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Bogotá presenta nuevos síntomas en violencia urbana

Semana
4 de noviembre de 2010

En entrevista con la Corporación Nuevo Arco Iris, el concejal del Partido Verde Antonio Sanguino, asegura que es necesario que las políticas en materia de seguridad en el distrito se ajusten y se articulen con las políticas del orden nacional para enfrentar los nuevos brotes de violencia que en ella se vienen presentando, luego de la desmovilización de las autodefensas colombianas y el posterior surgimiento de bandas emergentes.

Corporación Nuevo Arco Iris (CNAI): Las cifras de inseguridad en Bogotá no reducen por eso surge la pregunta de si Bogotá se ha preparado para enfrentar los delitos menores.

Antonio Sanguino (AS): En estos momentos hay elementos que se están combinando y que están afectando la percepción de inseguridad de los ciudadanos, no solo en Bogotá, sino de conjunto en las ciudades del país. Esto hace que no solo tengamos un deterioro en las cifras de delitos menores, sino también en los delitos de alto impacto. El deterioro de la seguridad no solo es en Bogotá, esto ocurre también en las principales ciudades del país, y ocurre luego de la desmovilización de las autodefensas colombianas y ocurre de forma simultánea al surgimiento de bandas emergentes del paramilitarismo. Si se compara las cifras de Cali y Medellín, vemos que la ciudad donde menos se ha sufrido la ola de violencia que surgió después de la reinserción de las AUC es Bogotá, hecho reconocido por el mismo Presidente de la República Juan Manuel Santos.

CNAI: ¿A qué elementos se refiere?

AS: Estamos presenciando nuevas modalidades delincuenciales que prácticamente habían desaparecido de la seguridad en la ciudad, como por ejemplo el sicariato y el ajuste de cuentas. En días pasados ocurrió el asesinato de tres personas en la Tienda Aguapanelas, que según información de los medios de comunicación, hacía parte de las bandas emergentes que operan en el Valle del Cauca.

CNAI: Pero estos delitos son de alto impacto y el aumento se da en delitos menores

AS: Tiene razón, pero no hay que desconocer que estos delitos menores están asociados a redes mucho más complejas de delincuencia urbana, las que están ligadas a fenómenos de expansión de las bandas emergentes que se articulan a estas dinámicas de violencia y delincuencia en la ciudad, es decir que estos se están vinculando orgánicamente a estas figuras de crimen organizado derivados de las antiguas autodefensas.

CNAI: ¿No será que los castigos judiciales para estos casos son pocos o más bien son inexistentes?

AS: La respuesta a esa pregunta tiene que ver con una advertencia que hizo el propio alcalde de Medellín al gobierno de Juan Manuel Santos, y es la solicitud de endurecer y de mejorar los procedimientos judiciales para atender las denuncias de delitos menores, porque esta laxitud desestimula a los ciudadanos para denunciar los robos o delitos menores. Colombia tiene un serio problema de administración de la justicia y que por el momento pretende ser subsanado por el proyecto de estatuto de seguridad ciudadana que ha presentado el gobierno de Juan Manuel Santos.

CNAI: ¿Esto si será suficiente para enfrentar el problema?

AS: Por supuesto que no, para esto es necesario contar con una mayor disposición y una mejora en la Policía Nacional, que tiene la obligación de perseguir ese tipo de delitos y que a la vez permita que el ciudadano no perciba a la fuerza pública como una institución que es complaciente con este tipo de hechos.

CNAI: ¿Cómo califica la gestión desarrollada por el gobierno distrital en esta materia?

AS: La actitud del gobierno distrital no ha sido, ni será la mejor mientras no se entienda que la violencia urbana tiene nuevos rasgos. Aquí se debe ser consciente de que los problemas de inseguridad en Bogotá no se pueden resolver única y exclusivamente con la política de seguridad y convivencia que la ciudad ha construido en los últimos quince años por buena que esta sea.

CNAI: ¿Cuales son las medidas que estima conveniente para que el gobierno distrital mejore su gestión en materia de seguridad y enfrente eso que usted llama nuevos síntomas en la violencia urbana?

