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La frustraciòn y el peligro que corre el delator, o sea, un "Sapo"

Semana
10 de septiembre de 2012

La frustración y el peligro que corre el delator, o sea, un “Sapo”.

 

Este es el término generalizado y despectivo que la delincuencia le da a una persona que asume el papel de denunciante, y cuya denuncia obedece más a un deber como ciudadano que a cargar con este feo adjetivo. Y cuando se toma la decisión de denunciar se topa con una justicia inoperante y ‘torcida’ que deja al Sapo ‘colgado de la brocha’, y si uno reclama de estas fallas encuentra el oído sordo y aparecen los consabidos insultos: que está respirando por la herida; que perdió algún negocio en los estrados; que es mamerto; que no quiere a Uribe; que es fariano, y muchas sandeces más.

 

No he tenido nunca negocios jurídicos en el área penal, ni he perdido ni he ganado, esto para claridad y tranquilidad de ciertos personajillos chisgarabises que de manera alegre van calumniando y pontificando, con cabida en el foro. Mi relación con la Fiscalía ha gravitado sobre denuncias que he formulado con valor y dignidad de manera concreta, contra actos delincuenciales que afectan la convivencia en comunidad creando situaciones de inestabilidad, inseguridad y zozobra, y me refiero específicamente a delitos de Concierto para Delinquir que son tan oprobiosos y perturbadores.

 

En el ejercicio de la libertad de expresión o de opinión he criticado con argumentos concretos ciertos comportamientos o conductas que, en un momento dado, pueden afectar algunos derechos o libertades de otras personas, sin que lleguen a constituir o tipificar un delito, pero sí en consideración a la persona de la cual provenga y el rol que ésta desempeñe en su ejercicio como funcionario público, y es el caso concreto del Procurador General de la Nación, quien con sus posiciones y conceptos más apegados a sus creencias que a la ley, le dificulta una efectiva protección de los derechos humanos y la defensa de los intereses de la sociedad, como ha ocurrido con el trajinado tema del Aborto.

 

Caso contrario y completamente distinto es lo que ocurre con el Fiscal General de la Nación.

He procurado siempre andar con la verdad como estandarte y prueba a la mano. No he hecho críticas a la Fiscalía. No. He denunciado públicamente y en solitario casos aberrantes que se han dado en ese ente investigador y que invaden los predios del Código Penal, sin ningún eco en los medios de comunicación, además, con un silencio sepulcral y cómplice, por decir lo menos, del señor Eduardo Montealegre, Fiscal General, de quien también he hecho referencias personales concretas sobre la falta de ética y moral en el ejercicio de su profesión. Y que su prepotencia y obnubilación con su efímero cargo no le ha permitido responder con altura y dignidad. http://comunidad.semana.com/t5/La-ortiga/Es-una-verg%C3%BCenza-la-ineptitud-y-la-conducta-sospechosa-del/ba-p/21249   

 

La condición de testigo o denunciante, aparte de ser un estigma utilizado por algunos, es deprimente, frustrante y peligroso cuando se dan ciertas situaciones anómalas en la conducción de la instrucción o investigación de los delitos y ésta recae en  funcionarios proclives a la desidia, a la ineptitud o a la corrupción, terminando éstos en contubernio abierto con los presuntos transgresores y en contra del ‘Sapo’, lo que facilita la distorsión de las pruebas y se dispone del tiempo necesario para preparar situaciones extremas que ponen en peligro la integridad de las víctimas y testigos lo cual viola sistemáticamente normas de procedimiento penal abonándose el camino de la corrupción y la impunidad, no obstante haberse puesto en conocimiento del propio Fiscal General, quejas no atendidas y que permiten  el favorecimiento a paramilitares respaldados por una clase política corrupta en el Magdalena Medio, caso especifico en el Oriente caldense. http://comunidad.semana.com/t5/La-ortiga/Fiscalia-sin%C3%B2nimo-de-impunidad-desidia-arrogancia-y-connivencia/ba-p/16549.   

