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Urgente saber usar urgencias

Semana
10 de agosto de 2012

El pasado mes de julio, en su sección “¡Cómo le parece!”, la red de noticias local Teleantioquia mostró a algunos usuarios molestos debido a la atención de urgencias de la Clínica Comfenalco, Antioquia. Relataban esperas de tres horas y dos médicos para todo el servicio.

 

Por otro lado, según el reportaje, las directivas afirmaron que “los afiliados no utilizan bien las urgencias” ya que alrededor del 40 por ciento no requiere atención inmediata, congestionando el servicio.

 

Ambas partes tienen la razón.

 

Un paciente enfermo puede hacer dos cosas: pedir una cita por consulta externa en su institución prestadora de salud (IPS) más cercana, o ir directamente al servicio de urgencias. Si elige lo primero, pueden pasar semanas hasta tener los resultados de los primeros exámenes (si los requiere) y otras más hasta que tenga el diagnóstico. Si decide ir a urgencias, puede esperar cuatro o cinco horas para ser atendido pero será dado de alta al menos con un diagnóstico presuntivo.

 

No es un secreto que a través de su política ahorradora algunas empresas prestadoras de salud (EPS) han optado por asignar a sus médicos —tanto generales como especialistas— tiempos de consulta límites de hasta 15 minutos por paciente. Así mismo, suelen limitar la cantidad y tipo de exámenes que se pueden solicitar y, en este caso, asignan un número insuficiente de profesionales de la salud a un servicio que, como el de urgencias, requiere atención las 24 horas del día.

 

En su condición de enfermos los pacientes perciben sus síntomas como una urgencia aunque no lo sean. Aquí entra en juego el papel educativo del personal de la salud. Sin embargo, si es limitado el tiempo que tiene un médico en consulta externa para dar solución a la situación de sus pacientes, ¿qué opciones tiene uno de urgencias que debe hacer los ingresos, ordenar exámenes, tratamientos y definir la conducta de varios pacientes al mismo tiempo?

 

Una de las situaciones a la que se referían las directivas de la Clínica Comfenalco es cuando un paciente acuden a urgencias porque prefiere no esperar a que les sea asignada una cita ambulatoria. Algunas EPS han decidido atender este problema empleando un modelo de consulta llamado atención prioritaria o consulta no programada, con el fin de contrarrestar la congestión de los servicios de urgencias por pacientes que consultan con síntomas que no son de inicio agudo.

 

Sin embargo, debido a que los pacientes no conocen la clasificación del triage, no es raro que a estos servicios de atención básica no hospitalaria se presenten personas con patologías graves que deben ser atendidas en una institución de mediano o alto nivel de complejidad, como por ejemplo infartos, dificultad respiratoria, embarazadas en trabajo de parto, entre otros.

 

Esta clasificación la puede realizar un médico o un profesional de enfermería entrenado en triage. De aquí, el paciente debe volver a la sala de espera para ser llamado según la prioridad que se le asignó.

 

Algunas instituciones a lo largo del país cuentan con tablas en sus servicios con el fin de orientar a sus pacientes. Esta es la clasificación más usada en nuestro medio:

 

triage

 

Es importante que los administradores de la salud se pregunten si la solución está en culpar a ese 40 por ciento de pacientes que consulta sin tener una urgencia verdadera, o si los malgastados fondos de la salud deberían invertirse en contratar más personal de triage que ayude a descongestionar los sobrepobladas salas de urgencias.


Sólo hasta que se tomen medidas estatales resolutivas y no paliativas, y se eduque a los pacientes en cuanto a la identificación de sus síntomas y cuándo y adonde consultar por ellos, no se vislumbrará una solución a esta difícil situación asistencial de los servicios hospitalarios que tiene a los pacientes indignados y frustrado al personal de salud.