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VOTO POR NOEMI

Antonio Caballero
22 de junio de 1998

TambiEn a Noemí Sanín acaba de caerle encima su propia cruz para llevar a cuestas: el apoyo del ex presidente Alfonso López Michelsen. Dura cruz, y todavía más pesada por haber sido aceptada. Porque no es fácil presentarse uno como el abanderado de la regeneración política y moral cuando quien tiende la mano, y uno no la rechaza, es el presidente de aquel período turbio que se llamó 'el mandato claro'. No es que yo discuta el talento político de López, hecho de humor y de mal humor, de desdén por la gente y de amor por el chisme, de imaginación, de malevolencia y de inteligencia. Pero no me cabe duda de que esa mezcolanza fue nefasta para el país: aclimató el cinismo. Un solo ejemplo: si López no le hubiera allanado el camino, el actual presidente Ernesto Samper nunca hubiera podido ser ni tan chistoso flojo ni tan desfachatado. Y no hubiera podido tampoco ser presidente. Así que lo siento por Noemí. ¿Renovación? Caramba...
Pero la rémora que constituye para Noemí el apoyo de López no es nada si se compara con el lastre de plomo que tiene Horacio Serpa sobre los hombros. Hace unos días lo vimos en una foto tratando de alzar los brazos en gesto de victoria: y casi no conseguía levantar a pulso el peso muerto de la gruesa mano del ex presidente Julio César Turbay, venido para ayudarlo. Y no es sólo Turbay, con su Estatuto de Seguridad y sus torturados en las caballerizas, con sus ronquidos de sectarismo liberal, con su vista gorda, con sus viejas mañas. Es además el espíritu del turbayismo: los politiqueros corruptos del clientelismo, los periodistas engordados con dádivas oficiales. Y es por añadidura el gobierno, claro está, del cual Serpa fue el nervio principal durante más de tres años sin contar los muchos meses de la campaña samperista: este gobierno inepto y corrompido, catastrófico, desvergonzado y cínico. (En un acto final de impudicia, el presidente Samper acaba de sumarse a la protesta contra la impunidad, contra la corrupción y contra el desgobierno: contra su propia obra) Y, para rematar, Alvaro Uribe Vélez, el ideólogo de las sangrientas 'Convivir'. Si a Horacio Serpa le falta algún apoyo oscuro, es porque está preso.
Pobre Serpa, que es casi lo único bueno que tiene su campaña. Y a quien le toca arrastrar toda esa carga de podredumbre como aquel Charles Atlas de los anuncios que arrastraba un tren de mercancías con los dientes. (Ya veremos qué queda de la bella sonrisa de María Emma Mejía cuando acabe la campaña)
Y eso que carga Serpa es poco en comparación con lo de Andrés Pastrana. No me refiero sólo al cadáver de su padre el ex presidente Misael (más ex presidentes: ¿de qué cambio están hablando?); ni al del asesinado Alvaro Gómez, que hace ya cuatro años le había brindado su fatídico respaldo; ni al del líder de la ultraderecha cubana de Miami, Mas Canosa, que con tanto dinero contribuyó a su causa. Me refiero sobre todo a los vivos. A Fabio Valencia Cossio y a sus vivísimos hermanos. Al vivaracho huérfano de Luis Carlos Galán. Al puñado de vivales ex ministros liberales (el cambio, el cambio) que por falta de votos propios no tienen nada que ofrecerle a Serpa, pero sí mucho qué pedirle a Pastrana para seguir viviendo. Al ex fiscal Alfonso Valdivieso, que por pasarse de vivo se quedó sin el pan y sin el queso. Al embajador (aunque dicen que está enfermo) de Estados Unidos. Falta, por el momento el general Harold Bedoya: corre el rumor de que está negociando su adhesión para la segunda vuelta a cambio de un cargo con licencia para matar.
Y encima de todo eso a Andrés Pastrana le toca cargar con el peso abrumador de su propia levedad, de su propia ligereza, de su propia liviandad: no hay nada más pesado que una pluma en el viento.
Ah: y Gabriel García Márquez.No soy 'gabólogo', de manera que no voy a intentar descifrar los motivos de su voto anunciado por el candidato del exilio cubano, del embajador gringo, del difunto Alvaro Gómez y de los fabricantes de ropa deportiva norteamericana. Pero me tranquiliza recordar que los candidatos predilectos de García Márquez jamás han salido elegidos.
Yo, por mi parte, votaré por Noemí Sanín. Porque, a diferencia de los demás candidatos, y con el único resbalón de lo de López, ha sido capaz de no aceptar lastres, y sólo tirando el lastre por la borda es posible evitar que este país naufrague. Y votaré también por ella en la segunda vuelta. No contra Horacio Serpa, que, ya digo, es lo mejor que tiene su campaña. Sino contra los lastres que Serpa carga a sus espaldas, López incluido.

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