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ALGUNAS PERLAS SOBRE EL HOLOCAUSTO DEL PALACIO DE JUSTICIA

Semana
5 de febrero de 2012

Común a la vieja costumbre nacional, experta en ocultar para siempre la verdad, el holocausto del palacio de justicia, pese a todas las comisiones, procesos, investigaciones, libros e informes periodísticos, aun no está claro para muchos colombianos.

El fallo del tribunal superior de Bogotá ratificando la condena al coronel Plazas Vega, vuelve a exacerbar  un tema que genera muchas pasiones y abre heridas  hondas tanto para la victimas, como para los victimarios y por su puesto para el país en general, por las implicaciones de lo sucedido y porque en este escenario confluyeron una serie de eventos que son una síntesis de la nefasta historia de Colombia.

La toma del palacio fue la peor equivocación que cometió el M-19. Este a la fecha de la toma, era el movimiento guerrillero con más popularidad entre la juventud y  por lo menos tenía una agenda política seria y un propósito de cambio a favor del país por fuera del canon del marxismo leninismo anacrónico de la guerrilla tradicional colombiana. Sus alianzas con el narcotráfico para perpetrar este atentado, la decisión absurda que acompañó la toma del palacio y el reconocimiento de la necesidad imperiosa de realizar  convergencias y acuerdos que le dieran salida al conflicto y la inequidad social, lo llevaron a una amnistía que hoy tiene a muchos de sus miembros  en la política colombiana con cargos muy importantes. El proceso de paz para ellos fue un hecho.

La toma como tal y su retoma por las autoridades, fue el evento más penoso de la historia nacional. Una guerrilla que pretendía hacer un juicio nacional al presidente, que entró a sangre y fuego al palacio de justicia y  sometió a una pléyade de magistrados a un genocidio inexplicable, para no hablar de las personas inocentes que murieron, resultó ser un absurdo militar y político. El presidente a la cabeza  y las instituciones militares  reaccionaron  peor , emprendieron acciones como si estuvieran en una guerra a campo abierto,  los rehenes no  fue lo prioritario y es evidente que solo buscaron un acto  de retaliación militar y política, para salvar la democracia, según palabras del propio coronel Vega. Al final la toma se tradujo en la muerte de magistrados e inocentes, desafortunamente en circunstancias aun no esclarecidas: desaparecimientos, tortura y omisiones del ejecutivo imperdonables.

Este hecho, el proceso histórico que ha vivido la nación y que ha enfrentado a víctimas y victimarios durante 26 años con la participacion de organizaciones humanitarias, que pone sobre la palestra los actos atroces de  militares implicados en torturas y desaparecimientos, las relaciones penosas del M-9 con el narcotráfico, el proceso judicial eterno, demuestran después de este tiempo, como  estamos de lejos de la verdad y el  perdón.

Frente a este evento es imposible hacer tabula rasa. El mismo constituye el mejor ejemplo para saber, sí estamos preparados para un proceso de paz. Los militares se abrogan el derecho al perdón pues aducen que quienes perpetraron este acto están hoy en cargos políticos y la nación los ha perdonado. Porque ellos no tienen este derecho. Las implicaciones jurídicas de la toma aun están en proceso de decisiones que afectan a las personas comprometidas, véase para el caso, la última que afectó al coronel plazas. El tema no es fácil, pero debe superar las reacciones mediáticas que son las que no dejan ver los hechos en toda su dimensión.