CLAUDIA VARELA

¿Lo negociarías?

Escuché hace poco en una reunión de coaches que los millenial pueden dejar el puesto “tirado” si así lo deciden y que su compromiso es bien bajito. Me sorprendió escucharlo por que los coaches deberíamos ser buenos leyendo corazones y no juzgando lo que los demás quieren o no.

Claudia Varela, Claudia Varela
8 de febrero de 2020

Yo en realidad creo que los millenial como todo ser humano se compromete cuando ve que las cosas son consistentes y los motivadores suficientes para quedarse en un trabajo.

Ellos no se quedan en una oficina solamente por el sueldo. Eso puede ocurrir en otras generaciones, pero no en las nacidas después de 1985.  Esto lo comprobé con Juan cuando se sentó conmigo hace un par de meses. 

Estaba feliz por que lo habían promocionado y se sentía lleno de energía para hacer cosas diferentes, tenía un millón de ideas nuevas y de hecho me llamo por que quería que le diera un par de consejos sobre algunas herramientas de liderazgo.

En la última empresa donde estuvo nunca pudo mostrar su verdadero potencial. Su jefe que era diferente a él lo presionaba constantemente por que no hacia las cosas como el decía. Juan , innovador y un poco oveja negra siempre trataba de dar soluciones que fueran buenas para todos pero su jefe controlador no le permitía ni mostrarse, ni generar propuestas diferentes.

Juan dejo su trabajo un día, cansado de un ambiente que simplemente no le hacia feliz. Yo lo apoye en su idea de tomarse un año sabático estudiando fuera del país, lo que él siempre había querido.

Después de un año donde maduró, creció y aprendió Juan volvió cargado de ganas de seguir creciendo en Colombia. Se encontró un país más polarizado de lo que dejó, lleno de odios, desordenado, más desigual, más salvaje.

Si algo entendió Juan en su viaje fue esta tendencia nacional a culpar a los demás y jamás responsabilizarse por las acciones propias. Sintió que su jefe evidentemente funcionaba bajo este estereotipo y que seguramente se iba a encontrar otros así.

Buscó trabajo y dado su buen perfil encontró rápidamente. Juan tenía buenos contactos y eso le ayudo mucho. Ahora tenía un buen cargo y se sentía feliz, pero tenía retos que cumplir por que su personalidad era algo irreverente y necesitaba probarse que, en una empresa diferente, con un nuevo jefe podía lograrlo.

Su actual jefe tenía una excelente actitud. Era muy político, pero escuchaba más y le permitía generar ideas distintas. 

Sin embargo, el tiempo paso y Juan encontró algunas cosas que no le gustaron en su nueva empresa. Aquí había mucha política y lo dejaban generar muchas ideas, le permitían soñar , pero en realidad no había ninguna seria intención de hacer las cosas. 

Su jefe era tan político que jamás le decía que no a nada ni a nadie. Pero tampoco asumía una posición clara. Así que era bien difícil de leer. Después de unos meses se dio cuenta que no estaba feliz y que esta no era tampoco la empresa que lo hacia soñar. 

Ahora se sentía un poco frustrado y pensaba si el error estaba en él y no en los demás. Trabajando con él nos dimos cuenta de que claramente él era co- responsable de lo que pasaba pero que definitivamente tenía que cambiar su entorno y encontrar uno que lo hiciera feliz.

Una empresa sin animales políticos, sin ambigüedad, sin discursos ocultos. Lo hablamos bastante, creo que tanto que gane un café gratis por ser clientes asiduos al lugar de nuestra mentoría. Llegamos a la conclusión que suponía yo desde el principio. Esta empresa no existe. Así que Juan tiene que aprender a navegar estas variables si quiere seguir en empresa.

Hay innegociables. Esos que uno no puede perder, esos que uno debe preservar. Juan no quería negociar su esencia, su energía, su deseo de ser justo y sus ideas innovadoras. Podía negociar callar más, obedecer si estaba de acuerdo y tratar de cacarear más sus huevos. ¡A eso llegamos!

La decisión estaba clara… ¿eran negociables los innegociables? Juan no se iba a quedar allí por un sueldo. Y juan nació antes de 1985. 

Noticias relacionadas