Home

Blogs

Artículo

DIANA URIBE

Semana
25 de enero de 2012

 

                                                        

 

De los Uribe que no tienen casa al lado de Mancuso, de los mismos que no fueron amigos de Pablo, esta Uribe es de los Uribe a los que les tocó estudiar para vivir,  ella no es de los Uribe que a los 22 años ya son millonarios con concesiones del estado,  ésta es de los que tuvieron que ir al colegio y a la universidad para hacer una vida (como dicen las señoras).

 

Esta Uribe nos acompañó  a mi familia y a mi en vacaciones a un viaje por las carreteras de Colombia, esas mismas que dicen que se pueden usar gracias a otro Uribe, claro que están abandonadas y maltrechas en un 60 por ciento de su extensión aunque los peajes si se encuentren en un promedio de cada 150 kilómetros. ¿Será que a los soldados que levantan el pulgar a lo largo de toda la carretera les pagan con lo de los peajes??? Y bueno, decía que Diana Uribe se encaramó en el carro con mis dos hijos y mi enamorada y fue gracias a Diana que el viaje redondo entre Bogotá, Medellín,  Tolú, Cartagena pareció no tener huecos, derrumbes o pejaes caros (y estériles) pues la conversación de esta Uribe sin acento de carriel, nos llevó por el túnel del tiempo a un viaje virtual por las carreteras de la historia de América Latina.

 

Coloquial, serena, generosa y emocionada, Diana Uribe nos tomó de la mano, o mejor de la oreja, y mientras zigzagéabamos en el ascenso a Yarumal  ella nos mostraba el paisaje de la independencia de Méjico,  descendiendo hacia Caucasia nuestra mente veía la emancipación de Chile y Argentina y en el plano hacia Cartagena nos emocionaba señalando porque La Amurallada es la puerta de la libertad de América y porque el 11 de noviembre es algo de lejos más trascendental y emocionante que un reinado decadente de belleza, decadente por reinado y decadente por belleza.

 

De retorno a Tolú y con Cartagena a las espaldas entendimos la gesta de la libertad de la Nueva Granada y con el olor del mar de Coveñas en el viento revivimos el singular proceso de la independencia brasilera. El mal estado de las vías se sanó con la alfombra mágica que tendió el relato de esta Uribe emocionada y libertaria que no solamente nos contó de hechos y de fechas sino además de sentimientos y  emociones que deberían ser propias de todos los colombianos. 

 

Oyendo a esta Uribe sentimos en conjunto mi hijo, mi hija y mi enamorada que el amor por este país ciertamente está desvencijado tanto como las carreteras que nos recibían en su maltrecha superficie, reconocimos que el sentido de nuestra historia está corrupto como el resto del pensamiento nacional, gran logro del otro Uribe,  corromper el pensamiento.

 

Diana Uribe nos resucitó el dolor de un presente que abortó al pasado, un presente en el que lo inmediato como el reinado de belleza nos borró el heroísmo de los mártires de Cartagena. 

 

Los últimos 10 minutos de la  crónica de Las Independencias alientan el orgullo por nuestra historia y llenan la sangre de emoción, Diana optimista señala que nos somos peores que nadie y que nuestro proceso presente es equivalente al proceso de naciones que ahora maduras, viven holgadas en la democracia y en el respeto. Esta Uribe promulga la esperanza y dicho en simple afirma que lo que nos pasa no es grave, es lo que nos tiene que pasar.  En el carro los que la oímos nos conmovemos y le agradecemos la fraternidad. Silencio, los discos han finalizado y a pesar de la emoción sentida me deshago de este nudo en la garganta motivado por el honesto y cálido discurso de la Uribe y disiento de la visión optimista de Diana:   Sí, Diana,  es cierto, esta es nuestra edad media, pero a diferencia de los países que ahora llamamos del primer mundo a nosotros nos están madurando a golpes como a los plátanos verdes, nuestra edad media está siendo abortada también y la adultez nos llega a golpes premeditados que nos transforman cada vez más en una masa amorfa de consumo, violenta y frenética porque el proceso de crecimiento está alentado por hormonas y esteroides que nos inyectan con la proximidad informativa y cibernética, y a eso hay que sumarle que hace 200 años una orden desde España tomaba tres meses en llegar a Cartagena, hoy las órdenes llegan en millonésimas de segundos a la pantalla del blakberry de Uribes que no son usted