GREGORIO GANDINI

La prueba de la cacerola

Es imposible después del paro del 21 de noviembre y los subsecuentes cacerolazos de esa noche y el fin de semana siguiente y no sentarse a analizar sus implicaciones, por lo que he decidido dedicar mi columna de esta semana a contarles mis reflexiones al respecto.

Gregorio Gandini, Gregorio Gandini
27 de noviembre de 2019

Al momento de escribir esta columna, lunes 25 en la mañana, lo primero que pienso es como el último mes y medio ha sido sin lugar a dudas, una época complicada para los gobiernos en la región con manifestaciones públicas muy fuertes en Ecuador, Bolivia, Chile y ahora Colombia. Una cosa que es vital entender es que los hechos vandálicos y saqueos no son ningún tipo de protesta, solo son hechos criminales, pero ese no debe ser el mensaje que quede del paro, las marchas y los cacerolazos que ocurrieron desde el 21 de noviembre y todo el fin de semana siguiente. Lo que debe ser el centro del análisis es la asistencia masiva de personas que protestaron pacíficamente el 21 hasta la tarde y aún más diciente fue la duración de las marchas y cacerolazos durante tres días más que sumo aún más personas a las voces de descontento contra el presente gobierno.

Si bien parece que este hecho se dio de la noche a la mañana, es algo que ha venido cocinándose a fuego lento, pero se dio una primera señal en los resultados de las pasadas elecciones regionales de como las tendencias políticas del país se están alejando de los extremos y más que nada se están modificando, los cacerolazo que se presentaron de forma muy generalizada en Bogotá hacen aún más evidente este cambio en muchos niveles, por lo que los mapas políticos del país para los próximos años deberán trazarse de nuevo con un alto nivel de incertidumbre involucrado, y las apuestas están más altas que nunca. 

Es probable que lo primero que salte a la mente es que hemos tenido buenos datos de crecimiento económico, con un tercer trimestre de 3.3% muy en línea con lo esperado y exhibiendo un fuerte consumo de los hogares. Pero analizar este asunto solo desde el punto de vista de las variaciones del PIB se queda corto a la dimensión real de la discusión, ya que los cacerolazos muestran un descontento frente otro tipo de variables, más cercanas a los hogares, como la tasa de desempleo que continúa aumentando hasta situarse en 10.2% y se ha mantenido en altos niveles históricos. 

Además, si a la situación laboral les sumamos otros hechos muy relevantes de este año, como los problemas que tuvo el gobierno tratando de pasar la ley de financiamiento, que después del fallo de la corte lo obligo a volver a tramitarla bajo el nombre de reforma tributaria, o los escándalos en los que se encuentra sumido el ejército y llevaron a la salido del anterior ministro de defensa, deja en duda la capacidad de gobernabilidad de la actual administración.  

No echemos en saco roto lo que sucedió en Chile donde un aumento del valor del pasaje del metro de 30 pesos chilenos llevándolo a 830 pesos, detonó un movimiento de protestas masivas, que ha desestabilizado al gobierno y aumentando la percepción de riesgo geopolítico. Chile siempre ha sido un referente de la región con una economía sólida, con fuertes instituciones democráticas, tal y como Colombia, y es precisamente por eso que la gran prueba de fuego para este gobierno es como enfrente estas protestas iniciales para frenar el ímpetu y llegar a una solución. 

En mis columnas anteriores “La bolsa en Colombia debe diferenciarse y “El riesgo se percibe en bloque , mencionaba como para los mercados internacionales el riesgo de invertir en títulos colombianos, ya no se ve de forma independiente sino como parte del grupo de emergentes de la región LATAM (Latinoamérica) y nos aplican el mismo riesgo, de ahí la importancia de diferenciarnos de nuestros vecinos y convertirnos en el activo refugio de la región. No puedo pensar en una mejor oportunidad para que el gobierno, se diferencie de los demás de la región, demostrando que puede concertar y traer a todas las partes a negociar, logrando así no solo apagar el incendio, sino salir fortalecido de esta, la prueba de la cacerola.