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¡Y GÜEPA!

Hay una noticia que retorna una y otra vez, con la regularidad de los cuerpos celestes. La de que, según una encuesta realizada en los cinco continentes, los colombianos somos los más felices del mundo

Antonio Caballero
23 de diciembre de 2006

En estos días navideños se nota más que nunca: todos los colombianos estamos alcoholizados. Los hombres, las mujeres, los transexuales, los niños, los ancianos, los ricos, los pobres. Dicen que el presidente Uribe dejó el trago; pero ahí se toma sus goticas especiales, como los niños de la calle que se emborrachan con bóxer. Todos los colombianos queremos estar borrachos.

Para olvidar, supongo. Para no ver. Para no ver lo que vemos a diario. Los desplazados, los desechables, los asesinados, los asesinos, los huecos en las calles, los desfalcos en las entidades oficiales, las colas, el tráfico, la política. Lee unos los periódicos cualquier día, y todas las noticias son malas. Las judiciales, que son casi todas. Las políticas, las para-políticas, las de orden y desorden público, las diplomáticas, las burocráticas, las ecológicas. Hay quienes sostienen que las noticias económicas son buenas. Pero no es verdad. Basta con echarle una mirada a la realidad circundante, que es de miseria, de caos y de violencia, para darse cuenta de que las noticias económicas no pueden ser buenas. Se notaría.

Alguien interrumpe mi cantaleta:

- Pero se hacen buenos negocios.

- Ah, sí. Pero eso es otra cosa.

- Pero ¡güüüeeepa!

- Eso sí.

No hay noticias buenas. Cuando por casualidad vemos alguna, lo más probable es que sea mentira. Y la rectifican. Pero hasta las rectificaciones son malas. Son malos hasta los anuncios (para no hablar de la ortografía). Han venido apareciendo, por ejemplo, y por lo visto sin que nadie se dé cuenta de la amenaza que encierran, unos anuncios aterradores de una empresa de aviación que ofrece vuelos hacia. No a, ni hasta, y ni siquiera un guión: Bogotá-Caracas, pongamos. Sino vuelos, pongamos, de Bogotá hacia Caracas. Es decir: dan a entender que es probable que, aunque vaya en la ruta correcta, el avión no llegará a su destino. Y a eso lo llaman una buena noticia.

También hay otras, que aparecen en los periódicos con cierta regularidad, que son noticias, digamos, de índole consolatoria. Que un señor de Roldanillo descubrió cómo calafatear naves espaciales con pasta de borojó y se va a montar una fábrica que dará empleo directo a 300.000 colombianos. Las lee uno, y se entusiasma, o por lo menos se tranquiliza: no todo es malo, y la malicia indígena nos sacará adelante una vez más.

Como si la malicia pudiera ser buena.

Y hay finalmente una noticia que retorna una y otra vez, con la regularidad de los cuerpos celestes. La de que, según una encuesta realizada en los cinco continentes entre personas de todas las edades y religiones y razas y sexos, los colombianos somos los más felices del mundo.

¡Y güepa!

Acabo de volver a leer esa noticia recurrente ayer mismo. En esta última versión añadía que "la encuesta revela que la familia es el aspecto que más felicidad genera en las personas". Se ve que los encuestadores no han leído en la prensa colombiana las estadísticas de violencia intrafamiliar. Pero bueno: lo que pasa es que se trata de una violencia de borrachera, de güepa.

Una última noticia: el trago que están vendiendo para las fiestas navideñas está adulterado y produce ceguera.

Pero de eso se trata ¿no? ¡Y güüüeeepa!

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