ERICK BEHAR VILLEGAS

Libertad, psicología y sesgos en la hipoteca inversa: no es expropiación, pero…

La libertad de decidir es relativa, y una entidad financiera puede mostrar niveles de paciencia distintos a los de una persona afectada por las vicisitudes de la vejez, abriendo una dimensión importante que debemos revisar en el debate de la hipoteca inversa.

Erick Behar Villegas, Erick Behar Villegas
16 de junio de 2020

La libertad de decidir es relativa, y una entidad financiera puede mostrar niveles de paciencia distintos a los de una persona afectada por las vicisitudes de la vejez, abriendo una dimensión importante que debemos revisar en el debate de la Hipoteca Inversa. 

No todo es malo, pero hablemos de lo que olvida la narrativa 

Claro, no todo es malo. La conversión del patrimonio hacia fondos líquidos en el corto plazo es algo atractivo. El aumento de los hogares unipersonales, duplicándose entre 1973 y 2018 para los adultos mayores, hace pensar en las dificultades que pueden compensarse con decisiones financieras que mejoran en algo la vida. También está la promoción de nuestras decisiones libres. La Hipoteca Inversa en principio respeta esa “libertad”, pues resulta siendo una alternativa. Hasta ahí todo está bien, incluso bajo el ingenioso framing, que no es nada distinto a la manipulación usual de un mensaje, que hace MinVivienda. ¿Quién niega que “los ingresos se mejoran” y que “es voluntario”, con la debida asesoría? Pero en esta narrativa hay algo que queda en el olvido.

Sobre los demás argumentos y emociones que se han venido dando (valor presente poco atractivo para familia y atractivo para la entidad, diferencias en conveniencia según las tres opciones del decreto, debate exagerado sobre expropiación e ideología, insultos que no faltan, etc.), creo que ya se ha escrito bastante en otros lugares. Quisiera concentrarme en algunas preocupaciones “menores”, no para destruir el proyecto de decreto de la H.I, sino para rogarles que piensen en temas que viven en la narrativa y se ahogan en el discurso oficial, para poder generar buenos mecanismos de educación financiera y protección para los beneficiarios.

Desafíos psicológicos, la voluntad y los flujos de corto plazo 

Recordemos que más del 70% de los adultos mayores no tiene pensión, que el índice de envejecimiento pasó de 10.9 a 40.4 entre 1985 y 2018, que la esperanza de vida ha ido subiendo entre 1 y 2 años por quinquenio en ese mismo periodo y, que el 58% de los adultos mayores que trabajan lo hacen en la informalidad. Ante esta situación, convertir un activo en un flujo de corto plazo se hace sumamente atractivo, más aún si se le decora con la autonomía de la libre voluntad. Ahora súmenle el desafío psicológico y espiritual que conlleva la soledad y la vejez. Desde este contexto se tomaría la decisión. Para enriquecer el tema, veamos lo que nos dice la ciencia sobre los sesgos que aparecen en ese proceso.

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Las decisiones voluntarias son algo complejo. Al acercarse a los 70 años, se acentúa la pérdida del procesamiento cognitivo. La velocidad en las operaciones mentales, correlacionada con la capacidad de memoria, va disminuyendo (Carpenter & Yoon, 2019). Una memoria de trabajo más débil hace que no podamos comparar alternativas con la misma facilidad (Roedder & Cole, 1986). Si hay una situación de estrés, se acentúan los sesgos del comportamiento al tomar decisiones automáticas sin ponderar todos los elementos (Porcell & Delgado, 2009). Peor aún, el estrés financiero, sobretodo en adultos mayores, está ligado a una peor salud mental (Wilkinson, 2016). Esto no implica que ahora las personas mayores no puedan tomar decisiones libres – ojalá la juventud tuviera la sabiduría de los años – sino que requieren de protección real y científica ante asimetrías de poder en el mercado financiero. Llámenlo paternalismo libertario inspirado en Thaler y Sunstein. En efecto es eso. Miren este simple ejemplo, en México se hizo un experimento en donde se pidió que unas personas identificaran el producto financiero más barato y conveniente para ellos. Un grupo recibió la publicidad normal y real del banco, acertando solo en el 39% de los casos. El otro grupo recibió una hoja de resumen preparada por una entidad pública con comparativos claros. En ese grupo, el 68% acertó (Giné et al., 2014). Todo depende de cómo lo presentamos; la voluntad no es la única variable en este debate. Me preocupa el framing de este instrumento.

María, Martín y la educación financiera de corto plazo

Si el Banco Mundial nos dice que la mayoría de la población en Colombia no comprende las tasas de interés, un mecanismo complejo como el de la Hipoteca Inversa puede crear escenarios de decisiones ligadas a sesgos de elección intertemporal, que se distorsionan en la vejez. Para verlo con algo de storytelling: al verse acechados por la presión financiera, María y Martín, la pareja del video de MinVivienda, toman una decisión. Entregan la casa de 200 millones cuando están más allá de sus 70s, por una renta inferior al millón de pesos. El tema es que ellos pueden tomar una decisión contraria al objetivo que tuvieron durante décadas, todo por un momento de angustia y presión, o inclusive, por una pelea con sus hijos.

