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Y Germán, ahí…

Aunque las encuestas no lo favorezcan, a Vargas Lleras le conviene lo que está pasando: que ni en la izquierda ni en la derecha cuajen las coaliciones.

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
13 de enero de 2018

El pasado diciembre no fue un buen mes para el exvicepresidente Germán Vargas Lleras. Todas las encuestas lo mostraron a la baja y las puertas de una consulta interpartidista para concretar alianzas quedaron cerradas para él. Cuando parecía que otras coaliciones, en cambio, se estaban cocinando e iban por buen camino, Vargas Lleras lucía irremediablemente solo en una contienda política en la que la mayoría de analistas coinciden en señalar que las uniones deberían darse antes de la primera vuelta para evitar la fragmentación del voto en la izquierda y la derecha.

No obstante, Vargas Lleras le apuesta a otra cosa: a ganar escaños en el Congreso en el mes de marzo para mostrarse sólido en comparación con otros candidatos como Sergio Fajardo y a crecer su maquinaria regional a punta de alianzas que lo alejan del voto de opinión pero que, al final, le aseguran el voto cautivo de los que saben ganar en el Caribe, en el eje cafetero o en Santander. Si a ello se suma, que se quedará con las franquicias del Partido Conservador y Cambio Radical y que en La U muy probablemente tendrán que darle libertad a sus miembros para adherir a cualquier campaña a falta de un candidato propio, Vargas puede crecer en la recta final aunque las encuestas -que no son más que fotos del momento- digan, por ahora, otra cosa.

Pero lo que más le conviene a Vargas Lleras para garantizar su paso a la segunda vuelta es justamente lo que está pasando: que ni en la izquierda ni en la derecha se hayan puesto de acuerdo para superar las trabas que los alejan de unas candidaturas únicas a lado y lado.

Vargas Lleras se frota las manos viendo cómo en la coalición de los expresidentes Pastrana y Uribe siguen permitiendo que la guerra fría entre Marta Lucía Ramírez e Iván Duque avance y cómo algunos están obsesionados con espantar a Ordóñez anticipadamente.

Vargas también debe alegrarse del trabajo que Gustavo Petro está haciendo por él: nada mejor que tenerlo marcando bien en las encuestas para usarlo como el ‘coco’ que solo él puede detener, y nada mejor que verlo incapaz de sumar porque todo el resto de centro-izquierda ve en Petro un elemento tóxico a la hora de hacer alianzas.

También Vargas gana con el exceso de confianza de Sergio Fajardo. Si este último sigue creyendo que solo y sin coaliciones puede llegar a la segunda vuelta, prontamente la buena suerte se le acabará.

Sin una alianza sólida en la centro-izquierda que parece más difícil de concretarse que la del otro lado del espectro político, el único que puede pelechar en medio de tanta división será Vargas con la ayuda de sus amigotes en las regiones.

Es verdad, que todavía queda mucho por contar y que en la política lo único cierto es lo que ya pasó pero si los unos y los otros no se pellizcan, le estarán dejando libre el camino a Germán para que renazca de las cenizas y vuelva a comprobar que una cosa es la que pasa en los medios y en las redes y otra muy distinta la que ocurre en las urnas y en la ‘realpolitik’ de la que Vargas sabe mucho. Demasiado, quizá.

Twitter @JoseMAcevedo       

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