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LA CALUMNIA Y EL RUMOR

Semana
9 de septiembre de 2011

El viejo y gastado recurso de inhabilitar al adversario cuando este representa un verdadero peligro para ganar las elecciones, propio de ciudades y pueblos apartados, donde la política es manejada por intereses no tan claros, ha llegado a Bogotá, esta semana han intentado descartar a dos de los tres más serios competidores en la contienda.

 

Primero fue Gustavo Petro, cuando el columnista Fernando Londoño se refiere a una supuesta inhabilidad del candidato, aduciendo mañosamente que este fue supuestamente condenado por sentencia judicial (Constitución, artículo 179-1, régimen de inhabilidades que se traslada al Alcalde de Bogotá por el Decreto Ley 1421 de 1993).

 

Hoy aparece en El Espectador que el CNE estudia la revocatoria de la inscripción de Mockus, porque este renunció ante los medios de comunicación, pero que nunca hizo el trámite administrativo de presentar una carta por escrito, aunque nadie puede negar que este fue un hecho notorio, a la vista de todo el país, por lo que dicha impugnación es otra acción típica de leguleyos marrulleros que empañan la política distrital.

 

Cabe anotar que un hecho notorio es uno considerado como cierto e indiscutible dentro de una comunidad, que sería en este caso, ni siquiera Bogotá sino el país entero por haberse divulgado en medios masivos nacionales.

 

En el caso de Petro, no es cierto que haya sido condenado, fue sancionado en una resolución motivada, de carácter administrativo, y no cometió delito alguno, fue sancionado itero, por una contravención que al parecer ni siquiera ocurrió, pero había que detener a todos los que en ese momento pudieren parecer sospechosos y él, cabe decir que se estaba mostrando públicamente por ser en aquel momento, concejal de Zipaquirá en representación del M-19, movimiento que se hallaba en negociaciones con el Gobierno de Belisario Betancur.

 

A Petro se le aplicó el Decreto 1056 de 1984 dictado bajo Estado de Sitio, que permitía a los militares imponer sanciones administrativas y rápidas a los civiles.

 

Pero en el fondo estas supuestas inhabilidades, son rumores, los que desde el siglo XIX han sido la más eficaz arma política para acabar con los enemigos imbatibles, en provincia es común escuchar: “calumnia, que de la calumnia algo queda” y al decir sabiamente Beaumarchais en “El Barbero de Sevilla”:  La calumnia comienza como un vientecillo, que sigue corriendo y zumbando, creando un alboroto que sigue creciendo hasta que estalla y el infeliz calumniado, envilecido y aplastado, que más le valdría morir.  Es eso y nada menos lo que buscan con estos rumores tendensiosos.

 

Lo cierto es que la calumnia y el rumor son técnicas bajas que creíamos erradicadas de una ciudad que pretende haber entrado en la modernidad como es el caso de Bogotá, pero esta es otra forma de corrupción que los ciudadanos debemos aprender a distinguir y afrontar, pues en estos tiempos modernos en que vivimos bajo el imperio de las encuestas... cualquier cosa se puede inventar para ganar las elecciones.

 

@adelinacovo

 

 

 

 

 

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