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Yair Klein y otros extraditables

Este caso hace recordar el de los tres irlandeses, James Monaghan, Martin MCCauley y Niall Conally, condenados en ausencia por entrenar a las Farc.

Semana
28 de agosto de 2010

Es muy encomiable la actitud del gobierno de Rusia al apresar y disponerse a extraditar a Colombia al fugitivo de nuestra justicia Yair Klein. Ojalá otros gobiernos tuvieran la misma disposición con la justicia colombiana para detener y extraditar a los tres irlandeses fugitivos que aquí fueron condenados por instruir a las Farc en tácticas de terrorismo.

Como se sabe, Yair Klein fue condenado en ausencia a diez años de cárcel por un juez de Manizales por entrenar a grupos irregulares financiados entonces por Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, entre otros capos del narcotráfico. Estas bandas posteriormente ensangrentaron el país. Pero el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, haciendo eco a las ONG nacionales e internacionales que injustamente acusan al Estado colombiano de ser un violador masivo y sistemático de los derechos humanos, sentenció que Rusia no podía extraditar a Klein a Colombia porque su vida corría peligro y podía ser víctima de torturas y malos tratos por nuestros funcionarios gubernamentales.

Definitivamente, nadie sabe para quién trabaja: el señor Klein, quien auspició la violación de los derechos humanos en Colombia, ahora se apoya en los argumentos de las ONG defensoras de los derechos humanos, para impedir la acción de la justicia colombiana contra él. No obstante, el gobierno ruso dice que Klein no ha podido demostrar los riesgos que correría si fuese extraditado. Por otra parte, la Cancillería colombiana ha asegurado que Klein sería recluido en la cárcel de máxima seguridad de Cómbita, Boyacá, que según las Naciones Unidas tiene los más altos calificativos en materia de protección de los derechos humanos. Esperemos entonces que el Tribunal de Estrasburgo les otorgue más crédito a gobiernos legítimos que a ciertas ONG y proceda a la extradición de Klein.

Este caso hace recordar el de los tres irlandeses, James Monaghan, Martin McCauley y Niall Connaly, quienes en ausencia, luego de su fuga, fueron condenados en diciembre de 2004 en segunda instancia por la Sala Penal del Tribunal de Bogotá, por haber entrenado durante cinco semanas a las Farc en la fabricación de explosivos y uso de armas no convencionales. Este entrenamiento incluyó la elaboración y el uso de los tristemente célebres cilindros bomba con los que las Farc destruyeron decenas de edificios públicos y centenares de humildes viviendas en decenas de poblados campesinos, provocando masacres como la de Bojayá, en Chocó. Según la BBC News, los irlandeses, miembros del IRA, utilizaron a Colombia como terreno de experimentación para probar nuevas armas y explosivos. Y según fuerzas de seguridad británicas citadas por el Sunday Telegraph, esos sujetos ensayaban en Colombia una "superbomba equivalente a una pequeña explosión nuclear capaz de matar a cientos de personas y de destruir un búnker". (Eduardo Mackenzie, Las Farc, fracaso de un terrorismo, pág. 491). Pero el juez de primera instancia los absolvió por falta de pruebas (qué raro, ¿no? ), aceptando su argumento de que estaban haciendo "ecoturismo". Y mientras llegó el fallo de segunda instancia, se volaron.

Esta misión terrorista en Colombia fue autorizada por los jefes del IRA en el momento mismo en que realizaban conversaciones de paz con el gobierno británico. Y, al parecer, esta era una operación encubierta para financiar, con recursos de las Farc procedentes del narcotráfico, del secuestro y de otros actos criminales, las campañas políticas del Sinn Fein, brazo político del IRA. De hecho, Martin McCauley, uno de los tres condenados en Colombia, era director de campañas electorales del Sinn Fein (Loretta Napoleoni, Yihad, pág. 85). En su momento, la Fiscalía colombiana emitió una orden internacional de captura contra estos tres sujetos, pero el apoyo al terrorismo de las Farc quedó solapado bajo los acuerdos de paz del IRA con el gobierno británico. Y así nos quedamos hasta hoy, sin verdad, ni justicia, ni reparación. Pero ninguna ONG ha reclamado por esto.

La extradición de Yair Klein sería un buen precedente para que otros gobiernos atendieran los reclamos de Colombia y nos entregaran a más de un ciudadano del primer mundo fugitivo de nuestra justicia que anda libre e impune por el planeta, luego de haber apoyado aquí la barbarie terrorista. Sería la prueba de que la cacareada justicia global no es solo para los de ruana. Por esta causa hay un buen puñado de extranjeros extraditables.

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