Home

Blogs

Artículo

La supervivencia de los basuriegos y del orden social

Semana
4 de mayo de 2009

 

Daniel Samper Pizano escribió en “Basuriegos a la caneca”, El Tiempo, 03/mayo/09:

La Ley 1259 de 2008 “es un atentado contra la supervivencia de esa humilde comunidad, a la que debemos décadas de racionalización de desperdicios”.

Leo y releo el artículo y no logro apartar de mi mente esta pregunta, que no va dirigida al espíritu de la columna de Daniel Samper:

¿Acaso no concebimos la sociedad, el orden social, sin basuriegos? O sin lustrazapatos. O sin vendedores callejeros de ostras en Cartagena.

¿Por qué no imaginar una sociedad que recicla, comenzando por los hogares, y unas industrias del reciclaje que transforman a los basueriegos en trabajadores con seguridad social?

De esa forma desaparecerían los basuriegos como los conocemos, y la sociedad habría dado un paso adelante.

Naturalmente, es una muestra de capitalismo estúpido o no sostenible impedir por ley la actividad de los basuriegos en beneficio de unas empresas, sin inducir a éstas a incluir en el negocio a quienes lo han mantenido por décadas.

Daniel Samper se refiere a la supervivencia económica de los individuos que trabajan como basuriegos. No a la supervivencia de una ‘comunidad’ que debería mantenerse en la sociedad a lo largo de generaciones.

Dicho con el ejemplo de los lustrazapatos:

Dada la bajísima calidad de vida que puede alcanzar un embolador de zapatos, debería tomarse como un fracaso de la sociedad que ese oficio sea heredado de padres a hijos, y que individuos jóvenes no tengan otra alternativa.

Podríamos imaginar una sociedad con máquinas lustrazapatos en lugares públicos y con ciudadanos que prefieren lustrarse su calzado en casa, con la satisfacción de saber que ya nadie tiene la necesidad de ganarse la vida en ese oficio.

En otras palabras: por el hecho de que un oficio haya prestado servicios durante mucho tiempo, no es preciso que deseemos su supervivencia.

Ciertamente existen unos oficios manuales insustituibles (en un horizonte tecnológico sin robots) y por los que se paga relativamente bien (carpintería, plomería, cerrajería, soldadura)

Claro, no todos: creo que alguna vez Alejandro Gaviria mostró o sugirió la mezquindad con la que se paga el servicio doméstico.

Pero hay otros oficios cuya desaparición debería ser una medida del progreso en una sociedad, por la inclusión de sus practicantes en la economía moderna. Los basuriegos, por ejemplo.

Tal vez un verdadero cambio en el orden social comienza en la imaginación que tenemos de la sociedad.

¿Acaso los hijos de los corteros de caña no podrían ser técnicos calificados que controlen las máquinas sustitutivas del trabajo manual de sus padres o pequeños empresarios en la cadena de valor de los ingenios?

Así, la defensa de los intereses en un momento determinado, sin imaginación de otra sociedad posible, puede ser la defensa involuntaria de un orden que podría evolucionar más rápidamente hacia una sociedad imaginada.

Insisto: no tiene que ver con la letra o el espíritu del artículo de Samper Pizano, pero la frase me produjo cierto ‘vértigo’.

Y, por cierto, la Ley 1259 de 2008 es la del “comparendo ambiental”, ampliamente alabada cuando se promulgó. El ex ministro Juan Lozano seguro ya se pronunció o está pensando hacerlo. Si tuvo los gozosos, ahora tiene los dolorosos.