Nación

¿Y dónde está Lina?

Desde la posesión del presidente Alvaro Uribe mucho se ha hablado sobre su esposa, Lina Moreno. Sin embargo poco se ha sentido. Pedro Viveros, periodista y máster en políticas públicas, habla sobre la falta que ha hecho en estos 100 días 'la mujer del presidente'.

Semana
10 de noviembre de 2002

Hace tan sólo un mes el periodista Germán Santamaría recibió el premio Simón Bolívar por el reportaje realizado a la mujer del entonces candidato Alvaro Uribe Vélez, Lina Moreno de Uribe, el cual mereció la portada de la revista Diners que él dirige y que el osado descubridor de Omaira Sánchez tituló: "La Mujer del Presidente". En esa excelente crónica, Santamaría le daba a conocer a los colombianos las virtudes de la esposa del hoy presidente de los colombianos.

En las cuatro páginas demostró un perfil diferente con un aire nuevo y que complementaba, en algunos aspectos, a la también profesional, creo que la primera entre las primeras damas de nuestro país, Ana Milena Muñoz de Gaviria.

Y digo complemento porque si bien la esposa del ex presidente Gaviria era, en la época del gobierno del Revolcón, la nota diferente habida cuenta de su interés por lo social el cual, unido a un concepto gerencial, le daba un giro hacia la modernidad a la consuetudinaria figura de sus antecesoras, la esposa de Uribe Vélez, tal como la perfiló Santamaría, iba a ser la mujer con criterio humanista e intelectual de la Casa de Nariño, siendo ella el corazón grande de la mano firme que encarnó su esposo durante el debate electoral.

Sin embargo con el pasar de los días esa figura no se observa. Más bien las acciones de la familia presidencial parecieran estar en manos, en primer lugar, del presidente de la República, como corresponde por demás. Es él quien se concentra en aparecer día a día consolidando la mayoría diaria para poder garantizar la gobernabilidad de la Nación.

De tal suerte que los colombianos lo hemos podido ver en un consejo comunal de gobierno tirar línea sobre la situación de un determinado departamento, o dirigir una acción contra la guerrilla urbana en su ciudad natal, o exponer, a través de una videoconferencia, su pensamiento sobre la seguridad del subcontinente o explicar con maestría en un congreso de competitividad sus opiniones acerca del Atpa, hasta encontrarlo alzar en sus brazos a la hija recién nacida de la Ministra de Cultura y, a través de su relato, recordar la forma de crianza que tuvo uno de sus hijos: Jerónimo.

A propósito de éste último es el segundo que aparece como vocero de la familia presidencial, ya que Tomás se encuentra estudiando fuera del país. Jerónimo no sólo posa como hijo del presidente, sino que además tiene la visión y herencia de sus padres y abuelos pues desde ya tiene la obsesión por la creación de una empresa que, como la de las artesanías, está demostrándole al país que se pueden hacer nuevas empresas por medio de la exportación de objetos autóctonos y hechos con caña de flecha colombiana.

Pero no crean, después de casi 100 días de gobierno hace falta Lina Moreno. La mujer del Presidente tiene talante y formación y pudiera ser la voz cantante de una imagen refrescante ante tanta arquitectura de seriedad que demuestra el primer mandatario.

Lo último que supimos de Lina Moreno fue su deseo de reducir la nómina de personas que venían acompañando a su antecesora, Nohra Puyana de Pastrana. De igual manera que deseaba cambiar el nombre oficial de despacho de la primera dama de la Nación por uno más acorde con sus nuevas funciones e, igualmente, sabemos que es una persona tímida, como nos lo relató el propio Santamaría en el reportaje de marras, pero los colombianos que votaron por Uribe también quieren ver a la fiel escudera que hoy, con sus virtudes, parece perdida en los pasillos de Palacio.

* Periodista y máster en políticas públicas

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