ÁNGEL PÉREZ

Ahora, más que nunca, apostar por la educación oficial

¿Alguno de ustedes leyó o escuchó que alguien o un medio de comunicación haya reclamado que más del 95% de las instituciones educativas no ha reabierto sus instalaciones? ¿O se haya preguntado por qué los colegios en concesión tampoco lo han hecho?

Ángel Pérez, Ángel Pérez
5 de octubre de 2020

En cambio, a los colegios oficiales, desde todos lados, se les reclama la reapertura, volver a la presencialidad o a la alternancia a como dé lugar.

El reclamo a los colegios oficiales podría estar vinculado a dos condiciones altruistas: i) la necesidad de reactivar la economía y garantizar, de manera especial, la vinculación de los padres de familia al aparato productivo; lo que no está mal si se tiene en cuenta la condición de jefes de hogar de cerca del 37% de las mujeres (Dane encuesta calidad de vida) y ii) aceptar que más del 60% de los estudiantes de los colegios oficiales no cuentan ni con computador ni con internet en el hogar y, por lo tanto, la educación virtual o en casa es casi imposible. Esta situación amplía las brechas con los estudiantes de los colegios privados, quienes, al contrario, más del 70% sí tienen computador e internet en casa, así como espacios cómodos donde estudiar, también pueden tener la ventaja de padres con mejor nivel educativo que los apoyen en su proceso de aprendizaje. Parecería que estas condiciones altruistas no aplican para los colegios privados.

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En cambio, los medios de comunicación, el gobierno y otros sectores sí encontraron la oportunidad perfecta. El enemigo es Fecode, el sindicato se opone a la reapertura o a la alternancia, y por esta vía caerle a la educación pública. La senadora Paloma Valencia trinó: “si Fecode no quiere volver a clases, el Gobierno debe ofrecer de manera inmediata un bono escolar para que los padres puedan llevar a sus hijos a colegios privados". 

Sí, volver a los bonos para que los padres de familia escojan colegios privados, ese programa ya existió en Colombia. A comienzos del siglo llegamos a tener cerca de un millón de estudiantes matriculados en colegios privados, la mayoría  de mala calidad y vinculados a grupos politiqueros regionales. Para solo mencionar un ejemplo, recuerden los casos graves de corrupción en Buenaventura y en otros municipios y departamentos de Colombia. Tampoco se puede olvidar que en el departamento de Antioquia, a finales del siglo pasado, los gobernadores de turno entregaron cerca de 100.000 cupos escolares a colegios privados con efectos negativos en la calidad, lo anterior se puede probar con los resultados de los estudiantes de dicho departamento en las pruebas del ICFES (ahora Saber 11).

Con seguridad la senadora Valencia desconoce que Colombia invierte cerca de $4 millones anuales por estudiante en la educación pública y que un colegio privado de buena calidad, como el que soñamos todos los colombianos para los niños pobres, con jornada única, bilingüe, bien dotado, con alimentación escolar y transporte, cobra mínimo $1 millón al mes, con lo que los padres de familia tendrían que pagar $11 millones año, sumando 10 meses de pensión más matrícula, insisto costo mínimo, porque hay colegios de $15millones, $20millones y hasta $30 millones año.

Claro, el sector privado puede ofrecer cupos a $3 millones año, o menos; eficiencia de mercado, sostienen algunos. ¿Será que volveremos a los colegios para niños pobres en casas de dos o tres pisos? donde se habilitaron las salas, los comedores y las alcobas como aulas escolares, para embutir a los niños, con su respectivo tablero de tiza y, además, con profesores que ganaban el salario mínimo o menos.

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Nótese que se responde con la amenaza de privatizar la educación lo que no es viable, son ocho millones de estudiantes matriculados en la educación pública; sin embargo, nada se menciona frente a dos planteamientos claves de Fecode. Primero, la necesidad de más recursos para arreglar la estructura de las sedes de los colegios, de manera especial baños, cafeterías, bibliotecas y otros lugares donde se puedan congregar los estudiantes durante la pandemia; y, segundo, la provisión adecuada de los elementos para garantizar las condiciones de bioseguridad de profesores y estudiantes.

Hasta ahora no aparece el gran plan Nacional (excepto algunos esfuerzos regionales de Bogotá y de otras entidades territoriales con recursos) que responda a estas necesidades expresadas por Fecode y a otras que evidencian los datos del Dane (educación formal): antes de la pandemia el 7% de las sedes educativas oficiales no tenía electricidad, el 64% no tenía televisor, y el 66% no contaba con conexión a Internet, hecho más grave en la zona rural donde solo el 21% de las sedes educativas oficiales accedía a la red internet ¿Volver en las mismas condiciones? 

El Gobierno nacional puede sostener que giró $92.000 millones de recursos desde el Fondo de Mitigación de Emergencias (Fome) para las secretarías de Educación con el propósito de atender las demandas de Fecode, pero como lo sostiene Luz Karime AbadíaSi dividimos el monto total de recursos entre las 44.006 sedes de establecimientos educativos oficiales que existen en Colombia, a cada sede le tocarían cerca de $2 millones para hacer las adecuaciones requeridas. Monto que contrasta con las inversiones que han realizado algunos colegios privados que alcanzan, por ejemplo, los $400 millones”.

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Si pensamos en los niños y adolescentes, nadie debe tener dudas sobre la necesidad de reabrir los colegios, públicos y privados; inadmisible que este año no se realicen unos pilotos y se estudien las condiciones para regresar de manera presencial, incluso de manera alterna. No establecer fechas, estas se deben acordar entre Gobierno y Fecode, con la participación de expertos en salud, para actuar de acuerdo con la evolución de la pandemia en cada territorio, sobre cuándo y cómo reabrir. Por qué para avanzar no destinamos a los colegios oficiales el billón de pesos que el Gobierno iba a prestar a Avianca, y con ello garantizar bioseguridad a la comunidad educativa.