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Ultimas anotaciones sexuales

Semana
23 de enero de 2009

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El sábado presencié un documental televisado sobre el comportamiento sexual de los osos polares: la densidad de la población de estos imponentes y poderosos cazadores es baja, pasan largas temporadas sin ver a sus congéneres; parecen plácidos, retozan y comen hasta que un inexperto y sensible joven, llamémoslo Sandy, percibe el aroma inconfundible del celo; los científicos saben que ya empezó la elección del que se reproducirá con la hembra dispuesta, pues no todos tienen la capacidad de percibir el estro a millas de distancia; un mandato interno desconocido hasta ahora lo impulsa a buscar la fuente del enervante perfume sexual, entonces inicia el largo y difícil camino para llegar hasta su fuente; en el trayecto pierde peso por el gran esfuerzo del recorrido y se encuentra con otros igualmente motivados por el aroma de la desconocida, que pronto se encontrará con el triunfador de este combate por la vida; solo el más fuerte procreará, entonces tratan de imponerse, pelean, algunos mueren y otros quedan heridos, hasta que el más hábil alcanza a la apetecida osa; ahora empieza el cortejo amoroso, pero nada es fácil en la naturaleza, y mucho menos en el Polo, la ovulación depende del estímulo de la penetración, así que el coito dura muchas horas sin interrupción, ni alimento, ni bebida; pero la selección natural también ha previsto que nuestro noble y aguerrido héroe tenga un hueso en el pene que le permita soportar esta prolongada contienda por la reproducción; al terminar el acoplamiento la recién embarazada empieza a alimentarse, apropia nutrientes para la cría venidera; entre tanto, él, con el hueso peneano fracturado, sigue el camino, será casto hasta su muerte; tampoco imagina que en unos meses su descendencia pondrá en práctica habilidades para sobrevivir y es probable que se reproduzca, poblando más la región, pero esta duda solo se resolverá con el tiempo.

Para bien, o para mal, la sexualidad humana es más compleja que la de Sandy, o la de cualquier otro animal en todo caso, donde la finalidad es la reproducción, el cuerpo es el vehículo de los genes, acotaría el filósofo profesional Daniel Dennet; en cambio el desarrollo mental del hombre, del simio que padece, como solía llamarnos don Miguel de Unamuno, generó una variedad enorme de significados, motivaciones y usos para la sexualidad. Mientras Sandy es un macho ostentoso, entre nosotros la diversidad de rasgos atractivos es inefable; como en el caso del eternamente joven James Bond, el predeciblemente exitoso agente 007 del cine británico, capaz de sortear cualquier situación con inteligencia, entre tanto, ellas siempre lo aman, aun cuando de vez en cuando quieren matarlo, algo que a cualquiera puede sucederle. Según los teóricos de la evolución, la seducción de las habilidades verbales y artísticas, se seleccionó desarrollándose notablemente porque aumentó la probabilidad de reproducirse, y tiene sentido: un chamán brillante solo servía de alimento para el tigre con dientes de sable cuando atacaba a la horda primitiva.

Hay innumerables estéticas, al igual que maneras de estar juntos. La conducta sexual, la elección del objeto de amor, así como las expectativas, anhelos y esperanzas que se depositan en la pareja son el resultado de infinidad de experiencias que empiezan con el nacimiento; la identidad, la manera de amar, y la de odiar –de acuerdo con Sigmund Freud lo opuesto del amor es la indiferencia, no el odio- se bruñen primero en el contexto de la familia, se trata del complejo de edipo, que se refiere precisamente a los incontables factores que intervienen en la construcción de la personalidad, y la identidad sexual por supuesto. Entonces la pareja satisfecha realiza fantasías infantiles en una versión actualizada y adulta, al negociar con la transformación de la exuberancia del enamoramiento en el remanso de paz, en el lago reposado del amor maduro realista y eficaz, sin que por ello se demerite.  

Sin embargo, cuando se decide estar juntos, se intenta vincular dos universos con semejanzas y discrepancias, como en la gráfica de la intersección de dos conjuntos matemáticos infinitos, donde hay elementos comunes y otros que no lo son, además si adicionamos la variable del tiempo a la ecuación, se hace más complejo el asunto, hay días afines y otros no tanto; y si le agregamos los años a este planteamiento, la complejidad crece exponencialmente, puesto que se trata de dos personas que caminan a largo plazo por la vida, compartiendo proyectos tan valiosos que siguen aglutinándolos en medio de tantas diferencias. Además la cotidianidad con sus desencuentros, verbigracia los avatares diarios del vivir doméstico, se reflejan en la intimidad con coitos dolorosos para ambos, así como disminución de la excitación sexual, inapetencia, por así llamarla, al igual que simple y lisamente, aversión sexual.

Por último, la capacidad de amar a largo plazo también es producto de la selección natural, es adaptativa porque genera ambientes estables donde los niños pueden crecer más saludablemente; de igual manera, da mayor satisfacción entre los adultos: a diferencia de Sandy, todos queremos amar y ser amados.