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Una visión civil de la Defensa Nacional

Semana
15 de agosto de 2010

He tenido la fortuna de estar cerca de las Fuerzas Armadas en los últimos meses y conocer su funcionamiento e impacto en la vida nacional. También, de comprender cuales son los aspectos que les preocupan y la manera como han venido evolucionando como consecuencia del inmenso esfuerzo que el país ha hecho en términos de seguridad nacional.

El legado de Uribe, al terminar su mandato, es dejar inoculada a la sociedad colombiana con el valor de la seguridad como una pre condición para avanzar en el desarrollo. En este proceso, ha sido fundamental el papel de las Fuerzas Armadas y de la Policía. No solo por el crecimiento significativo en numero de hombres y de recursos, sino también, por los cambios de visión.

Hoy, como resultado de este gran esfuerzo que el país ha hecho para apoyar esta transformación, el manejo conceptual en las operaciones militares ha venido cambiando significativamente. Uno de los aspectos que mas me ha llamado la atención es el de la colaboración y coordinación de esfuerzos entre las diferentes fuerzas. Los comandos conjuntos  del Ejercito, la Fuerza Aérea, la Armada y la Policía son un ejemplo de esta nueva visión.

Como consecuencia de estos esfuerzos, labores de inteligencia, que antes se realizaban separadas y desordenadamente, hoy se ejecutan de manera unificada. El resultad es que, hoy la Inteligencia, se ha convertido en una de las armas mas efectivas para combatir a los grupos armados y a otras de las manifestaciones que amenazan el orden publico y la seguridad nacional.

Hay muchos otros cambios que he podido observar en el curso de estos meses en la Escuela Superior de Guerra. Por ejemplo, el gran esfuerzo que se esta haciendo en los temas de formación y capacitación. Esto significa que hoy, personas que están en los altos mandos militares y policiales, además de su carrera castrense son graduados en otras disciplinas y tienen especializaciones muy variadas. El resultado de este trabajo es que se cuenta con personas con una visión mucho mas amplia del mundo y de su rol en la comunidad.

Como parte de estas transformaciones, hay un interés creciente en las Fuerzas Armadas de generar acercamientos con otros sectores de la sociedad. El Cidenal, es un espacio donde personas del sector privado, universitario y de otras dependencias del Estado, acompañan a oficiales de las diferentes fuerzas en su proceso de formación antes de llegar a generales. En el marco de este espacio académico, se busca hacer un aporte colectivo de análisis y recomendaciones con relación a la política de Defensa Nacional.

En un ejercicio que estamos haciendo en el Cidenal, con relación a la apreciación  política estratégica nacional (APEN), se han tenido recientemente una conversaciones muy animadas sobre los cambios que se ven venir hacia adelante en materia de Seguridad para el país. Estas discusiones se han tenido en el marco de un análisis sistemático de la situación interna y externa, para entender cuales son los riesgos y posibilidades en función de los Objetivos Nacionales.

A nivel personal, mi percepción es que la obsesión de Uribe en exterminar las FARC, con las implicaciones positivas que esto tuvo para el país, pero cuyo objetivo no se logro, va a tener que modificarse y ajustarse a unas nuevas realidades. Sin descuidar este peligro, que sigue vivo, aunque disminuido, hay otras amenazas y oportunidades que hay que tener en cuenta para ajustar la Política de Seguridad en Colombia.

El manejo de las fronteras esta en el centro de los problemas que nos han afectado en estos últimos años. El Presidente del Ecuador acusa a Colombia de no tener la presencia requerida que impida que el limite con este país sea utilizado para todo tipo de actividades criminales. Su argumento es que el "conflicto armado colombiano" ha traspasado las fronteras por descuido del  gobierno de nuestro país.  Esta situación ha generado momentos tan explosivos como el bombardeo al campamento de Reyes y el rompimiento de las relaciones entre las partes.

La verdad, es que la frontera sur de Colombia, donde están ubicados los departamentos de Nariño, Putumayo y el Amazonas, junto con la frontera con Venezuela ( Arauca, Casanare, Santander del Norte y la Guajira), hoy representan el mayor reto y oportunidad que tiene el país para proteger su seguridad.

