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Bogotá y su encrucijada política.

Semana
15 de mayo de 2011

Bogotá desde las épocas del escándalo de la administración Caicedo Ferrer,  en la década de los 90, no se encontraba en tan lamentable caos político y administrativo como en el que la ha dejado la administración de Samuel Moreno. Los hechos no pueden ser más dicientes: el burgomaestre suspendido por omisión en sus funciones y, además,  respondiendo ante la justicia por aparentes casos de corrupción; su hermano, senador de la República, detenido por presuntos actos indebidos  en la administración de la ciudad; un Contralor Distrital destituido y en la cárcel por posibles conductas delictivas con contratistas de la ciudad; las principales obras de infraestructura vial y de transporte no  solo retrasadas sino con  sobrecostos y, finalmente, con el rumor de que entre siete y ocho de los actuales concejales de la ciudad estarían implicados con lo que se ha denominado el “Cartel de la Contratación de Bogotá”. A este panorama se le debe  agregar que la terna que entregó el Polo Democrático, partido político del alcalde Moreno, al Presidente de la República para que de esta escoja el reemplazo temporal del burgomaestre destituido no ha gozado del respaldo y el agrado de la opinión pública.

La difícil encrucijada de la ciudad también se refleja en los candidatos y en los partidos políticos que pujan por acceder a la alcaldía en el próximo mes de octubre.


Por un lado se encuentra el Partido Verde con dos tendencias: la del candidato Peñalosa y la de Mockus,  líder del grupo “Visionarios”, por la posibilidad de que el candidato del partido  reciba el apoyo del ex presidente Uribe y la configuración de una alianza electoral con el Partido de la U. Mockus se opone al apoyo de Uribe alegando que los casos  graves de corrupción que se presentaron  en su gobierno le quitan la legitimidad necesaria para acompañar al  proyecto político de los Verdes, cuya bandera  es la defensa del carácter sagrado de lo público. Sobre el partido de la U considera que este hizo parte de la coalición política con la que gobernó Moreno y, por lo tanto,  corresponsable de la catástrofe que vive la ciudad. Mientras ha prevalecido la opinión de Peñalosa, que busca sumar apoyos políticos a su candidatura y más si provienen del partido mayoritario en Bogotá como lo es el de la U, el sector mockusista estaría entrando en disidencia.


El partido de la U no ha podido resolver el tema de definir un candidato propio, no lo han encontrado. Por esta razón ha buscado una aproximación con el candidato del partido Verde. Pero este acercamiento no cuenta con el agrado de las bases del partido. Los ediles (43 de sus 53) le han enviado una carta a su director manifestando un apoyo al candidato liberal David Luna, en clara oposición a un posible respaldo para Peñalosa, que no goza de la simpatía de las bases de la U. Finalmente, para completar el cuadro crítico,  si son ciertos los rumores que concejales saldrían salpicados en el escándalo de la contratación, entonces algunos alfiles importantes del partido saldrían del juego por sus posibles líos judiciales.


En el Partido Liberal y en Cambio Radical dos figuras jóvenes están en la carrera por la alcaldía, los dos con mayor futuro que presente. Sus campañas no arrancan, no despiertan entusiasmo en la opinión pública. Adicionalmente, concejales de estos partidos también pueden verse afectados  con  el escándalo y, por lo tanto, afectar de forma negativa las posibilidades de éxito electoral.


Del Polo Democrático no hace falta hablar más y el Partido Conservador no ha tenido una fuerte presencia electoral en la ciudad.


En la arena política están por jugar Gina Parody, Jaime Castro y Gustavo Petro. Nombres en los que puede estar

la salvación de la ciudad.


A Gustavo Petro se le debe agradecer que fuera el único político de peso que denunció con contundencia, a costa de su seguridad física y jurídica, la corrupción que se gestó al interior de la administración distrital y se apartó de su partido por no censurar a los involucrados en los escándalos. Puede lanzarse como candidato o propiciar una alianza que emerja como abanderada para la recuperación de la ética en la gestión pública.


Jaime Castro fue el arquitecto de la modernización de la ciudad, escribió la partitura para que los que le sucedieron, Mockus y Peñalosa, pudieran desarrollar las transformaciones que en sus respectivos periodos le imprimieron a la ciudad. Ojalá encuentre el espacio en Cambio Radical y cuente con un gesto gallardo de Galán quien puede reconocer que su candidatura es prematura y que bien puede ganar más unirse a Castro en la lucha por la alcaldía. Así mismo es interesante que el Partido Liberal pueda liderar un mecanismo que permita su aproximación a Castro. Este sería un candidato con una excelente carta de presentación.


Gina Parody cuenta con voto de opinión y con una buena imagen pública. Pero creo que si no cuenta con apoyos de grupos políticamente organizados las cifras, al final, no le alcanzarán para llegar a su objetivo. Bien puede plantear una coalición si observa más adelante que la gasolina no alcanza.


Mockus, en este escenario planteado, puede tener un rol fundamental. Casi a priori se puede decir que si la disidencia que plantea  al  interior de los Verdes se convierte en una escisión para apoyar a uno de los tres antes mencionados, incrementaría notablemente las probabilidades de éxito al escogido y plantearle una dura lucha a Peñalosa.


Bogotá hoy requiere dirigentes capaces, con sentido ético y sobre todo con la capacidad de sacrificio para que, de una forma sublime si se quiere, la ciudad pueda superar las dificultades que atraviesa. Los gestos superiores deben aparecer en sus dirigentes.


Bogotá, Colombia. Mayo de 2011.