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LA CRISIS DE LA INTERVENCIÓN CLÍNICA

Semana
4 de agosto de 2012

En nuestra actualidad el mundo de la psicología mexicana está atravesando una profunda crisis de identidad en sus sectores clínicos. Existe una gran variedad de escuelas y sistemas contemporáneos que aún no cumplen con una regulación con el fin de normar la efectividad del proceso terapéutico. 

Las principales centros de educación especializados en psicología carecen de rigor científico y la solidez de los planteamientos de las escuelas de pensamiento tradicionales son muy similares a los fundamentos de cualquier doctrina basada en creencias que han pasado de generación en generación o dictadas por alguna figura de autoridad, es decir, sin rigor científico.

Se transmite la enseñanza tradicional de los sistemas clásicos de la psicología, muchas veces sin hacer una crítica histórica y una revisión contemporánea sobre los mismos, se sigue enseñando el fundamento sin correcciones, a pesar de que el fundamento haya sido elaborado en el siglo XVII.

Hoy sabemos que el asociacionismo se ha incorporado al cuerpo de la psicología como herramienta metodológica y no como posición sistemática[1]; la psicología moderna hoy acepta las bases que originaron al estructuralismo, sin embargo sus formulaciones sistemáticas son solamente una anécdota histórica[2]; la contribución histórica, fundamentada y persistente en el tiempo es la metodología conductista[3], aunque una sola restricción metodológica no construya un sistema amplio, por lo cual hoy en día no existe un sistema denominado conductista; la psicología de la Gestalt ha sido una fuerza activa que contribuyó mediante sus criticas al conductismo y al estructuralismo a reformular esas posiciones teóricas, pese a la ambigüedad de algunos postulados y el uso excesivo de analogías respecto a la física, sin embargo han tenido procedimientos experimentales efectivos y su interés sigue vigente, la teoría sistémica es quien está elaborando las complejidades que los guestaltistas no han explicado, la teoría de los sistemas ha salido al paso desarrollando técnicas para estudiar la organización de los todos[4]; el psicoanálisis contribuyó a investigar tópicos que otras escuelas omitieron, de hecho abarcaron estudios especializados sobre el inconsciente y la sexualidad, generó numerosos estudios referentes a la motivación, sin embargo sus errores sistemáticos y científicos los tienen al borde de la extinción[5], a pesar de la desaparición de la escuela psicoanalítica no desaparecería la influencia del psicoanálisis dentro de la psicología[6];  en 1973, Arnold Buss manifestó el resurgimiento del funcionalismo, consideró que la teoría evolucionista era la única que podía organizarse, que abarcaba lo suficiente toda la psicología a su alrededor, incluso el desarrollo de la genética, etología, neurociencias y socio biología han elaborado las piezas del rompecabezas evolutivo para así formar un marco de referencia inclusivo, el funcionalismo no solamente vive, ha dado muestras sólidas de estarse convirtiendo en el más extendido de los enfoques generales de la psicología[7]. Lamentablemente es el sistema que menos se enseña en los centros de formación de clínicos.

Es parte de nuestro momento histórico social la laxitud en torno a las regulaciones del proceso de la intervención clínica, desde las influencias de la magia, la chamanería, rituales y todas las prácticas ilegales y recurrentes que ofrece la pseudociencia. La persona que ha tomado la decisión de acudir con un especialista en psicoterapia tiene que enfrentarse a una diversidad de enfoques e intervenciones tan contrastantes que en lo único que convergen es en la ineficacia del proceso.

El oscurantismo y la opacidad se ha apoderado del proceso de intervención clínica en psicoterapia, desde la omisión en los rigores metodológicos, la ausencia de diagnósticos certeros, las confesiones de estudiantes de psicología que afirman que a pesar de haber egresado no conocen la base de un tratamiento/ intervención clínica hasta el desconocimiento de los procesos legales para la apertura de un centro de psicoterapia.

 

En México funcionan consultorios, centros de psicoterapia, asesoramiento, orientación psicológica sin los permisos legales y sin la estricta regulación de sus procesos de intervención, esta situación ha contribuido a caracterizar al psicólogo como un profesional al margen de la ciencia y de la legalidad y a la propia psicología como una peculiar y excéntrica forma de ver la vida, carente de validez científica.

 

LA AUSENCIA DE LA CULTURA DE LA SALUD MENTAL

A la falta de una férrea disciplina y formación educativa de alto rendimiento combinada con la falta de incorporación teórico práctica a un sistema psicológico efectivo se une el saber coloquial transmitido por los medios de comunicación respecto al quehacer profesional del psicoterapeuta.

Así es como se forma un estereotipo del psicólogo identificado como un motivador aspiracional que necesita conocer los “traumas” inconscientes de la infancia de un sujeto para poder ayudarle a “superar” sus conflictos psicológicos; incluso los casos sonados de delincuentes de alta peligrosidad forman la idea de que solamente esos sujetos con prácticas delictivas “arraigadas” padecen una locura que los lleva a ejecutar esa clase de actos, por tanto el tema de la salud mental sería un elemento de interés exclusivo de los “perturbados”, “traumados”, peligrosos, agresivos, “anormales”, es decir, los “locos”.