Mas allá de la complicidad de nuestros vecinos en albergar a guerrilleros y narcotraficantes de todos los pelambres, como lo denuncio en días pasados el Gobierno en la OEA, hay que reconocer que nosotros no hemos hecho la tarea de proteger nuestras fronteras y darles la importancia estratégica que deben de tener. No contamos con una Política de Fronteras, estructurada y coherente, que focalice esfuerzos y oriente los recursos del Estado hacia estas zonas del país. Esta realidad la pude apreciar con mucha claridad en diferentes presentaciones y viajes  en los últimos meses.

Lo paradójico del asunto, es que estas zonas, muy ricas en petróleo,  han sido las cenicientas de nuestro país, unas de las mas descuidadas del territorio nacional. No es de asombrarse que son los mismos territorios donde se han desaparecido mas de $ 28 billones en regalías en los últimos 25 años, producto de un contubernio entre guerrilla, paramilitares y gobierno locales corruptos hasta los tuétanos. Esta es la realidad que hoy el nuevo Gobierno, espera corregir con la modificación a la Ley de Regalías.

Por todo lo anterior, es necesario hacer evidente el manejo muy exitoso dado por el Ejercito, la Armada y la Policía, para hacer presencia permanente en el Departamento del Putumayo, proceso que se inicio en los últimos dos años y que tuve la oportunidad de ver personalmente.  Hoy, se cuenta con guarniciones construidas por todo el Departamento con altos estándares de calidad. Y simultáneamente, han sido acompañados por otras entidades del Estado. Muy pronto, esta experiencia se va a llevar al Departamento de Nariño, que hoy sufre las consecuencias de la mezcla explosiva de guerrilla, bandas de narcotraficantes y comercio ilegal de armas.

Esta estrategia, debe ser la respuesta a Correa por parte del Gobierno Colombiano y  el prototipo de lo que se debe hacer en Arauca, Santander y la Guajira. En una acción coordinada de las diferentes fuerzas, de la mano de empresas petroleras y diferentes entidades de gobierno, la comunidad de Putumayo hoy ve que hay atención a sus necesidades y también que, las Fuerzas Armadas y la Policía están para quedarse. Esto ha generado credibilidad y colaboración que ha permitido quebrar la columna de logística de las FARC y de los narcotraficantes desde el Ecuador hasta el Caquetá.

Pero el otro gran reto es entender el alto nivel de adaptabilidad que han mostrado los grupos criminales en Colombia. A mediados de los 90,s, el país no vio venir el fenómeno del paramilitarismo y las alianzas non santas que coptaron y sustituyeron al Estado en muchas regiones. Por esta razón, no hay que caer en el triunfalismo que se produce por cuenta de los golpes contra las FARC, ni dejarse llevar por una tranquilidad mal fundada por el reciente acercamiento de Chavez a Santos. Lo que si son pertinentes son las siguientes preguntas de fondo: ¿cual va ser la mutación de fenómeno criminal en Colombia? ; ¿qué tan preparados estamos para enfrentarlo?; ¿qué no estamos viendo por continuar con la obsesión de las FARC como el único peligro?

A la luz de las preguntas anteriores, un gran reto es no dejarnos sesgar por la historia pasada. Si los grupos criminales tienen una demostrada capacidad de cambiar, también debe suceder lo mismo con la sociedad colombiana. Esto implica mucha apertura para  cuestionar los supuestos, abandonar las viejas practicas, ver con curiosidad los posibles nuevos escenarios y replantear los modelos mentales imperantes. Adaptabilidad y flexibilidad deben de ser las palabras que nos deben de acompañar hacia el futuro para minimizar el daño de la criminalidad en Colombia.

El otro gran reto esta en cómo lograr mantener la dinámica de acercamiento entre las fuerzas militares, el sector privado y la población civil. La palabra mágica es la confianza. Y otra que debería de aparecer es la Innovación para que las empresas colombianas se acerquen a las Fuerzas Armadas, para ofrecerles soluciones tecnológicas que atiendan las necesidades de la Defensa Nacional, como hoy se observa en  el Brasil.

Sin bajar la presión contra las FARC, una visión estratégica de nuestras  fronteras; la atención a la mutación del conflicto y la flexibilidad para enfrentar el fenómeno con nuevas estrategias; la construcción de relaciones de confianza entre las Fuerzas Armadas y la población y el acercamiento con el Sector Privado a través de la Innovación, deberían ser los ejes rectores de una Política de Seguridad Nacional para consolidar la labor del pasado gobierno.