JULIANA SÁNCHEZ TRUJILLO

Vibrar en coherencia

Las metas de año nuevo solo se alcanzan cuando existe alineación entre lo que pensamos y lo que sentimos. ¿Cómo lograr que esto sea posible?

Juliana Sánchez Trujillo, Juliana Sánchez Trujillo
8 de enero de 2020

El comienzo de un nuevo año trae expectativas de cambio, propósitos por cumplir y metas por alcanzar. Después de la época de festividades, se sienten las energías recargadas y se tienden a emprender nuevos proyectos e iniciativas llenos de motivación. Sin embargo, es común que el empuje comience a escasear a lo largo de los días, tal y como se ve en los gimnasios que se encuentran llenos las primeras semanas de enero, pero que con el pasar de los días, empiezan a tener ausencias visibles. Lo que sucede es que, en ocasiones, al establecer esas metas o propósitos, no existe una coherencia entre la cabeza y el corazón, y por eso los esfuerzos no pueden mantenerse en el tiempo. 

La coherencia exige no solo la claridad mental de lo que se quiere lograr, sino también una concordancia emocional. Un ejemplo podría ser cuando alguien está en busca de trabajo y tiene dificultades para conseguirlo. Muchas veces, puede que en su cabeza tenga clara la necesidad, el tipo el trabajo que desea obtener, e incluso reconozca sus propias fortalezas que sacará a relucir en las entrevistas. Sin embargo, cuando no se ven resultados, puede que en el fondo exista un miedo por no sentirse lo suficientemente bueno, o suficientemente joven, o cualquier otra falsa creencia arraigada que hace que la cabeza tenga un propósito claro, pero que las emociones nos impidan manifestar lo que realmente deseamos. 

Con las empresas sucede exactamente lo mismo: se quiere obtener más clientes y hacer más dinero, pero muchas veces se siente miedo por no tener capacidad para cumplir con las demandas del mercado, o no sentirse igual de sólidos que un competidor, o incluso miedo a perder el balance entre la vida personal y profesional, entre otros. Lo importante aquí es tomarse un tiempo para la reflexión, para identificar patrones y poder así entender cuáles son las creencias que se deben modificar a fin de obtener lo que se quiere. Además, se debe tener en cuenta que esta dinámica de coherencia aplica para cualquier tipo de objetivo que quiera alcanzarse bien sea desde la salud, el dinero, el trabajo, la pareja, la familia, entre otros. 

Una buena forma de empezar a ser más coherentes con nosotros mismos es cuestionar las razones por las qué queremos lograr algo en específico, e identificar los miedos arraigados que tenemos detrás de estos objetivos. Algunas preguntas que pueden ayudar son: ¿por qué es importante lograr esto para mi vida o mi empresa?, ¿quién o qué es lo que queremos ser?, ¿Cuáles son las actitudes y emociones que nos permitirán vivir estos logros? ¿Qué es lo que no quiero sentir y cómo no voy a actuar para que esto sea posible?

El inicio de año, si bien requiere acción, también es un llamado a la reflexión, a trazar nuevos caminos y definir nuevas formas de actuar, pues no podemos olvidar que cuando queremos resultados diferentes no podemos continuar actuando como lo hemos venido haciendo siempre. El comienzo de un ciclo es, ante todo, una oportunidad para la transformación y para encontrar formas en que los cambios que queremos lograr sean realmente sostenibles, pero esto solo podremos lograrlos en un estado de profunda coherencia.