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Ser voluntario es el acto de entrega más egoísta que existe

Semana
5 de diciembre de 2011

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Hace algunos días alguien me preguntó qué sentido tiene ser voluntario, aprovecho la respuesta que le di para dar comienzo a este post con motivo del Día Internacional del Voluntariado.

Ser voluntario tiene grandes ganancias, es una de esas acciones en la que siempre recibes más de lo que realmente das. Quiero decir que aun cuando lo que tú hagas ayude a otros a crecer como seres humanos, quien más crece en esa acción eres tú.

Sé que la experiencia es diferente en cada uno, pero gracias al voluntariado tuve la oportunidad de viajar a 35 países, de entrar en contacto con miles de personas maravillosas, de  conocer varios cientos de proyectos y de poner mi grano de arena para que aquellas “edificaciones” crecieran y con ellas quienes gozan de sus servicios.

Con el voluntariado tuve mucho más clara mi profesión, comprendí qué era lo que realmente me gustaba, lo que más me llenaba y con lo que más me sentía útil; pero hay algo que se debe tener claro, no se es voluntario para viajar, para tener grandes comodidades, pues muchas veces terminamos poniendo dinero de nuestros bolsillos y dando tiempo que pudiéramos dedicar a otras acciones remuneradas que mejorarían nuestro peculio e incluso, se puede llegar a vivir en condiciones muy lejanas de lo que algunos considerarían el bien-estar.

 

No se regala el tiempo que nos sobra, se invierte el tiempo que deberíamos tener ocupado y que decidimos donar al servicio de otros.

Muchas veces la gente se comunica con las organizaciones para decir que tienen libres los sábados y domingos por la tarde y que quiere ser voluntario. Este puede ser un buen comienzo, pero vale la pena preguntarse si se está dispuesto a “sacrificar” el tiempo de “descanso”, dejar otros intereses, restar tiempo a la pareja y a otros seres queridos; porque el voluntariado realmente no es para los que no tienen nada que hacer, sino para los que tienen mucho por hacer en pro de los demás, saben hacerlo bien y desean compartir su conocimiento, experticia y las emociones positivas que esto les genera.

Por supuesto que si hay un interés real se puede aprender a hacer o perfeccionar el conocimiento y la práctica, pero no siempre las organizaciones tienen el dinero y el tiempo necesario para invertirlo en formación de posibles voluntarios. También es verdad que la necesaria retroalimentación y redirección de las acciones lleva a las organizaciones a realizar cursos de profundización orientados a quienes ya son voluntarios y están realizando una práctica. Esta precisamente es ya toda una ganancia para el voluntario porque es una formación centrada en necesidades, poco teórica y muy vivencial.

Ahora bien, las organizaciones requieren de muchas personas, de experiencias y conocimientos diversos. Conozco personas cuya labor por meses fue membretear sobres, doblar cartas e introducirlas en ellos; esto parece una tontería pero su acción motivó a  diferentes personas a donar unos céntimos con los que la organización pudo financiar su quehacer cotidiano. Así que una actividad que parece elemental puede realmente ser muy significativa a la hora de la verdad, incluso si esto solo se puede hacer en fines de semana. Lo que sucede es que hay mucha más gente disponible en estos días y horas y pocos dispuestos a donar tiempo entre semana y las acciones deben llevarse a cabo todo el tiempo.

 

Tienes un millón de razones para estar acá, no solo tú eres importante, tú puedes hacer que otros sean importantes

En el voluntariado como en todo trabajo no siempre las personas con quienes laboramos nos caen bien o nos agradan sus respuestas y creo que tratar de resolver esta situación y las crisis que ello puede producir ha sido mi otro gran aprendizaje y la mayor ganancia que he tenido para la vida y también como conocimiento que puedo transmitir a mis estudiantes.

He logrado tener claro que los otros no actúan en contra mía sino a favor suyo, que no explican el mundo para ponerse en desacuerdo conmigo sino para ser coherentes con su propia manera de explicar el mundo y que incluso, la incoherencia en el hacer y el decir tiene que ver con ese deseo insaciable del ser humano de tener siempre la razón aun cuando ello los leve a estar en desacuerdo consigo mismos.

También he comprendido que las emociones son los motores de la acción humana y que cuando se odia quien más pierde es uno mismo porque muchas veces el otro ni siquiera se entera de ello o si se entera, no le interesa o no le da la importancia que yo pretendo darle; así que aprendí que no vale la pena odiar, que es un ejercicio que solo produce desgaste en uno mismo y que cuando se ama, incluso a quien piensa diferente, esto nos permite comprender mejor sus razones, prácticas y emociones.

También me ha quedado claro que lo peor que nos puede pasar es ser indiferentes ante los hechos que ocurren y especialmente, que otros nos sean indiferentes; porque cuando se rechaza a alguien o sentimos que somos rechazados eso nos motiva a mejorar la situación, pero cuando alguien nos es indiferente, dicha negación nos lleva a ignorarle a negar su existencia, a no reconocerlo como un auténtico otro y en últimas, a negarnos la oportunidad de aprender de dicha persona y entonces, en última instancia, quien termina perdiendo somos nosotros mismos.

De ahí que pudiera concluirse que ser voluntario es el acto de entrega más egoísta que existe porque se entrega todo sabiendo que a cambio se recibirá multiplicado lo que se ha entregado, y también esto sucede a la inversa, entre menos das o incluso cuando quitas quien más pierde igualmente también eres tú.

 

Post escrito: También es verdad que gracias al voluntariado cuando ha habido presupuesto me han contratado en buenas condiciones salariales lo que me ha permitido ahorrar y dedicarme a lo que realmente me llena, que es ser voluntario. Hay algo que tengo claro, no quiero ser millonario, solamente deseo seguir siendo feliz.