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Voto preferente debe conservarse

El voto preferente es la oportunidad que tienen las minorías para acceder a las corporaciones legislativas, hoy en manos de las maquinarias y componendas políticas.

Uriel Ortiz Soto, Uriel Ortiz Soto
13 de septiembre de 2014

Pretender abolir el voto preferente es violar flagrantemente el Artículo 103 de la Constitución Política y mutilar los mecanismo de participación ciudadana para asegurar que muchos Gerlein Echavarría, a sus casi 90 años de edad, continúen atornillados en sus curules, impidiendo el paso de las presentes y nuevas generaciones deseosas de prestar un servicio a la patria a través de los órganos legislativos.

Cuando los partidos políticos son fuertes y bien estructurados no tienen porqué temerle al voto preferente, puesto que dentro de sus mismos estatutos se debe regular para permitir a los ciudadanos que no comulgan con las listas cerradas o bloqueadas producto del llamado: bolígrafo, componendas y gamonalismo, quedar por fuera o si mucho en un reglón de consolación que no les da ninguna garantía de llegar a la corporación legislativa deseada.  

Es una equivocación de quienes piensan que aboliendo el voto preferente es la mejor manera de fortalecer los partidos políticos. Aceptar lo anterior, es admitir que nuestro Estado de Derecho no está preparado para garantizar a los ciudadanos la pureza del sufragio y la facultad de elegir y ser elegidos. 

Las listas cerradas tienen el inconveniente de siempre: acomodar en los primeros renglones a los capataces de siempre, impidiendo a quienes tienen planes y programas de desarrollo en bien de sus regiones, puesto que si no son de las entrañas de los miembros del directorio nacional, los ubican de relleno y sin ninguna posibilidad de ser elegidos.

Con el acto legislativo del 2003 se permitió reformar sustancialmente el sistema electoral en Colombia, estableciendo el voto preferente para que los ciudadanos que no comulgan con las listas cerradas o bloqueadas, puedan hacerlo, votando por el candidato de sus preferencias sin importar el lugar de ubicación, es un sistema sano y de libre expresión democrática. 

Considero que quitarlo sería privar al elector y aspirante en una participación abierta y democrática, lo que sucede es que el sistema de voto preferente no le conviene al gamonalismo, ni mucho menos a quienes se encuentran empotrados y atornillados en las curules de las corporaciones legislativas, puesto que se les pone en peligro su bonanza politiquera.  

La abolición del voto preferente, que está considerado en el proyecto de acto legislativo No  018 / 2014, que empieza a ventilarse en el Congreso de la República, debería ser objeto de una audiencia pública coordinada por la Comisión Primera Constitucional Permanente, puesto que tema tan sensible para futuras gestas democráticas debe ser sujeto de debate en todas las instancias de la vida nacional con asistencia de expertos en la materia, pero muy especialmente de las universidades, que es allí donde más se critica el sistema político actual.   

No hacerlo, generaría un vacío de participación ciudadana que más adelante tendría serias repercusiones en las urnas, puesto que millones de ciudadanos al no ser escuchados a través de sus representantes preferirán no votar, generándose con ello el fomento de la abstención.

De otra parte, dentro de la reforma constitucional para el equilibrio de poderes se debe tener muy en cuenta también la reforma política precisamente la precariedad de los partidos existentes, no son prenda de garantía para que los electores acudan a las urnas con la certeza de que las listas cerradas sean prenda de garantía para llevar a las corporaciones legislativas a los auténticos líderes de sus regiones. 

Se dice que los partidos tal cual están conformados, son el estribo seguro para que los políticos de siempre se perpetúen en el poder y frenen el ingreso a las nuevas generaciones de profesionales y líderes, que están ansiosos de  incursionar en las corporaciones legislativas para desarrollar proyectos que han sido estructurados muy juiciosamente con las comunidades. 

No olvidemos que las reformas políticas en nuestro país por lo regular a nada conducen, puesto que siempre se debaten en el Congreso de la República y es lógico que a los “honorables Padres de la Patria” por ningún motivo les conviene aprobarla a la medida de los clamores populares, puesto que a todos ellos se les menguaría el liderazgo del caciquismo y gamonalismo. 

Por eso insisto en que acabar con el voto preferente sería mandar un mensaje muy nefasto para nuestra democracia participativa y cerrar las oportunidades que tiene el ciudadano de manifestarse más abiertamente en las urnas.

Valdría la pena que se hiciera un estudio muy juicioso sobre los resultados legislativos de quienes han representado grupos de ciudadanos por el sistema de voto preferente y estoy absolutamente seguro que con algunas excepciones los resultados han sido más que satisfactorios.

Consultados varios dirigentes políticos sobre este tema, son muchos los que no están  de acuerdo con su abolición y los más escépticos verían de muy buen agrado que se lancen listas mixtas, es decir: cerradas y de voto preferente, pero con el aval de los respectivos partidos siempre y cuando estén acreditados con personería jurídica. 

En los casos en que el voto preferente sea por lista significativa de ciudadanos, estos deberán presentar la documentación inicialmente a sus respectivos directorios, quienes una vez las hayan avalado, le den curso ante la Registraduría Nacional del Estado Civil para lo de su competencia. 

Pero las listas significativas de ciudadanos deben estar respaldadas por el proyecto legislativo el cual ha debido aprobarse en coordinación con las comunidades interesadas en su desarrollo, esto desde luego, que conllevaría a una organización básica que le permita al candidato desarrollar su campaña en igualdad de condiciones con los de las listas cerradas o blindadas.  

urielos@telmex.net.co
urielos@hotmail.es 

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