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Anotaciones, muy preliminares, sobre lógica femenina

Semana
2 de noviembre de 2012

 

Amo ser psicoanalista. Tal vez, lo que más me divierte de ello es buscar conocimiento en cada detalle, un hábito del pensamiento que me enseñaron en la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis. Cualquier banalidad es importante, si se sabe mirarla, claro está. De modo que, así, el mundo se vuelve un lugar lleno de sorpresas. En cualquier parte pueden encontrarse verdades inefables, en el momento más inesperado. Se trata de un lugar fascinante lleno de cosas por descubrir. Al concebirlo así, no hay posibilidades para el tedio, a diario se confirma que la vida en nada se parece a lo que se imagina. Es una escuela maravillosa que cada día enseña algo nuevo. Porque, aun cuando la humanidad va de tumbo en tumbo, de error en error, de conflicto en conflicto, también hay progreso, espacio para aprender a partir de la experiencia y perdonar, para amar y construir, para crear y desarrollar, incluso para curarse, elaborar y solucionar.

 

Cuando me invitaron a redactar estas pálidas letras sobre qué quieren las mujeres, no falló mi entrenamiento. De inmediato se me vino la cabeza, Tu Eres la Reina, una canción del folklor del Caribe colombiano, del cantautor vallenato, Diomedes Díaz. Y dice:

 

Pueden haber más bellas que tu,

habrá otras con más poder que tu;

pueden existir en este mundo, pero eres la reina.

 

Las hay con corona de cristal,

y tienen todas las perlas del mar,

tal vez, pero en mi corazón, tu eres la reina.

 

Una reina sin tesoros ni tierras,

que me enseñó la manera de vivir nada más,

a estas horas de la vida lamento

haber gastado mi tiempo en cosas que no están.

 

Quiero, que nunca olvides cuanto este hombre te quiere,

y que deseo que algún día me cierres los ojos por mí,

sola, me acompañaste en tantas luchas que tuve,

y hoy que he ganado en casi todas, no dudes, seguirás en mi.

 

 

Pero, como afirmaba mi maestro, Simón Brainsky: siempre es mejor conocer la obra que al autor. De manera que no discutiremos en esta publicación la biografía de este célebre y controversial artista, quién, entre otras cosas, y hablando de mujeres, tuvo problemas judiciales a causa de la muerte en circunstancias misteriosas de una de sus parejas. Aun así, en este vallenato hay conocimiento a la hora de ahondar un poco más en la lógica femenina. Porque en el caso de la relación sincera y adulta siempre es mejor preguntarse, ¿qué puedo hacer por mi pareja?, en lugar de, ¿qué puede hacer por mí? De manera que quién espera encontrar aquí el ABC de cómo seducirlas, es mejor que deje de leer en este momento. Se trata más bien de comprender, para que hombres y mujeres convivan con más satisfacción y equilibrio y justicia. Así ya se haya redactado una literatura voluminosa sobre como el buen marido es alguien dotado con el don de la clarividencia, así que no hay que desesperar, los hombres siempre las defraudaremos, no las entendemos, mientras que ellas sí pueden leernos como a un libro abierto. Esto es muy desconcertante.

 

Nunca antes en la historia de la humanidad las mujeres habían sido una fuerza tan grande y poderosa, en todos los campos. Una maravilla del mundo moderno es la liberación femenina. Les abrió la puerta a todos los ámbitos del deporte, la economía, las fuerzas militares, el gobierno y la academia. Son interesantísimas. Y también tienen la potencialidad de la maternidad. ¡Son asombrosas, logran todo lo que se proponen! Además la ciencia de la estética, el arte del maquillaje y la industria de la moda, hicieron que todas fueran todavía más bellas. Ya no es raro encontrar mujeres que aun cuando son abuelas sabias, razonables y dulces, se ven como unas jovencitas. Logros y aciertos de este mundo moderno, populoso y globalizado, conectado por la telefonía celular, la Internet y la televisión de pantalla plana de alta resolución. No me sorprendería que en un futuro, no muy lejano, los pensadores de Hollywood lanzaran al mercado el cine porno en 3D.

 

Así que, en primera instancia, ellas quieren amar y ser amadas, allí no hay sorpresa, ni diferencia alguna con los hombres. Añoran sentirse únicas, especiales. Lo cual me hace pensar que los problemas existenciales no cambian. Al fin y al cabo, esta es una necesidad básica del ser humano, a pesar del progreso y el desarrollo. Pero ellas, en esta misma línea, tienen un sentido especial de lo práctico y lo cotidiano, de lo confortable y lo bello, incluso de lo moralmente bueno, de manera que logran plasmar su ser a través de la habitualidad en algo tan concreto, y a la vez artístico, como el espacio que habitan. El hogar, no solo en el sentido de la propiedad de la finca raíz, se trata del lar: el punto de encuentro, el sitio acogedor donde la vida se desenvuelve, el ambiente a donde todo sucede, el lugar que habita la familia. Además cuando aman, quieren ser solidarias, apoyar y ayudar a que quienes las rodean sean lo mejor que puedan llegar a ser. Y tal vez por su disposición maternal, en algunas oportunidades, para ellas llega a ser razonable educar y rescatar a los hombres, por ejemplo. Sucede que con frecuencia quieren ser estables. Esperan la lealtad completa, porque eso es lo que dan, y no aceptan nada menos, reclaman la devoción absoluta.

 

Trata ser, mientras se pueda, conmigo feliz.

Sólo se tiene la dicha un instante no más.

 

Y todavía no falta quien me la llame,

que si es traviesa mi reina coqueta.

