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Revocar el Congreso sería insuficiente

Semana
29 de julio de 2012

Por: Santiago Peña Aranza

 

Las ideas de Montesquieu pese a ser importantes para un Estado de Derecho, hoy se quedan cortas. Su aporte a la Modernidad en términos de la separación de los poderes públicos (ejecutivo, legislativo y judicial) aún es clave para el funcionamiento de las democracias liberales occidentales, pero es insuficiente ante el inmenso poder que tienen los poderes privados.

 

Es importante recordar que al ser el pueblo –titular de la soberanía- la fuente de donde emana el poder público, este es indivisible. Pero ha sido dividido en funciones y facultades para que puedan existir unos pesos y contrapesos que eviten la tiranía y la dictadura. Claramente estamos hablando en términos puramente teóricos.


Esto último aterrizado a la realidad es lo que justifica la existencia de las ramas del poder público (ejecutiva, encabezada por el Presidente de la República; legislativa, encarnada por el Congreso; y la judicial, encarnada por todo el sistema judicial). En Colombia, la Constitución de 1991 introdujo –entre otras cosas- las instituciones de control (Procuraduría y Contraloría) para ayudar a mantener ese equilibro institucional que evitara la concentración del poder público y en consecuencia el abuso de poder. Seguimos hablando en términos teóricos.


Evidentemente algo ha salido mal, pero la idea de este escrito no es ahondar en lo que ya conocemos sino señalar un hecho que está presente pero al que no se le ha puesto la debida atención o no se le ha querido poner: la división del poder no debe darse sólo en el ámbito de lo público. También debe darse en el privado.


¿A qué me refiero con esto?, A la concentración del poder económico que termina absorbiendo el poder de los medios masivos de comunicación (este tema lo trataré en una próxima entrada) y determinando el accionar del poder público gracias a la financiación de las campañas políticas.


Como el pueblo es tan numeroso, las posibilidades de una democracia directa son prácticamente nulas. Por eso surgió la figura de la representación como una solución razonable: un representante de la comunidad velaba por los intereses de su comunidad que eran los mismos suyos. Respondía ante ella. ¿Qué sucede hoy? La gran mayoría de los representantes de una comunidad terminan defendiendo otros intereses: los propios (por ejemplo en la frustrada Reforma a la Justicia) y los de quiénes financian y apoyan sus campañas políticas, es decir –en Colombia- el sector privado (las grandes empresas), el narcotráfico, el paramilitarismo y por supuesto también sectores respetables.


Sé que no estamos en elecciones pero no hay que esperar a estarlo para señalar que las campañas políticas deberían ser financiadas en su totalidad por el Estado. De hecho parte de la crisis que sufre el Congreso tiene su origen en la forma como estas se financian. Por eso considero que se debe evitar que los sectores más poderosos –legales e ilegales- hagan sus inversiones aportando a las campañas de los políticos, porque estos lógicamente van a exigir que sus inversiones sean retribuidas (y con utilidades), y eso puede llevar a casos de corrupción y a una actuación alejada del interés de quiénes dicen representar. Nadie invierte para perder su dinero. Y en este punto ya no estamos hablando de teoría sino de la cruda realidad.


Una revocatoria del Congreso sería una expresión de dignidad de los colombianos y en este sentido sería un buen mensaje de la sociedad civil, pero la revocatoria será insuficiente si no se resuelve el problema institucional. Cuando vuelva a elegirse un nuevo Congreso los factores que he venido señalando seguirán estando presentes, y en el corto o mediano plazo la ilegitimidad del legislativo volverá.


Claramente el tema de la financiación de las campañas es sólo una parte del problema. Existen otros también graves: la compra de votos, el abstencionismo, la desigualdad en el acceso a los medios masivos de comunicación, la influencia del conflicto… pero es bueno ir buscando soluciones para cada uno de ellos, no sólo pensar en revocarles el mandato porque los próximos que vengan seguramente llegarán de la misma forma y el problema persistirá.

 

Twitter: @SantiagoPeye