 

Es inadmisible y difícil de creer las constantes violaciones al procedimiento, la denegación a la justicia y la forma tan burda como se han pisoteado los derechos de las víctimas Orlando Vargas Moreno y Guillermo Giraldo Jaramillo, en el proceso 314 – Concierto para Delinquir en la modalidad de paramilitarismo- que adelanta la fiscal 25 Especializada de la Unidad contra el Terrorismo, Carmen Luisa Cardozo, quien de manera cínica y descarada ha procurado por todos los medios, aún prevaricando, favorecer a los paramilitares sindicados,  y a sus ‘padrinos’ políticos. Su silencio demuestra un ‘encubrimiento’ inicuo, y da visos de ‘migas’ con esos criminales.

 

A esta fiscal, Carmen Luisa Cardozo, quien resultó ser un dechado de virtudes se le formuló denuncia penal y queja administrativa habiéndole tocado el reparto en lo penal a la Fiscalía 67 de la Unidad Delegada ante el Tribunal Superior de Bogotá- radicado No110016000092201200119, y la disciplinaria administrativa al Consejo Seccional de la Judicatura de Bogotá, magistrada Luz Helena Cristancho- radicado 2012-2003. Ruego para que a estas investigaciones no las vaya a arropar la “solidaridad de cuerpo”, y por arte de birlibirloque desaparezcan las pruebas contundentes para la acción penal y disciplinaria.

 

En el caso concreto que nos ocupa, sólo basta hacerse estos interrogantes para concluir, sin la menor duda, de la corrupción e impunidad que campea en el ente investigador, así Montealegre siga con sus mentiras piadosas. ¿Qué ha pasado con el proceso 2400 – Fiscalía 13 de la Unidad Anticorrupción- cuya resolución de imputación de cargos fue apelada y lleva 18 meses sin resolverla el Fiscal 62 de la Unidad Delegada ante el Tribunal Superior de Bogotá? ¿Por qué se sostiene a la fiscal 25 Especializada de la Unidad contra el Terrorismo, cuando sólo abriendo el expediente del proceso 314- Concierto para Delinquir- el hedor de corrupción es insoportable? ¿Qué ha pasado con los procesos 110016000092201200119- Fiscalía 67 Delegada ante el T. Superior de Bogotá (acción penal) y 2012-2003 Consejo Seccional de la Judicatura Bogotá contra la fiscal 25 mencionada? En estos procesos está la mano negra del paramilitarismo.

 

Cuando el Superior pierde el principio de autoridad por carencia o mengua de sus valores éticos y morales frente a sus subalternos, sobreviene indefectiblemente el desorden y el caos lo cual se convierte en incontrolable. La conducta impoluta del Superior permite ejercer control efectivo sobre actitudes sospechosas que puedan salpicar su imagen, máxime cuando se le ha manifestado en muchas ocasiones situaciones concretas que encierran grandes dudas y no hay respuesta justificable y satisfactoria. Mientras existan en ciertos aforados esos blindajes tan extremos que se vuelve un imposible la aplicación de sanciones penales o administrativas, tendremos corrupción para mucho rato, y es lo que ocurre con la Fiscalía.

 

Es deprimente tener que recurrir a instancias internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para elevar quejas por violaciones a derechos de las personas, denegación de justicia, etcétera, etcétera, porque al señor Fiscal General no le da la soberana gana de escuchar y poner orden dentro de la casa. Quien quiera saber sobre esta denuncia instaurada contra el Estado colombiano, a través de la Fiscalía General de la Nación, se puede dirigir al e. Mail- cidhdenuncias@oas.org, para más detalles.       

 

Con esta justicia al garete no paga ser ‘Sapo’, su fin es ampliamente conocido: muere destripado, y los delincuentes siguen muy orondos y de gancho con la Dama vendada emblemática de la justicia.

 

Manizales, Septiembre 7 de 2012.

Marco Aurelio Uribe García.