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El genio y sus mujeres

Melba Escobar reseña 'Las mujeres' de T.C. Boyle.

Revista Arcadia
22 de enero de 2015

Aun si uno es un rotundo ignorante en temas de arquitectura sabe quién es Frank Lloyd Wright. El padre de la llamada “arquitectura orgánica”, el genio que diseñó y construyó como si su obra surgiera de la propia tierra, es globalmente conocido por creaciones como el Guggenheim de Nueva York, el Hotel Imperial de Tokio y la Casa de la Quebrada en Pensilvania. Lloyd Wright también es el personaje principal de esta novela, basada en hechos históricos.

El autor nos sitúa en los años treinta del siglo xx. El narrador, el aprendiz japonés Takashi Sato, llega a la casa rural de Wright en Wisconsin, Taliesin, donde por años tuvo su taller y se rodeó de aprendices, quienes, como Sato, seguirían al maestro durante años. A pocas horas de haber llegado, el joven japonés descubre que su trabajo consistirá sobre todo en pelar papas, cortar madera y lavar los platos en un régimen casi totalitario, donde Wright es a su vez la estrella y el látigo dirigiendo con la fiereza de un general a un ejército de delineantes y obreros que trabajan apenas por comida y hospedaje.

La combinación entre autoritarismo y encanto, el incuestionable talento de Wright, su abuso laboral, hacen que el lector vaya construyendo un personaje inconmensurable en su complejidad, en su fuerza, su convicción, su capacidad para trazar un plan y seguirlo, incluso pasando por encima de sus seres más queridos.

Pero la historia no tendría ni el valor simbólico, ni la intensidad narrativa, ni el ángel indefinible que le da madera para ser un clásico –a T.C. Boyle se le compara con autores como Faulkner y García Márquez–de no ser porque vemos a Lloyd Wright a través de sus mujeres.

Las mujeres cuenta la relación de Wright con sus más grandes amores. De la bailarina serbia Olgivanna a la histérica diva Miriam, pasando por su esposa Kitty, madre de sus seis hijos, el autor teje una novela donde nos va mostrando un hombre enamoradizo, apasionado, capaz de construir un mundo para sus amantes en un minuto y de olvidar el pasado con un chasquido de los dedos: el arquitecto abandonó a su esposa por Mamah Borthwick Cheney y dejó a su familia en una época en que este acto podía pagarse con la prisión.

Si bien esta fue la segunda mujer de Wright, y tras ella vendrían otras, el autor escoge esta historia como el cierre y clímax de la novela. El escándalo que produjo este hecho, el repudio de la prensa y la comunidad, aisló a Wright y a su amante y les mereció el desprecio hasta el día en que un desequilibrado empleado de la pareja mató a Mamah, la amante de Wright, y a otras siete personas, entre ellas los dos hijos de la mujer, atacándolos con un hacha. Luego de la masacre, el hombre prendió fuego a la casa, que quedaría reducida a cenizas.

En tres ocasiones Wright reconstruyó la casa desde sus cimientos. Y en su vida amorosa, como en su vida profesional, habría de hacer lo mismo una y otra vez.

Las mujeres es una biografía novelada, sobrecogedora por la intensidad con que el artista sostuvo el acelerador sobre su ritmo de trabajo dejó más de 500 construcciones y 1000 diseños, al tiempo que se entregaba al amor de las mujeres sin medir consecuencias. Se trata de una historia honda, con muchos pliegues, intensa, donde no se hacen concesiones al genio, más bien se le retrata con honestidad, un hombre que es reconocido por su legado, pero que en Las mujeres reconocemos también como un personaje monumental, digno de una gran novela.