 

SALUD MENTAL EN MÉXICO

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares del año 2002 la prioridad en los hábitos de consumo de las clases medias son alimentos, bebidas y tabaco en un 32% y 30.5%, vivienda 10.8%, transporte y comunicaciones en un 19.3% y un 17.2%, finalmente al cuidado personal se le destina el 10.4% y el 9.3%[8].

Para la persona promedio en México se le hace común presentar síntomas de trastornos de ansiedad, del estado de animo y de personalidad, incluso se les toma a la ligera. Llegan a considerar que al charlar con alguien, realizar una actividad gratificante o incorporarse a algún grupo de autoayuda desaparecerán los síntomas; efectivamente desaparecerán los síntomas pero no el cuadro patológico, lo cual vuelve más complicada la tarea de la elaboración de un diagnóstico certero. En el contexto coloquial la persona promedio llega a considerar cualquier actividad gratificante como una “terapia”, señal de la ausencia de una cultura de la salud mental, lo cual explica que aunque en el estudio de la Base de Datos Mundial de la Felicidad, México es el 7º país más feliz del mundo[9], también es de acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades mentales afectan a una de cada cuatro familias, a nivel mundial 2 de cada 10 adolescentes presenta algún trastorno mental y al menos casi 20 millones de personas en México padece algún trastorno mental[10].

 

CONCLUSIONES

Es particularmente fundamental la implementación urgente de dos tareas:

1-      Una reforma académica institucional-extramuros paralela de capacitación y especialización en metodologías y procedimientos apegados al rigor científico en el proceso de la intervención clínica.

2-      Una regulación sobre los centros, consultorios, centros de asesoría u orientación que en medio del clandestinaje operan sin importar la eficacia de sus procedimientos.

3-      Una capacitación exhaustiva respecto a la cultura de la legalidad en el quehacer terapéutico.

4-      La divulgación formal constituida por estudiantes, académicos, profesionales, voluntarios, medios de comunicación, así como beneficiarios de los servicios de salud mental de una cultura de la salud mental eficiente, sistemática, incluyente en dos ejes de operación: la prevención e intervención.

 

 

 

 

 

Jonathan Ricardo Flores Ahumada

Psicólogo Clínico

Presidente de la Sociedad Mexicana de Ciencias Interdisciplinarias SC

Afiliado Internacional ante la American Psychological Association

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

1-      Boring (1950) “A history of experimental psychology”, Nueva York, Ed. Appleton Century Crofts.

2-      Hochberg (1957) “Effects of the Gestalt revolution: The Cornell symposium on perception”, Psychological Review.

3-      Marx, Hillix (1978) “Sistemas y teorías psicológicos contemporáneos”, México, Ed. Paidós.

4-      Onfray (2011) “Freud: el crepúsculo de un ídolo”, México, Ed. Taurus.

5-      Silverman (1976) “Psychoanalytic theory: The reports of my death are greatly exaggerated”, Ed. American Psychologist.

6-      Spence (1948) “The methods and postulates of behaviorism”, Nueva York, Psychological Review.

7-      Underwood (1957) “Psychological research”, Nueva York, Ed. Appleton Century Crofts.

 

 

ENLACES

 

1-      Datos de Mujeres y Hombres en México 2005 con base en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2002 (ENIGH 2002).

http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/100532.pdf

2-      Publicado el 11 de Enero de 2010 por CNN Expansión

http://www.cnnexpansion.com/estilo/2010/01/11/mexico-entre-los-mas-felices-del-mundo

3-      Publicado el 14 de Noviembre de 2009 por Elizabeth Rodríguez Mora. Fuente: Notimex

http://www2.esmas.com/salud/105535/los-trastornos-mentales-mexico/  

 

 

 



[1] Marx y Hillix hacen un análisis exhaustivo del Asociacionismo en Sistemas y teorías Psicológicos contemporáneos, Ed. Paidós.

[2] History of experimental psychology de Boring, 1950.

[3] Spence examina esta postura de manera muy favorable en un artículo titulado “The methods and postulates of behaviorism”, 1948.

[4] Hochberg realizó un resumen sobre el simpusium de Cornell de 1957 en donde se realiza un tipo de trabajo perceptual con una metodología guestaltista.

[5] Michel Onfray es un activo detractor del psicoanálisis, esto lo podemos encontrar en “El crepúsculo de un ídolo. La fábula freudiana”, 2011.

[6] Silverman señala la utilidad que se le puede dar al psicoanálisis para dirigir investigaciones en su artículo “Psychoanalytic theory: The reports of my death are greatly exaggerated”, 1976.

[7] Underwood hace una revisión de un enfoque totalmente funcionalista de los problemas experimentales y su metodología en “Psychological research”, 1957.