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¿Y la derecha?

Colombia necesita, ahora más que nunca un gerente y no un ‘influencer’ adicto a decir mentiras en las redes sociales.

María Andrea Nieto
31 de julio de 2021

Los ciudadanos que no quieren ver a Gustavo Petro como presidente de Colombia están asustados. El líder de la extrema izquierda ha adelantado una campaña en cuyas propuestas de modelo comunista está incluido el ataque a la propiedad privada, la lucha de clases, una marcada desidia por la libertad de empresa y una evidente ignorancia en materia de política monetaria. Los bogotanos, además, pueden dar fe de los nulos resultados en su paso por la alcaldía, por más que el candidato active sus bodegas para contradecir la verdad, su alcaldía fue nefasta.

Por eso la gente tiene miedo y se pregunta, ¿qué está pensando hacer la derecha? Por supuesto, de inmediato los ojos viran hacia el expresidente Álvaro Uribe Vélez, que además de tener un proceso judicial a sus espaldas, tiene el desgaste que le ha propiciado el Gobierno del presidente Iván Duque. Uribe no es el de antes.

Sin Uribe de lleno y aunque no sea notorio, la derecha se está moviendo para organizarse. Parecería haber un acuerdo que consiste en que los partidos políticos como el Centro Democrático, Conservador, La U, eventualmente Cambio Radicaly el aglutinamiento de los exgobernadores que están en campaña como Luis Pérez y Eduardo Verano de la Rosa, llegarían a una ‘convergencia’ en la que se definirían precandidatos en el mes de noviembre de este año para luego participar en una gran consulta de la derecha en el mes de marzo de 2022, a la par de las elecciones del Congreso. De ahí aspiran a que salga la fórmula presidencial.

Veamos cada caso.

Por ahora, en el Centro Democrático hay varios candidatos que andan en campaña. La senadora María Fernanda Cabal, el exviceministro Rafael Nieto, el senador Ernesto Macías y el representante Edward Rodríguez, estos dos últimos parecerían estar siendo impulsados desde la Casa de Nariño, pero con cierta incertidumbre porque a ningún candidato de ese partido le convendría ser identificado como el candidato del Gobierno.

Y, desde luego, está Óscar Iván Zuluaga.

Zuluaga obtuvo en 2014 casi siete millones de votos. Contó con el respaldo de Uribe y con las bases del partido. Nunca se sabrá si le robaron las elecciones o no a punta de mermelada, pero ese sabor amargo de la derrota, más el cierre de la investigación en contra de su hijo David Zuluaga, le han servido para tomar un nuevo impulso. Lo que no es claro es que le alcance.

Dicen que estaría pensando en recoger firmas y adelantar su campaña por fuera del partido. Una opción que dividiría al Centro Democrático, que, como colectividad, buscará un mecanismo interno para definir su candidato en noviembre. No le quedaría bien a Zuluaga salirse de su casa a buscar firmas. Pero cada cual es libre de hacer lo que plazca. Al fin de cuentas vivimos en una democracia y las personas son libres de participar en política como a bien tengan. El problema de Óscar Iván es que es un candidato que no emociona. Tiene todos los méritos políticos y personales, pero tal vez, y hay que decirlo con todo el respeto, su tiempo ya pasó. La gente en Colombia quiere un cambio y Óscar Iván no representa la frescura de lo que se puede necesitar.

La encrucijada en el alma de Zuluaga de si abrir tolda aparte o dejarse medir en el interior de su partido es correr el riesgo de que la Cabal le gane. Hasta ahora, nadie contaba con que la aspiración de la senadora se convirtiera en un hecho político real. Tal vez Zuluaga no quiere arriesgarse a perder en el interior de su propio partido. Pero debería pensar en tampoco propiciar una división.

Lo importante es que dentro del Centro Democrático haya criterio, organización, principio de realidad y capacidad para dejar a un lado los egos y que prime el bienestar del país.

El Partido de la U contará, con seguridad, con la exgobernadora del Valle Dilian Francisca Toro y Cambio Radical definirá la participación en la convergencia de la derecha dependiendo del cálculo político de su único jefe, Germán Vargas Lleras, que esperemos (con todo respeto también) evalúe que el último tren pudo haberle pasado ya.

Y aunque no hay muertos políticos, reitero que lo que queremos los colombianos es una fórmula presidencial que garantice orden, seguridad, crecimiento económico, respeto por las instituciones, cero tolerancia con la corrupción y, sobre todo, capacidad gerencial. Es decir, todo lo contrario a Gustavo Petro y a Claudia López.

Las dos grandes incógnitas serán Enrique Peñalosa, que anda recogiendo firmas, y Federico Gutiérrez, que no ha dejado entrever el camino que va a recorrer. Por ahora, Álex Char salió del partidor, dicen que porque el papá le dijo que no.

La centroderecha y la derecha en Colombia deben tener claro que para garantizar cuatro años de democracia, libre mercado, existencia de la propiedad privada, seguridad y luchar contra el flagelo del narcotráfico deberán demostrar que es posible llegar a acuerdos programáticos sin las peloteras que ocurren en la izquierda.

A diferencia de lo que sucede con la Colombia Humana, donde reina Petro, y de la ‘coalición de la esperanza’, donde lo hace Juan Manuel Santos, la capacidad de sincronía es clave para enviarles a los electores un mensaje contundente y es que bajo ninguna circunstancia se permitirá que Colombia sea conducida como lo quiere la izquierda, hacia la conversión de una Venezuela II. Colombia necesita, ahora más que nunca, un gerente y no un ‘influencer’ adicto a decir mentiras en las redes sociales.

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