AS: Para estos nuevos síntomas se requieren nuevas medicinas que complementen la política de seguridad que hasta el momento ha sido exitosa, pero que resulta insuficiente ante la aparición por ejemplo de fenómenos que eventualmente están asociados a bandas emergentes y que de manera inevitable altera el orden público de la ciudad. Lo que significa que la política de seguridad requiere una modificación en el sistema de inteligencia que permita una mayor eficacia en la persecución de este tipo de actores y para esto se necesita que la coordinación entre los gobiernos distrital y nacional no se politicen.

CNAI: ¿Pero ya está comprobado que el problema no se arregla con más policías y cámaras de seguridad?

AS: Por esto considero que lo primero es una mejor articulación entre las autoridades civiles, judiciales y de policía con la ciudadanía, lo mismo que con las empresas de seguridad privada. También se debe hacer una reactivación de los frentes de seguridad local.

CNAI: ¿Pero esto es algo que se ha venido ejecutado en las últimas administraciones, si es necesario reforzarlo quiere decir que la gestión no ha sido lo suficientemente efectiva para que los índices de inseguridad lleguen a un solo dígito?

AS: En esto no hay que hacerse ilusiones. No conozco ninguna ciudad en el mundo donde las cifras de violencia sean de cero, pero si debo ser sincero y reconocer que la administración distrital incumplió en su meta propuesta en el Plan de Desarrollo de reducir los homicidios a 13 o 14 por cada 100 mil habitantes.

CNAI: ¿No será que los problemas actuales de orden público en lo urbano como consecuencia de la desmovilización de las autodefensas colombianas, y el posterior surgimiento de grupos emergentes demuestran que falta articulación entre las políticas de seguridad nacional y distrital?.

AS: Seguramente, pero no por eso se debe olvidar que en las alcaldías de Sergio Fajardo en Medellín y Luís Eduardo Garzón en Bogotá, desarrollaron unas políticas complementarias para atender la reinserción de grupos armados a las políticas nacionales. El problema es que estas resultaron insuficientes, porque la ley 975 ignoró el carácter mafioso de los grupos que se estaban desmovilizando y dejó sus estructuras políticas y económicas intactas, razón por la que hoy día tenemos nuevamente este problema.

CNAI: Bogotá no ha sido ajena a la utilización de menores de edad en la ejecución de delitos, ¿Qué se ha hecho para enfrentar este fenómeno?

AS: En los debates en el Concejo de Bogotá hemos advertido el incremento de estas, dejando en claro que una cosa es este fenómeno y otra es el crecimiento de tribus urbanas que no siempre están ligadas a fenómenos de delincuencia, pero que la ciudadanía tiende a confundir llevada por los atuendos característicos de cada uno de estas. Otro tema que hemos denunciado en el Concejo de Bogotá es el uso de menores de edad en lo que organizaciones como Nuevo Arco Iris denominan como microtráfico o narcomenudeo, mencionando el que bandas como los pascuales que operan al norte de la ciudad, rodean las instituciones educativas para ejercer el negocio a través de los estudiantes. Por eso pedimos al Congreso de la República que ajuste las políticas públicas de juventud a las nuevas realidades, sin que esto signifique un trato igualitario al que se le da a un delincuente , pero que tampoco exima al menor de algún tipo de responsabilidad judicial.

CNAI: En el año 2000 la Directora de la Fundación Ideas para la Paz, María Victoria Llorente desarrolló un estudio en el que concluyó que la violencia urbana en Bogotá no se reproducía como sucede en Cali o Medellín, por no estar ligada a fenómenos del narcotráfico o del conflicto armado, hoy vemos una realidad muy distinta, ¿Considera usted que las cosas cambiaron o que María Victoria Llorente se equivocó?

AS: Lo que considero es que el comportamiento de la violencia urbana no está definido, esta puede variar según las circunstancia del momento. Estoy de acuerdo con María Victoria Llorente cuando dice que Bogotá guarda cierta distancia del comportamiento en la violencia urbana de otras ciudades, sin embargo hay que reconocer que empiezan a aparecer síntomas de algunos eslabones de las estructuras delincuenciales de la ciudad que se están conectando con grupos mafiosos, prueba de eso es la caleta de dólares que se encontró en días pasados y que demuestra que se están lavando activos en la ciudad y por esto es necesario ejecutar acciones que eviten que esta se reproduzca como ha sucedido en Cali y Medellín.