ERICK BEHAR VILLEGAS

A pagar la renovación de la matrícula mercantil en tiempos de pandemia

Por el Covid Friday, otro debate urgente está quedando en el olvido. Pensemos en las pymes y en esta solución de corto y largo plazo.

Erick Behar Villegas, Erick Behar Villegas
23 de junio de 2020

Esta frase genera disgusto: la renovación de la matrícula mercantil es un impuesto que golpea la liquidez de las pymes. Si bien se aplazó el pago por la pandemia, el debate de hacer rebajas para las empresas pequeñas quedó en el rincón del olvido. Todavía se puede hacer algo. Aquí va una propuesta.

Hay muchas formas de bautizar un impuesto. Y a veces las técnicas de naming son tan exitosas que el formalismo triunfa sobre la esencia de las cosas. Es un pago, no un impuesto. Es un derecho, no un impuesto. ¿No leíste el decreto? No es un impuesto. Y resulta que sí lo es, uno entre muchos.

Mientras que el desorden del Covid Friday propulsó debates ideológicos, lanzamientos masivos de culpas y silenciosos “yo no fui”, hay otras discusiones que pueden importar más para la reactivación económica. Por un lado, en el Día sin IVA, es importante entrar en el detalle por subsector beneficiado y tipo de empresa, porque se ha hablado de $5 billones en ventas, con aumentos bombásticos en categorías como electrodomésticos (640%) y equipos y aparatos de sonido (366%).

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Habrá que ver si las pymes que tienen más encadenamientos productivos se beneficiaron realmente. Por otro lado, hablando de pymes, hay otro debate que se ahogó en la profundidad del mar de insultos: así se haya aplazado el pago de la renovación de la matrícula mercantil, del valor ni se habló.

Si no están familiarizados con el término, al tener una empresa legalmente constituida, cada año se actualiza la información (e.g. activos, ventas) de la empresa y se paga una tarifa ligada al rango de activos, ‘confirmándole‘ al Estado, a través de las Cámaras de Comercio, que la empresa está funcionando. A su vez, la empresa puede usar su matrícula renovada cuando sus aliados le exigen documentación para entablar relaciones comerciales. Con el decreto 434 del 2020, se extendió el plazo para pagar esta tarifa hasta el 3 de julio, pero no se habló de reducciones.

A continuación, se puede ver un ejemplo de algunos de los rangos y la correspondiente tarifa a pagar. La categoría más baja va de 0 hasta $1,72 millones en activos y la más alta empieza con ca. $752.000 millones. Para ver todas los rangos y tarifas del 2020 pueden hacer clic aquí.

Al primer valor se le aplica el máximo del rango y al último se le aplica un máximo basado en el incremento de la categoría inferior, es decir 7%. Esto implica que el porcentaje resultante en dicha categoría puede ser aún menos para grandes empresas.
*Elaboración propia con base en datos de la Cámara de Comercio de Bogotá (2020.

Al ver la tabla, uno inicialmente diría: bueno, no es mucho lo que se paga, ¿verdad? Pero revisemos con detalle algo que me preocupa en esta época de pandemia.

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El primer problema es la gran diferencia que hay entre la liquidez de la empresa y sus activos. Si tenemos una máquina que nos generó una deuda, además de intereses elevados, nos medirán con base en los activos, no en la liquidez de la empresa. No importa si la empresa es grande o pequeña, tener activos no implica tener caja, y mucho menos en estas épocas, en donde unas empresas vieron colapsar sus ventas. No importa, si tiene la máquina ahí, paga por tener la máquina.

Ojo, porque se supone que uno de los principios que ha guiado la visión del desarrollo económico colombiano es la formación bruta de capital fijo. Se incentiva la traída de maquinaria; se habla de la necesidad de invertir en bienes de capital, pero indirectamente se puede desincentivar la tenencia de activos en momentos de liquidez reducida.

Algunos dirán que el efecto es nulo. Pero al ver el tema de la liquidez y entender, como lo hace la economía conductual, el rol de los incentivos, vale la pena preguntarse si se estaría motivando la informalidad indirectamente. A esto se suma el sentimiento entre empresarios pequeños en contra del pago de la matrícula este año.

El segundo problema es el desequilibrio que se crea entre grandes y pequeños. Si somos una empresa con más de $10.000 millones en activos, pagamos el 0,02% de éstos. Pero si somos una pyme con $22 millones en activos, pagamos el 1,2%, es decir que se paga proporcionalmente mucho más. Alguien diría: bueno, se aplazó el pago unos meses, eso ayuda. Pero la incertidumbre que se vive no augura mayores beneficios en liquidez de pequeñas empresas.

Recordemos que el estudio de las narrativas nos recuerda que las historias que se cuentan, muchas de esas imbuidas de éxito y excepcionalidad, sesgan nuestra comprensión de la realidad. Como escribe Kahneman, creemos que lo que vemos, es lo único que hay. Pero hay muchas historias silenciosas en donde esta carga de más no termina volviéndose tendencia.

Un set de propuestas para discutir urgentemente

La matrícula mercantil en Colombia tuvo un incentivo excelente con la Ley Pro Joven (1780 de 2016), cuando se dio una exención al pago de la matrícula y de su renovación en el primer año, si se cumplía con un criterio de edad. Ha habido más incentivos, así hayan durado poco, como los de la Ley 1429, pero realmente hay espacio para mejoras y no se puede negar que hemos tenido avances.

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En esta época serviría que se genere una exención parcial para las empresas que tienen menos de $100 millones en activos, pues esa liquidez de sobra (o una deuda no contraída para pagar la matrícula) puede emplearse en otros pagos. Por otra parte, el dinero recaudado, que se administra desde las Cámaras de Comercio puede contribuir a la financiación de un fondo para pymes que han resistido y no han hecho uso de otros subsidios gubernamentales. Así se premia la formalidad.

Hay Cámaras de Comercio en el país, como la de Bogotá, que hacen un trabajo excelente, con capacitaciones de alta calidad, eventos de talla mundial y un impulso al ecosistema de la innovación. Pero creo que, por estas épocas recias, cuando hay pocas perspectivas para los eventos que usualmente cuestan bastante, parte del dinero que constituye una gran parte del ingreso operacional de las Cámaras, puede ayudar a financiar el fondo mencionado.

No veo un costo de oportunidad gigante para las cámaras al dejar de percibir parte de lo que pagan los más pequeños. Al revés, es una señal amable en pro de la formalización, que está en el corazón de la misión de las Cámaras.

En medio de esta discusión (que no se ha dado), vale la pena preguntarnos si es necesario y conveniente que las empresas paguen por renovar su matrícula anualmente. En un estudio de Fedesarrollo (Salazar, Mesa & Navarrete, 2017) se hace un comparativo con otros países. Mientras México, Chile y Perú no exigen la renovación, Argentina y Colombia sí lo hacen. Brasil, tiene un modelo mixto en donde no se cobra por la renovación directamente, pero sí se cobran otros aportes mensuales.

No creo que actualmente Argentina deba servirle a Colombia como un referente en política económica, y Colombia ya ha hecho avances muy importantes en la facilitación del pago, la publicación de la información y la eficiencia del servicio en las Cámaras. Es urgente dar el debate y enviarle señales a las pymes en un momento gravísimo de la liquidez. Los activos cuentan otra historia, y no es la que se vive en la caja de las empresas necesariamente.