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Alexandra Uribe: te extrañaremos

Semana
20 de diciembre de 2007

 


Cuando los amigos no están la distancia se hace más grande, pero cuando los llevamos en el corazón nada puede separarnos.

Alexandra Uribe, Ale,ya no está con nosotros, pero en mí (y en sus amigos) siempre quedará el recuerdo de una gran mujer, de una excelente persona, de un oído abierto a los problemas y necesidades de otros, la amiga con la que siempre se podía contar.

A la periodista Alexandra la conocí en 1989, cuando siendo Directora del Programa Enfoque que emitía RCN Televisión, le propuse realizar una emisión en la que habláramos sobre la importancia del uso del condón. Usamos imágenes explicitas en las que yo ponía un condón sobre un pene de látex. Muchos colombianos jamás olvidarán que esa fue la primera vez que se abordó, de manera directa, el tema de la prevención del sida y las enfermedades de transmisión sexual en nuestro país.

En ese mismo espacio televisivo la vimos muchas veces produciendo programas en los que, temas que parecían demasiado cotidianos, contenían mensajes directos para mejorar la calidad de vida de su madre, Maruja Pachón, durante su secuestro. Su trabajo periodístico de gran sensibilidad social, la llevó a merecer el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar.

Siempre buscó hacer equipo con sus amigos para cometer proyectos profesionales que le proporcionaban siempre, más que dinero, grandes satisfacciones humanas y morales. Recorrió el país varías veces desentrañando para la televisión historias de la gente, unas veces porque adquirían vivienda subsidiada, otras para revelar los avances de la Constitución, otras más recogiendo como los programas gubernamentales escamoteaban la inmensa pobreza de las gentes.

Fue ella la mujer que pensó que Colombia necesitaba hablar más del amor que de la guerra, y se dio mañas para que en El Espectador publicara, semana a semana, su columna sobre el amor. Tema que le apasionó hasta el punto de escribir su famoso libro Manual de Sexo para Señoras en el que, como siempre, habló con lenguaje claro y sencillo sobre cómo lograr una sexualidad de pareja satisfactoria para cada uno. En su enorme generosidad y bondad, me dio la oportunidad de prologar su libro; me enorgullece haber creído en sus ideas y haberla acompañado como cómplice y amigo en el programa de televisión el “Show del corazón”, de compartir por varios años su oficina y haber gozado de su ternura, respeto y solidaridad, porque solo quien ve los derechos humanos en su plenitud, se niega como ella lo hacía, a no aceptar la diferencia en las distintas posibilidades de construcción del ser humano.

No siempre fue comprendida, incluso por algunos de sus seres cercanos, pero, a pesar de ello, sobre las grandes dificultades siempre primó el amor del que tanto necesitaba y que estaba tan dispuesta a entregar. Amor que salía por sus poros, que invadía los espacios que ocupaba y que, al igual que su inteligencia, la hacían sobresalir.

Sus amigos desde la universidad -que también son mis amigos-, siempre destacaron en ella su desparpajo, sencillez y franqueza para ser, hacer y decir en la vida, consecuente con sus convicciones, sueños y anhelos.

Reíamos montones, tal vez porque era barato; en alguna ocasión casi no paramos de reír cuando la señora que ayudaba en casa de su madre nos dijo que no se le podía interrumpir porque estaba hablando con el viejito, ese chiquito que ahora venia casi todos los días. Se refería a García Márquez quien estaba haciendo las entrevistas para Crónica de un Secuestro.

Se dice que de los fallecidos siempre se afirman cosas buenas, me alegra que en este caso no sea un cliché. A pesar de las adversidades sus hijos, Pablo, de Jorge Medina y María José de Alejandro Junca fueron su centro y razón y para los cuales siempre buscó lo mejor. Con ella aprendí que se puede ser buen amigo y cómplice de las ex parejas, que la familia siempre será la familia y que de las adversidades se puede aprender mucho de uno mismo y de la vida.

Muchos de los que leyeron sus columnas, seguirán agradecidos por el tiempo que les entregó y con el que logró acompañarlos para mejorar sus vidas. Muchos más, especialmente sus amigos recordarán a Ale en su faceta de compañera de estudios, de periodista, de amiga, como pensadora y política, hablando de cine o bailando salsa en su casa o en el Goce Pagano. Yo siempre la recordaré contemplando el atardecer desde la ventana de su oficina, mirando al cerro y pensando sobre el porvenir que le esperaba al país con los chicos que jugaban en el Gimnasio Moderno.
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La foto: En la imagen aparece Ale. El camarografo es Alejandro Junca. Foto by Búnker. La fecha es hace unos 10 años...