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Juegos Olímpicos

Por: Carolina Sanín

El de los Juegos Olímpicos es un tema trasnochado. Sin embargo, como esta columna es mensual y hace un mes el certamen no había terminado, voy a hablar de él. Además, este no es un espacio de actualidad. Y los Juegos son tan viejos el día después de que terminan como pasado un mes o un año desde su final. Cuando se clausuran parece como si nunca hubieran tenido lugar y, cuando se inauguran los siguientes, parece que fueran los primeros en la historia de la humanidad. Es como si ocurrieran en un mundo paralelo y completo, en un sueño, en la noche trasnochada de la paz.

Este año por primera vez los vi con constancia y se convirtieron en mi cosa favorita. Admiré la superioridad de los deportistas sobre todos nosotros, vi cómo resplandecía la materialidad del mundo (las duraciones, las superficies) y se convertía en nuestro espíritu, y me pregunté sobre el límite de la representación: ¿el escenario de la competencia es un escenario teatral, ¿a quién interpreta un atleta?

Pero no quiero compartir meditaciones sino una lista de deseos que tengo para las Olimpiadas del futuro y que me parecen buenos:

1. Que se contemple la posibilidad de excluir las competencias para cuya premiación se requiere de un juicio estético (gimnasia, nado sincronizado, etc.). Es esencial que el público todo pueda ver y entender cómo gana el que gana. Algunos deportes constituyen nuestra única oportunidad de apreciar la objetividad y la justicia en acción.

2. Que se incluya, ya que hay deportes de correr y de saltar, alguno de subir: puede ser, por ejemplo, escalada de velocidad en muro.

3. Que se incluya al menos un deporte vasco: puede ser la pelota vasca o el corte de troncos con hacha.

4. Que se excluyan, en cambio, el bádminton y el voleibol de playa.

5. Que haya relevos mixtos en atletismo, natación y ciclismo. Sería una manera de integrar los sexos durante las pruebas sin incurrir en una competencia desigual.

6. Que la maratón de mujeres se corra simultáneamente con la de hombres, pero por calles distintas. Que los dos recorridos se crucen en algún punto.

7. Que haya un debate sobre la posibilidad de abrir en cada prueba una categoría con dopaje, pues queremos ver los últimos límites del cuerpo.

8. Que se abra la discusión sobre si puede haber en algunas pruebas una categoría en la que se permita el uso de prótesis (no motorizadas ni con ruedas), por la misma razón que lo anterior.

9. Que en la ceremonia de clausura, en vez de mostrarnos revistas musicales, bailes y desfiles de modelos, cada deportista que haya ganado una medalla de oro haga una demostración de la prueba de la que salió campeón, pero solo, es decir, sin competir con aquellos a quienes ya venció. El estadio del cierre tendría que albergar los escenarios de todos los deportes. La demostración duraría todo el día. Se puede contemplar la posibilidad de que los deportistas actúen con su medalla al cuello.

10. Que en la ceremonia de clausura, después de lo anterior, haya en la noche una competencia de fuegos artificiales por países. Que esa competencia sea la manera de extinguir la llama, que es siempre algo tan triste.

11. Que en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Río 2016 la antorcha olímpica sea encendida por un gol con una pelota en llamas que patee Pelé, más o menos como lo que hicieron en Barcelona 1992 y que les salió tan bien.

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