Se sabe que el hueco pensional es gigante, con una cobertura que apenas llega al 24%. Entonces, el gobierno, en plena pandemia, decide sacar un instrumento en donde la incapacidad pensional del Estado se cubre en el corto plazo con el desahorro intergeneracional privado. Me preocupa que en la exposición de motivos y en las entrevistas usen el eufemismo de “ya funcionó en otros países”, como si pudiéramos comparar tan bien a) la situación pensional, b) los detalles del instrumento y c) la condición de informalidad, para transponer un sistema que no ha sido exitoso en algunos de los países que menciona el decreto. Las condiciones simplemente son distintas, inclusive el instrumento (cf. el Home Equity Conversion Mortgage de EEUU o la Hipoteca Inversa española). En España, el 85% del ahorro de los hogares está invertido en vivienda, y el sistema se pensó para viviendas de alto valor. Copiar esto, con el inestable concepto de la “buena asesoría”, sabiendo que Colombia ya ha visto como se esfuma el ahorro inmobiliario, por ejemplo, en la década siguiente a la introducción del UPAC, me genera preocupación. Por los 70s seguro hubo buenas asesorías con el UPAC, “claro, queremos proteger tu poder adquisitivo”. Luego, sorpresa, llegó el cisne negro de la década perdida y adiós casa.

Narrativas convincentes y el conflicto intergeneracional

Pareciera que el razonamiento del decreto se desprende de una confianza ciega en el Teorema de Coase, que sugiere lo siguiente: al no tener costos transaccionales, los recursos fluyen hacia su uso más valioso y eficiente, sin que importe la distribución de los derechos de propiedad. Por ejemplo, si yo soy su vecino y tengo una máquina de café que no lo deja dormir, usted me paga para destruirla, a menos que yo crea que ese dinero ofrecido es inferior al placer que implica usar mi máquina. Sucede que ese raciocino es idealista, como se ha demostrado con el efecto dotación de la economía conductual. Yo me aferro a la máquina y punto. No me interesa su oferta, lo siento. El decreto pareciera creer que la forma en que está distribuido el derecho de la propiedad es irrelevante, como si el propietario, de manera racional y calculada, “maximizara su utilidad” luego de tener plena información. Contra esto hay evidencia científica, pues las personas mayores buscan una satisfacción adecuada, y no la ingenua y sagrada maximización (Chen & Sun, 2003) en la que tanto se correlaciona el ego con funciones de utilidad.

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Otra dimensión que se deja de lado en el debate es ese conflicto de interés intergeneracional que se puede presentar cuando el tomador del servicio tiene hijos. En la propuesta, los herederos pueden asumir la deuda generada, con la extraña sensación de que cuanto más vivan sus padres, más endeudados quedarán con la entidad. Claro, no hay problema, dicen unos, porque “nadie lo obliga a tomar la deuda”, entonces puede simplemente entregar (o mejor perder) la casa. La pregunta es: ¿y las tasas de interés? ¿Podrán realmente encontrar soluciones adecuadas ante la asimetría de poder? ¿Pasará como en EE.UU en donde también se venden paquetes de seguros que encarecen todo? Ya el mismo presidente dijo que pueden tomar seguros en caso de muerte prematura. Y, por otro lado, ¿será realmente atractivo para las entidades, que se exponen a la vorágine jurídica de las sucesiones interminables estilo Legalandia, que al final imposibilitan el uso de la vivienda? Posiblemente no, pero que sea o no interesante para una aseguradora o un banco, es irrelevante si el objetivo final de la política es el adulto mayor. 

Decisiones financieras bajo estrés y los límites de la innovación estatal

El National Council on Aging de EEUU les recuerda a las personas de edad que “nunca es una buena idea tomar una decisión financiera bajo estrés”. Que no olviden que estas hipotecas inversas “no son un instrumento de manejo de crisis”. Si se logra transmitir este mensaje, puede ser exitoso el instrumento en términos de bienestar y libertad de elección. ¿Cómo será la asesoría en Colombia? ¿Así como la barahúnda y la cuestionable narrativa de las pensiones voluntarias? En otra columna expuse ese caso de lobby de la banca y el desincentivo absoluto a la construcción independiente de la vivienda propia. Si esto tendrá el mismo espíritu de las pensiones voluntarias, la idea puede ser maravillosa técnicamente, pero no necesariamente lo será el resultado en términos de bienestar.

Solo puedo decir que la innovación estatal sabe a otra cosa. Si se va a hacer la Hipoteca Inversa sin abusar de las complejidades y los sesgos de la libertad, es necesario tener asesorías realmente independientes, horas mínimas de educación financiera y velar por los intereses de los adultos mayores. Si la experiencia con las instituciones en Colombia fuera otra, esta columna no sería necesaria. Ya se le ha vendido mucho a la humanidad en nombre de la libertad y la voluntad.