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¿Y de la grave salud de algunas Instituciones, què?

Semana
12 de octubre de 2012

¿Y de la grave salud de algunas Instituciones, qué?

 

La salud de los gobernantes nuestros, como la de otro congénere, por simple sensibilidad causa inquietud y genera solidaridad, no asusta como afirma Mauricio Vargas en su artículo La opereta del ‘vice’, publicado por El Tiempo el pasado lunes 8; lo que sí ‘asusta’ y pone la piel de gallina es corroborar con hechos fehacientes situaciones poco comunes o anómalas con un desenlace amargo y un hedor insoportable de corrupción en algunas instituciones del Estado, y que una mayoría apática y cobarde permite su ocurrencia con su silencio.

 

Los gobernantes son mortales y como tal son prescindibles, las instituciones son necesarias y son perennes, y si existen, es porque su papel es indispensable en la estructura estatal, pudiéndose cambiar su nombre y ajustar, suprimir o adicionar sus funciones, pero conforman de todas maneras el Estado de Derecho, lo que garantiza la convivencia armónica de la sociedad. El debate sobre la salud del Vicepresidente es inocuo, en lugar de tanto bla bla, se debe considerar en una norma el caso especifico y reglamentarse, además, todo funcionario para su posesión requiere de un certificado médico de aptitud.

 

La responsabilidad subjetiva es un requisito sine qua non para establecer el grado de participación en la comisión de los delitos, pero existe una especie de responsabilidad objetiva que tenemos todos los ciudadanos  cuando ejercemos el derecho al voto como constituyente primario, ya que elegimos de manera directa al Presidente de la República, la totalidad del Poder legislativo y, por ende, indirectamente al Poder judicial a través de las Altas Cortes, lo que nos convierte en solidarios o garantes o veedores de los aciertos o desafueros de estos altos funcionarios, quedando implícitamente autorizados para exigirles respeto y pleno acatamiento al orden jurídico, al extremo de procurar su remoción.

 

La posición pasiva por pusilanimidad o la aceptación gratuita u onerosa  por parte de muchos colombianos, incluidos los medios, frente a los desafueros o arbitrariedades, y, en muchos casos, a presuntos delitos cometidos en forma reiterada por varios de los miembros que conforman el Poder legislativo, las Altas Cortes y la Fiscalía General de la Nación, nos está llevando a colocarnos la soga al cuello y a coadyuvar al ‘descuadernamiento’ de este país de manera ‘in misericorde’ dejando un legado negro a nuestra descendencia, difícil de ser merecedores de su perdón, sobre todo en lo que toca con la administración de justicia.

 

Las instituciones son el pilar de la democracia y de un Estado de Derecho, su vulneración conlleva al resquebrajamiento del aparato estatal lo cual trae consigo el caos y la anarquía; se han presentado frecuentes embates violentos contra el establecimiento que nos han tenido ad portas de la mencionada situación sin que se haya levantado una voz de protesta enérgica contra estos brotes de corrupción manifiesta, lo que nos convierte en unos cómplices silenciados por la cobardía. Si la posición solidaria que se adoptó frente a la fallida reforma a la justicia se tuviera para todos los casos ominosos de corrupción, este país sería un ‘paraíso’.

 

Como escribiera algún grafitero: “Tenemos los mejores parlamentarios…que el dinero pueda comprar”. Y es cierto, los colombianos tenemos el Parlamento- rama legislativa- más sui géneros del planeta Tierra, está conformado por una mayoría de personajes con un perfil que deja mucho que desear, de extraordinaria proclividad hacia los negociados chuecos o torcidos o turbios y que expelan hedor nauseabundo, amigos incondicionales del clientelismo burocrático  y del tráfico de influencias, sin impedimentos o inhibiciones para integrar sociedades, así se trate de contubernios macabros con criminales redomados como los que engendraron y criaron la criatura diabólica del paramilitarismo, expertos en ‘micos’ legislativos y falsedades ideológicas y materiales. Como elixir para la memoria recuerden a Cajanal, Dirección Nacional de Estupefacientes, Reforma a la Justicia, etcétera. ¡Esta es una de nuestras ramas del Poder Público!. ¡Esto sí es vergonzoso y asusta!

 

Y ni qué decir de la Corte Suprema de Justicia, tribunal supremo de la justicia ordinaria, en su infiltración de fuerzas oscuras en su seno, la metamorfosis cerebral producto de cambios desconcertantes e inesperados en sus jurisprudencias y en decisiones internas de la corporación, con una facilidad asombrosa de cambio equiparable al que hace una trabajadora sexual de su acompañante, basta sólo leer con sumo cuidado la entrevista que concedió el magistrado auxiliar Iván Velásquez a la Unidad Investigativa de El Tiempo, publicada el Domingo 7 de los corriente. Estos tumbos que se están dando en esta corporación preocupan y producen exacerbación al presenciar atónitos la manera furtiva como  se va reviviendo algunos exabruptos y prerrogativas que se concedían  a parlamentarios y que se consignaron  en la conciliación de la fallida reforma.

El carrusel de las pensiones a hecho su agosto en el Consejo Superior de la Judicatura y en el Consejo de Estado. ¡Esta es la otra rama del Poder Público!. ¡Esto sí asusta!

 

El novelón que se está viviendo en la Fiscalía General es una “realidad que supera la ficción”. Flaco favor el que le hizo a Colombia, en su administración de justicia, el Presidente al postular y la Corte Suprema al elegir Fiscal a Eduardo Montealegre Lynett, quien al aceptar su designación se configuró una especie de colisión de su conducta con los principios éticos y morales por su condición de Abogado de SaludCoop, empresa que se ‘apoderó arbitrariamente’ de inmensos recursos de la Salud pública;  cobró por honorarios profesionales la ‘bicoca’ de SEIS MIL MILLONES DE PESOS, suma que no se encuentra fácil detrás de una puerta, o sea, que el Abogado Montealegre aparte de conocer los intríngulis de la desviación de recursos por parte de su poderdante, también sabía que ese pago era parte del mismo ilícito que iba a defender.

 

Esta situación ha truncado el desarrollo normal de la investigación, así pregone Montealegre a los cuatro vientos su imparcialidad, y algunos por congraciarse o por pusilanimidad posen de creyentes. ¿Será posible que un fiscal subalterno del Fiscal General se vaya en contravía de su jefe en un negocio de tanto calado y tan lucrativo? http://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-359554-corte-rechazo-impedimento-presentado-fiscal-general-caso-saludcohttp://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-359554-corte-rechazo-impedimento-presentado-fiscal-general-caso-saludco

 

 

La apatía o connivencia o protección por parte del Fiscal y su protuberante veleidad permite que algunos de sus subalternos actúen como ruedas sueltas y pisen con tranquilidad predios del Código Penal, y  él lo sabe y sus Asesores, también, a que casos concretos me refiero; aunque estoy en gran desventaja mediática, cuando lo considere oportuno, señor Fiscal, de manera pública daré a conocer cargos concretos con la única condición de que la respuesta sea haga por los mismos medios.

 

Es difícil superar la crisis en los valores éticos y morales mientras estén gobernados por trueques burocráticos u otros móviles personales, políticos o económicos.

 

Estas aberrantes situaciones son mucho más importantes de debatir que la inane o inocua controversia sobre el fallido examen médico del Vicepresidente, siendo inconcebible que estas nimiedades copen y desvíen la atención general.

 

Manizales, Octubre 12 de 2012.

Marco Aurelio Uribe García