Siendo que con esos ojos del valle,

todos saben que yo no quiero fiesta.

 

Pueden haber más nobles que tu,

habrá otras con más honor que tu,

pueden existir en esta vida, pero eres la reina:

tú no pides nada por tu amor,

tú no quieres nada por tu amor,

y aunque en tu castillo nada tengas, tu eres la reina.

 

Una reina sin tesoros, ni tierras,

que me enseñó la manera de vivir nada más,

a estas horas de la vida lamento

haber gastado mi tiempo en cosas que no están.

 

 

Adoran sentirse necesitadas, sin exagerar claro está, porque también se impacientan con la rutina. A esto mi papá diría: mijo, a las mujeres hay que sacarlas, ellas se aburren en la casa. Y llega un momento en que no quieren nada. Entonces se transforman de dulces hechiceras en aguerridas combatientes que a cualquiera intimidarían. Incluso algunas llegan hasta el extremo de volverse damas bastante insoportables. Periódicamente sucede esto. Hay quienes insisten en que esta metamorfosis se debe a los cambios de los ciclos lunares, otros piensan que tiene que ver simple y llanamente con la periodicidad menstrual. Yo soy de los que piensan que todo lo humano es psicosomático, en virtud de la concomitancia entre los sucesos del cuerpo y los de la mente, sin embargo estos sinsabores cíclicos no son un fenómeno universal ni constante, de manera que todo indica que estas oscilaciones del ánimo tienen que ver con el momento vital de cada cual.

 

En todo caso, siempre se necesita expresar la agresividad, pero, en condiciones ideales, de una manera civilizada. Y allí también hay algo constructivo, pues podríamos conjeturar que ellas ponen a prueba periódicamente la estabilidad del amor. Eventos que hacen pensar que Sigmund Freud tenía razón. En 1905 escribió, en Tres Ensayos Sobre la Teoría Sexual, que las mujeres no conocían la ansiedad de castración, de manera que tenían una actitud mucho más casual hacia la autoridad y eran más libres a la hora de expresar sus inconformidades. Es por eso que tantos señores no dejan de sorprenderse cuando ven como ellas, siendo tan dulces y suaves, tan delicadas y gráciles, son capaces de iras increíbles, con rencores eternos. Cómo utilizan su habilidad verbal extraordinaria para las diatribas más incendiarias y los insultos más ignominiosos, que en algunas oportunidades hasta aportan nuevos vocablos y giros al idioma.  

 

Así que quieren comunicarse, y esta es otra necesidad humana fundamental, se trata de entender y ser entendidas. Pero aquí tampoco hay diferencia con los señores. Aun cuando ellas no solo son elocuentes con la palabra, también lo son con el lenguaje preverbal. Incluso son capaces de miradas homicidas. No son solo espíritu. De la misma manera en que son capaces de las miradas más tiernas, también son concupiscentes, urden fantasías sexuales como un tipo, y miran al hombre con codicia, con ojos soeces.

 

Dicta tu voluntad contra la mía señor

que a donde vaya, sigues siendo mi amor, mi felicidad;

dejo a mis amigos estos versos buenos,

a los que saben cuánto di por tus besos, cuánto de verdad.

 

Trata ser mientras se pueda conmigo feliz,

sólo se tiene la dicha un instante no más.

 

Y todavía no falta quien me la llame,

que si es traviesa mi reina coqueta.

Siendo que con esos ojos del valle

todos saben que yo no quiero fiesta.

 

Que me vieron con Gustavo Gutiérrez,

que vieron con Santiago pasar,

que me vieron en San Juan con Diomedes

y después cogimos pa' Carrizal;

todo eso le dicen a mi reina,

solamente para hacerla pelear,

pero yo siempre llego al novalito

porque nunca le puedo fallar...

 

Les gusta ser admiradas, ser tomadas en cuenta, incluso, que las detallen. Aquí tampoco hay diferencia con un hombre cualquiera. Pero no siempre quieren ser vistas con insistencia, tampoco en todas las circunstancias, mucho menos por todo el mundo. Así que los hombres, si no quieren morir vírgenes, deben desarrollar la habilidad de mirar las piernas y el escote como quien no quiere la cosa, con tacto. Que ella sepa que la contempla con entrega, sí, pero sin exagerar, que no sienta que la diseca. Por otro lado, con frecuencia son celosas, posesivas, vehementes a la hora de luchar por lo propio. Tal vez se trata de conductas originadas en que son despiadadas a la hora de sobrevivir y proteger a sus crías. De modo que tampoco hay que andar por ahí, mirándolas a todas.

 

En suma, la conducta de ellas, al igual que la de los señores, está llena matices y contradicciones, el asunto está en que lo destructivo se ponga al servicio de lo constructivo, como siempre. De manera que la diferencia está en que aun cuando al igual que los hombres quieren amar y ser amadas, expresar la agresividad de una manera socialmente aceptada, sin ser agredidas, entender y ser comprendidas, hacen sus solicitudes emocionales con una cualidad especial que hemos coincidido en llamarla feminidad.

 

Y con estas breves reflexiones se cumple una vez más que el conocimiento se encuentra en los lugares más inesperados. Quién iba a imaginar que esta composición de Diomedes Díaz pudiera servir de modelo heurístico para pensar sobre las necesidades afectivas de la pareja, para reflexionar sobre las dificultades a la hora de expresar y comprender sentimientos y vulnerabilidades. De aquí, precisamente, surgió este trabajo de psicoanálisis aplicado dirigido en especial a quién no tiene entrenamiento en este campo, pero sí le interesa estudiar un poco más la condición humana.