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Nuevo comunicado de las Farc. La importancia de “derrotarlas” antes de negociar la paz.

Semana
30 de octubre de 2012

El sábado 27-oct las Farc sacaron un comunicado desde La Habana, que al parecer fue sepultado por el enfrentamiento de Uribe y Santos el domingo.

 

Ese comunicado responde, en buena medida, una pregunta que hizo la sillavacia.com hace dos meses:

 

¿Cree usted que es el momento oportuno para iniciar las negociaciones de paz?

 

De las respuestas, una frase de Mockus me pareció especialmente atinada:

 

“El liderazgo colombiano siempre se ha precipitado en crear condiciones para procesos de paz que luego son fallidos”.

 

Desde Cuba, las Farc reiteran tres puntos para contradecir lo que cree el presidente Santos y darle la razón a Mockus:

 

1) Prima el “preámbulo vinculante” sobre la agenda acordada. La aclaración de Humberto de la Calle en Oslo no los movió un centímetro.

 

Es más, dicen que fueron claros y transparentes al respecto en la fase previa:

 

“Desde que el gobierno de Juan Manuel Santos buscó los acercamientos, las FARC-EP reiteraron claramente ante sus representantes las razones de orden social y político que tiene el alzamiento armado indicando de manera transparente la necesidad de instaurar la plena justicia como base para fundar una paz estable y duradera.

 

Por ello precisamente se insistió en la inclusión de un preámbulo vinculante que encabeza el conjunto del llamado “Acuerdo General”.

 

En la breve introducción, está nada más ni nada menos que el espíritu y el sentido que ha de dársele al conjunto del documento que se suscribió entre las partes, para iniciar las discusiones en la Habana”.

 

2) Ellos quieren “meterlo pueblo” a los diálogos, como en El Caguán, y que los medios registren el espectáculo.

 

Hablan de una “población que se apresta a participar en los diálogos con sus múltiples iniciativas”.

 

Según su visión, parte del proceso entre gobierno e insurgencia es “el desenvolvimiento de la participación popular, especialmente”. ¿Cómo? Ya lo dirán al perplejo equipo negociador del gobierno.

 

3) En general, los diálogos, pues no los llaman negociación, los harán con micrófono abierto.

 

Tal cual: “Así las cosas, terminado el momento de la confidencialidad y la reserva propia de la exploración, comienza el de la participación ciudadana, el de los intercambios francos de cara al país en una ruta en la que discreción no puede ser sinónimo de secreto”. [Negrillas e itálicas fuera de texto]

 

Este comunicado obliga a dos preguntas sobre si hubo engaño o sorda ansiedad:

 

1) ¿Las Farc le hicieron creer al gobierno que se acogerían a los cinco puntos y ya para llevarlo a esta situación de “confusión” ante la opinión pública?; o

 

2) ¿El gobierno, por su ansiedad de la paz, no escuchó lo que le estaban diciendo las Farc, con “claridad y transparencia”, y en realidad este impasse no debería ser una sorpresa para el presidente, Sergio Jaramillo y Frank Pearl? 

 

Vale el punto: ¿Se precipitó el gobierno? El nuevo comunicado de las Farc indicaría que sí.

 

El momento oportuno para iniciar negociaciones de paz sigue siendo cuando las guerrillas busquen el acercamiento, no el gobierno, y éste pueda poner condiciones para creer en la voluntad de paz de la contraparte. Algo parecido a lo que dijo Santos en su posesión.

 

Es decir, cuando las guerrillas se comporten de un modo que implique la aceptación de la derrota. Una impresión que pocos han tenido y de la cual nos estamos alejando.

 

Ahora, recuerdo que mi aproximación al respecto es esta, antes de que alguien me simplifique con algún adjetivo:

 

Dos criterios alternativos para establecer el camino deseable a la paz: 1) el ahorro de recursos, vidas y dolor de la sociedad, y 2) la preservación de los principios por los que se sacrificaron recursos y vidas.

 

Los dos son moralmente complejos. La “solución política” apela al primer criterio, pero no estamos dispuestos a pagar “cualquier precio” —en principios, valores e ideas— por los recursos y las vidas que se ahorrarán. 

 

El segundo criterio prefiere la victoria política y militar, pero tampoco queremos pagar “cualquier precio” —en recursos, vidas y dolor— por la preservación de los principios, valores e ideas de la sociedad.

 

(...) Como liberal filosófico que cree en el cambio social dentro de la democracia y el capitalismo y es partidario de reducir el dolor, la pérdida de vidas y el uso no productivo de recursos, yo me inclino por una paz final negociada basada en la derrota política y militar de las guerrillas". [El Espectador, Marcha Patriótica y paz deseable, 30/abril/2012]