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6M: el país que queremos

Semana
17 de febrero de 2008

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El número de desplazados forzados, de asesinados, torturados, ejecutados, secuestrados, desaparecidos, refugiados, asilados políticos y por discriminación sexual, no caben en nuestra cabeza y mucho menos en nuestro corazón, pero las cifras de los crímenes de odio contra la población civil en Colombia, son impresionantes.

En Colombia, agentes del Estado y  paramilitares, violan los derechos humanos y el derecho humanitario. No es necesario ser un líder político o sindical para ser victima de los crímenes de Estado o de las fuerzas que son sus aliadas: los paras, ya sean paramilitares o parapolíticos. También son victimas de estas fuerzas oscuras, los indígenas, los pequeños propietarios de tierras y ganado, los maestros, los artistas, los intelectuales, los investigadores sociales y los líderes LGBT.

Las personas son victimas de masacres  y asesinadas de las formas mas brutales; muchas veces torturadas y cortadas en pedazos aun estando vivas, les han puesto sal en sus heridas y sus cadáveres enterrados en fosas comunes o lanzadas a las corrientes de los ríos; las mujeres violadas y vulneradas sexualmente delante de sus parejas y sus hijos, sus fetos arrancados de sus vientres. Los jóvenes obligados a combatir en guerras que no son suyas y “defendiendo ideas” en las que no están de acuerdo.

Algunos pocos paramilitares se han desmovilizado, los “reinsertados” continúan delinquiendo desde las cárceles y muy pocos parapolíticos han sido investigados, pero muchos más continúan en cargos públicos y diplomáticos y la extradición es sólo para los opositores del gobierno.

No hay que ser una victima de crímenes de Estado para querer un país diferente, un país en el que no se oculte la realidad, un país en que no haya victimas y en que cualquier victima del conflicto interno, ya sea guerrilla, paramilitar o agente estatal, sea valorada en sus derechos como ser humano y compatriota.

No hay victimas de segunda clase, no hay victimas menos importantes, cualquiera que sea la fuente de violencia, exclusión, separación social, violencia física o emocional es importante de ahí la importancia de construir un país sin victimas, una Colombia en la que las diferencias ideológicas sean posibles, la democracia un hecho real y la convivencia, realmente solidaria.

Mis amores no están con las FARC, tampoco están con los paramilitares, o con los agentes del estado que se toman el derecho sobre la vida, libertad y propiedades de mis compatriotas; mis amores están con todos aquellos y aquellas que entienden, asumen y hacen lo posible para que Colombia sea el mejor vividero del mundo.