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Prefiero la lealtad al amor

Semana
16 de septiembre de 2008

El día del amor y la amistad es un día comercial, ya lo sabemos; pero también puede ser un espacio para reflexionar sobre lo que nos une y separa con los que son nuestros amigos y aquellos que creen serlo.

Un amigo quien siente que el amor por su pareja se acabó, me preguntó si era necesario hacer un esfuerzo para que el amor resurgiera, yo le contesté que en ese caso lo que tendría por su pareja ya no sería amor sino esfuerzos; pero también le dije que creo que debe pensar en la importancia de la lealtad.

Cuando la lealtad que nos une a los y las demás se acaba ya nada tiene sentido. El amor es una emoción que nace en el momento del encuentro con el otro o la otra; cuando la otra persona me genera, no la emoción del amor sino la del rechazo o la indiferencia, me encuentro imposibilitado para establecer los vínculos del amor.

Lo que si puedo hacer es reconocer a ese otro como un auténtico otro y darme cuenta que puede dejar de ser indiferente y asumir, que el rechazo me lleva a no aceptar que la otra persona tiene derecho a explicar, emocionarse y vivenciar la cotidianidad de una manera tan única y particular como la mía.

La lealtad es el cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien; bueno, supongo que de una mujer de bien, igualmente puede esperarse algo similar. La fidelidad es la “observancia de la fe que alguien debe a otra persona”; y la fe, es la “confianza, buen concepto que se tiene de alguien o de algo”. Se puede no sentir amor, pero ello no conlleva dejar de ser leal; la lealtad es lo que separa o une a las personas.
 
Mientras yo no sea leal, el amor no tiene sentido, es una emoción falsa; el amor se soporta en la lealtad. No tengo que amar a los y las demás, aun cuando si debo ser leal; ser agradecido con esos otros y otras que me permiten creer en ello. Para que esa gratitud permanezca, no puedo crear las condiciones para que el otro pierda su fe en mí. Ese es un compromiso ético, no con los otros, sino consigo mismo.
 
Obrar bien es la mejor manera de tener amigos, de que cada vez que me encuentre con ellos surja el amor y que cada vez que haya un desencuentro, la otra persona valore la importancia de seguir siendo mi amigo.
 
Por eso prefiero la lealtad, porque es la base del amor, pero si el amor no surge, por lo menos puedo ser un buen amigo, y seguir siendo un buen amigo aun cuando muera el amor.