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La trama, la cura, el desenlace

Luis Daniel Vega reseña el último disco de Jorge Drexler, Amar la trama.

RevistaArcadia.com
21 de abril de 2010

Un poco tarde para editarlo en acetato y muy temprano para sacarlo en disco compacto, en 1992 el cantante uruguayo Jorge Drexler presentaría su primera grabación en casete de la que se vendieron 33 copias en la primera edición. Ese mismo año no solo iniciaría su carrera musical sino que recibiría su cartón como médico otorrinolaringólogo. Ya han pasado 18 años después de La luz que sabe robar y Drexler no ha parado de cantar, así como tampoco ha dejado de ser un médico, con todo lo que esto pueda significar.

Podrá sonar a lugar común, pero el señor Drexler cura; pero no el dolor de los pecados, ni el alma impura. No, el tipo no es ningún hippie aspirante a chamán, ni pastor evangélico, ni mucho menos una estrella mediática obsesionada con causas sociales. Solo canta, y en ese trance alivia los oídos cansados de tantas voces prefabricadas.

Aunque vive en España desde 1995, Jorge Drexler sigue siendo un uruguayo común y corriente que además de reivindicar el degradado papel del cantautor, decididamente ha abandonado el estereotipo del latino seductor. Y eso se le agradece infinitamente si tenemos en cuenta que al otro lado del mar, muy despistados, siguen pensando que somos una exótica mezcla entre la poesía de sábana de Ricardo Arjona y la estética mafiosa de Daddy Yankee.

En Amar la trama, su décimo registro como solista, Drexler renuncia de nuevo al estudio (Cara B, su disco anterior, fue grabado en concierto bajo métodos poco ortodoxos de producción) y se aventura en una sesión en directo con nueve músicos y un pequeño público acompañante. El resultado es un cumplido a la espontaneidad. Acá no hay trucos, ni libretos, tampoco cronómetros. Sí, al contrario, demasiada risa y complicidad; hay mucha trama y pocas son las ganas de saber dónde comienza y termina la reunión.

Es así como, sin muchas presunciones cosmopolitas, Amar la trama se expande de un lado a otro sin mostrar fisuras. Entre el golpe de chacarera aflamencada de Las transeúntes y la añoranza blusera de La trama y el desenlace, nos podemos topar con sombrías milongas como Toque de queda (a dúo con Leonor Watling, cantante de Marlango) y algo de jazz-soul en I Don’t Worry About a Thing, versión del clásico de Mose Allison.

De esta forma, en los 45 minutos redondos que dura el disco, Drexler no tiene pena de mostrarnos de dónde viene: aparecen por allí zambas lacónicas (Tres mil millones de latidos), citas explícitas a Leonard Cohen (La nieve en la bola de nieve), un homenaje a Harrison (Una canción me trajo hasta aquí) y el optimismo a la Lennon de Noctiluca, canción dedicada a Luca, su segundo hijo. Todo esto enmarcado dentro de una atmósfera cordial que nos sitúa en la sala de una casa o en el tablado de una taberna colmada de amigos.

Amigos a los que se les pueden contar historias de amor, nostalgia, sexo, inconformismo y viajes, de eso es que hablan todas las canciones. Pasa que acá, como en todos sus discos, Drexler no se toma a la ligera las palabras. Las cincela con tanta gracia y filigrana que, más allá del retruécano metafísico, logra la anhelada conversación. Y eso, querido oyente, lo diferencia del cantante porno-lacrimoso y del médico autómata: con él podemos llorar, reír y sanarnos, convencidos de que no nos están engañando.

 

Amar la trama

Jorge Drexler

Warner, 2010

$25.000