CLAUDIA VARELA

Lo que uno quiere de verdad

Jorge entró cansado a mi oficina. Se veía exhausto y de sus ojos ya no salía esa luz que brillaba hacia unos años. De hecho, ya no veía esa luz que había visto solo unos meses atrás. Recordé que algunos amigos me han dicho que se sienten jóvenes y radiantes y un buen día de repente se miran al espejo y el implacable paso de los años se refleja (al menos en percepción) de la noche a la mañana.

Claudia Varela, Claudia Varela
15 de marzo de 2020

¿Quieres hablar de algo? Le pregunté casi previendo su respuesta. Sus ojos se llenaron de agua y a mí la verdad me dio un dolor de estómago que sentí como una punzada. Jorge llevaba algún tiempo un poco aburrido con su trabajo por que hacia muchos años que hacia lo mismo, y los chicos de las nuevas generaciones lo hacían más rápido  con nuevas plataformas que él no conocía.

Ya no quiero trabajar más. Me siento fuera de lugar en un sitio donde he trabajado veinte años. Me quedan dos años para pensionarme y no se si voy a aguantar, tampoco se que voy a hacer cuando tenga que irme a mi casa. 

Le pregunté a Jorge que era lo que más le dolía de la situación. Me dijo que en realidad sentir que ya no iba a ser tan útil, o sentir que ya nadie lo iba a recordar. Jorge fue en sus épocas de oro un ejecutivo brillante, churrisimo, con un carisma increíble que en algún momento se creyó el cuento y los años se la estaban cobrando por que no se preparo para su implacable paso.

Decidí observar un poco la dinámica que estaba teniendo Jorge en el equipo. Había varios de sus pares que tenían la edad de sus hijos y lo veían claramente como un papá, pero no lo respetaban como autoridad por que Jorge guardaba cierta amargura que proyectaba en las cosas de las nuevas generaciones que no comprendía.

Hablé con algunos de sus colegas y los invité a que lo tuvieran en cuenta en algunos proyectos nuevos donde su experiencia podía potenciarse. En algunas reuniones le preguntaba abiertamente su opinión y le agradecía por cosas sencillas que había hecho pero que ayudaban al equipo a brillar de manera conjunta.

Jorge poco a poco cambio su cara. Su actitud empezó a ser más jovial e incluso aprendió a jugar play , se sentaba junto a los chicos en los descansos a veces a tratar de ganarles y logró la cercanía de todos. De manera natural Jorge se convirtió en un líder referente cuya experiencia valoraba el equipo.

Estos dos últimos años Jorge entendió que su retiro no era el fin de su carrera sino el comienzo de una vida diferente. Sus últimos años corporativos pasaron volando por que los disfrutó a pesar de aquella visita a mi oficina donde se le veía acabado. Solo tuvimos que mover algunas fichas para que nuestro Jorge encajara.

¿Por qué nos volvemos organizaciones crueles con los de más años?. ¿ Por que no valoramos las canas y respetamos la experiencia?. Los prejuicios por la edad mayor son realmente anacrónicos cuando vivimos en un mundo cambiante que necesita de la colaboración de todos para caminar.

Dado que la expectativa de vida es mucho mas larga hoy debemos estudiar con más cuidado a los mayores de 55 años , como consumidores, como elementos de producción social, como pacientes de los sistemas de salud, como emprendedores. No todo el foco puede estar en los millenial. 

El concepto del ageing (envejecimiento) desde el coaching o el liderazgo puede llevarnos a un nuevo tipo de entendimiento de la mente de quienes están envejeciendo. Todos morimos un poco cada día, pero los prejuicios sociales de occidente nos hacen ver la vejez como debilidad y terminación. 

Vamos por más almas jóvenes en cuerpos que aguanten. Vamos por más amores reales, aunque haya canas. Como diría mi eterno maestro Benedetti lo que uno quiere de verdad, es lo que está hecho para uno; entonces hay que tomarlo, o intentar. En eso se te puede ir la vida, pero es una vida mucho mejor.