nicolás Maduro acompañado de su señora esposa la procuradora General Cilia Flores.

El canciller asegura que Chávez plenamente consciente dirigió la reunión del familiar gabinete y tomó decisiones económicas y políticas.

Lo que no alcanzó a explicar Jaua es por qué, si Chávez está tan recuperado, no llamó al presidente del Tribunal de Justicia para cumplir con el insignificante formalismo de su posesión. O por qué no aprovechó para estampar en un papel una firma más creíble que la que adorna el decreto de nombramiento del propio Jaua, por lo demás fechado en Caracas mientras el mandatario estaba en La Habana. O, aún menos, por qué no se tomó una fotografía de la importante reunión.

Lo que sí anunció el canciller es que emprenderá acciones judiciales contra El País de España porque considera que la publicación de la falsa foto atenta gravemente contra la dignidad humana de Hugo Chávez, de su familia y del pueblo venezolano.

Desde luego en ningún tribunal libre prosperará una demanda así porque la lamentable equivocación periodística de El País no ofende la dignidad de Chávez sino el buen servicio que le debe el diario a sus lectores, con quienes ya se excusó.

Lo evidente es que para el gobierno venezolano es más cómodo centrar el debate en la foto que en las semanas que han pasado sin que Venezuela y el mundo conozcan la más mínima prueba de supervivencia de Hugo Chávez.