ERICK BEHAR VILLEGAS

¿Es un logro tener sesiones virtuales en el Congreso?

¡Por fin lo lograron! clama el titular. El Congreso quedó habilitado para sesionar online. Fueron más rápidos que los parlamentos de otros países, que aún no saben qué hacer con sus sesiones. Sin embargo, lo fueron en lo legal, porque lo técnico está por solucionarse.

Erick Behar Villegas, Erick Behar Villegas
31 de marzo de 2020

Esto nos ayuda a ilustrar la narrativa de la mentalidad ultralegalista de Colombia, desconectada de las realidades, predicando artículos y decretos mientras otros, por ejemplo, el sector salud, se enfrentan a la cruda realidad.

El motivo de orgullo es un decreto (491/2020) que autoriza sesiones no presenciales para todas las ramas del poder. En redes se está celebrando el tema, pero se asemeja más a un grupo de trabajo que se inventó el diseño de la caja y no el medicamente que va adentro. La narrativa de la innovación en Colombia se cuenta muy bien desde los procesos legalistas heredados de la Colonia, que al final traen discusiones ridículas mientras el tiempo vital pasa.

En medio de la celebración digital, el senador Robledo salió a citar otro artículo, el 149 de la Constitución, para decir que las sesiones virtuales serían inconstitucionales. Ya quiero imaginarme las primeras plenarias virtuales, en donde saldrá la pregunta filosófica ¿estamos o no estamos legislando? El gato de Schrödinger no cabe en estas álgidas discusiones que requieren de ríos de camionetas blindadas, conceptos y presupuestos para inmortalizarse. Mientras tanto, avanza el virus, sufren las personas y la economía empieza a sentir los truenos de una tormenta económica anunciada hace unas semanas, ya vista como recesión por el FMI. Este proceso de extraña celebración se asemeja más a la fotografía de una mentalidad tragicómica y no a un logro de la innovación estatal.

En la confusión que ha traído esta pandemia, el parlamento europeo empezó a mover sus sesiones, hasta que decidieron que el 26 de marzo podrían votar por e-mail. Con esos votos destrabaron dos paquetes fiscales que suman 37.000 millones de euros para el sector salud, las empresas y las personas que ya están desempleadas. En Estados Unidos también hay confusión, dado que las reglas de 1789, a pesar de verse modernizadas con el voto electrónico en los 70s, no preveían situaciones extremas como las de hoy. Pero los estímulos fiscales se aprobaron. Colombia, por su lado, ha sido rápida normativamente, pero el problema es creer que la solución decretalista es la innovación. Diría que con algunos congresistas buenos que hay, se está tomando un buen camino, pero hay que insistir en el cambio de mentalidad legalista para tomar decisiones experimentales y no usar el sistema legal como arma política que frena el desarrollo.

A un representante le preguntaron en redes, bueno y ¿con qué herramienta harán las sesiones? Aún no saben, porque las victorias en Colombia son jurídicas, los problemas también, las innovaciones igual. Pero el mundo es otro, y tristemente, esas barahúndas jurídicas solo sirven, como lo hacían en la Colonia, para confundir y excluir a los que no hablan ni quieren hablar el lenguaje del legalismo. La experimentación y los errores son vistos como crimen, porque se espera que una solución deductivista quede plasmada el la Ley, ya de por sí alejada de la realidad. Vale la pena volver a proponer que se lean The Knowing Doing Gap, un libro que nos recuerda que enviar un mail o hacer una reunión sirve como engaño mental al creer que hicimos una tarea hasta el final. Con los decretos pasa lo mismo. Si no hay una cultura de la experimentación con incentivos y pragmatismo, ese decreto se puede sumar a la base de datos del legalismo colombiano.

Esto no es culpa de uno, una o muchos congresistas en particular, porque hay todo tipo de perfiles en aquellos salones, desde jóvenes y no tan jóvenes creativos e innovadores hasta personas que están en el lugar equivocado. Los que quieren cambiar las cosas deben ceñirse al marco que impone el sistema, pero solo una verdadera conciencia de un sector público más pequeño, abierto a experimentar y menos a decretar como solución, puede empezar a cambiar las cosas. 

Las sesiones virtuales son un paso, pero el verdadero logro está en traerle soluciones a las personas que requieren alternativas para salir adelante en medio de una situación mundial lamentable, mientras entendemos finalmente que la educación y la ciencia no son un rubro extra y ya. Que la celebración de este paso a la virtualización nos ayude a incorporar la ciencia como algo obvio en la transformación del Estado.