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Verdades tardías

Con las declaraciones de Petro entendemos que los objetivos de la toma del Palacio eran, más que un juicio al Presidente, la toma del Estado

Semana
31 de octubre de 2004

Pocas veces había visto yo un debate de tanta altura política y de tanto espesor histórico como el del M-19 y sus vínculos con el narcotráfico, adelantado la semana pasada en la Cámara de Representantes.

De resaltar fue la intervención del ministro Carlos Medellín, cuyo papel de hijo de una de las víctimas del Palacio lo llenó de autoridad moral para exhibir unos papeles que por lo menos lo dejan a uno pensando si hubo realmente o no complicidad del narcotráfico en la toma.

El más molesto de los presentes, casi más que los miembros del M-19, era el ex comisionado y ex ministro Rafael Pardo. En su reflexiva e inteligente intervención se defendió diciendo que el gobierno de la época jamás otorgó indultos por delitos atroces porque quienes se tomaron el Palacio murieron todos incinerados.

Nada mencionó, sin embargo, sobre los autores intelectuales de este hecho atroz. A lo que se unió el 'recorderis' del ministro Medellín de que los secuestros horrendos cometidos por el M-19 también fueron indultados.

La furia de Pardo contra el Presidente, sin embargo, llevó a que algún medio de comunicación dijera que el ex ministro había sido ungido en su intervención como miembro de la oposición. Ni Petro se había atrevido a decirle al Presidente palabras tan duras como que los indultados no pueden ser buenos cuando están del lado de uno y malos cuando militan en la oposición al gobierno.

¿Habrá hoy un uribista menos en la plaza?

Pero algo que me llamó poderosamente la atención fue la intervención del ex ministro y ex alcalde Jaime Castro, a quien Gossaín le dijo en una oportunidad: "Hombre Jaime, usted es el hombre que más sabe del Palacio de Justicia y el que menos ha hablado".

Tan cierto es, que Castro se presentó al debate con un documento inédito: una tesis de grado escrita por las entonces estudiantes javerianas Adriana Echeverri y Ana Henssen.

Una de sus partes más reveladoras es una entrevista que se le hace al entonces militante del M-19 y hoy representante a la Cámara Gustavo Petro, acusado por la justicia ordinaria de ser coautor de la toma. Él se encontraba en ese momento en la cárcel.

Petro narra a las estudiantes: "Veníamos de un proceso de tregua, uno de los primeros intentos de hacer la paz".

Pero después vino la 'batalla de Yarumales', en la que el M-19 se sintió traicionado por el gobierno Betancur. El M-19 pasó entonces a la clandestinidad.

Y oigan esto. Dice Petro: "No era que nosotros estuviéramos convencidos de que había que hacer un proceso de paz. Nosotros siempre pensamos que lo que iba a haber era un proceso de guerra, y nos preparamos para eso".

Si no iban tras la paz, como pensamos todos estos años, ¿tras de qué iban?

"Mucha gente se nos acercaba y las encuestas del país decían que nosotros éramos los de 'moda', entonces teníamos el apoyo popular. Y todo eso nos hacía pensar que podíamos ganar a través de una insurrección o algo. (.) Y la idea manifiesta de la ruptura de la tregua era la toma del Palacio de Justicia. (.) La gente que ideó el operativo lo ideó técnicamente bien, o sea, era posible tomarse el Palacio y aguantar allí un tiempo, pero políticamente lo ideó mal porque la toma iba a conducir a una nueva firma de un acuerdo de paz con nuevas dimensiones".

(.) "Yo creo que el Ejército pensó una cosa que podía ser cierta: si la toma del Palacio de Justicia salía bien, nosotros habríamos llegado al poder porque el apoyo popular era manifiesto y con una toma de esas, colocar al gobierno en capacidad de negociación, lo que seguía era la toma del poder. Y eso asustó más al Ejército, a la oligarquía".

Y ante la pregunta de los estudiantes ¿cuál era el plan a seguir si hubieran logrado retener a los magistrados vivos?, Petro responde: "El plan a seguir era iniciar el juicio, iniciar un proceso político y tomarse el poder".

Con estas declaraciones de Petro entendemos que los objetivos de la toma eran mucho más graves. No era un simple juicio al presidente Betancur por incumplimiento de la tregua, un show que terminaría en que todos se irían después a la casa, sino era la bobadita de la toma del poder. De la toma del gobierno. De la toma del Estado.

Lo que estaba en juego era mucho más peligroso de lo que parecía entonces, pero el holocausto del Palacio dio al traste con los planes.

Que al M-19 nunca le interesó hacer la paz y que muchos años estuvieron cañando para obtenerla sin quererla, sino hacer la guerra para tomarse el poder. Hasta el día en el que militar y políticamente los derrotó la toma del Palacio.



ENTRETANTO. Yo francamente no he podido saber: ¿es peor que se muera Arafat a que sobreviva lo máximo que se pueda?

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