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Luis Guillermo Angel Restrepo un piloto que sobrevivió a 3 accidentes aereos

Semana
12 de julio de 2012

 

Se que les sonará su nombre Luis Guillermo Angel Restrepo, el es la prueba viviente de que, por fortuna, no todos los accidentes aéreos acaban en una tragedia. Y es que este piloto sobrevivió no en una, ni en dos, si no en tres ocasiones a accidentes aéreos que podrían haber tenido un final catastrófico, lo que le convirtió en un auténtico héroe. Ahora, ya retirado, recuerda todos aquellos momentos: “tantos años volando dejan muchas experiencias”.

Luis Guillermo entró a la aviación, con sólo 18 años, y al cumplir los 25 se convirtió en uno de los comandantes más jóvenes de la historia de la aviación. Como piloto ha vivido situaciones de auténtico riesgo, y aunque en estos casos afirma que la fortuna estuvo de su parte, asegura que “la suerte no viene sola, hay que buscarla”.

El 16 de septiembre de 1976 vivió uno de estos momentos, durante un vuelo que cubría el recorrido entre Colombia y Mexico. Pilotaba un Douglas DC-3, un bimotor. Pocos minutos después del despegue, una de las hélices sufrió una sobreaceleración: “Lo normal en estos casos es que el motor se desprenda, pero por suerte en este caso no fue así”, cuenta Luis Guillermo, por lo que fue capaz de mantener el control del aparato. “En décimas de segundo tuve que decidir si era más conveniente dirigir el avión hacia tierra o hacia el mar”.

Finalmente realizó un amerizaje en una Bahía, y con la ayuda de la tripulación evacuó el avión en los escasos cinco minutos antes de que comenzara a hundirse en el mar. Uno de los pasajeros sufrió un infarto, y murió durante la evacuación de la nave, algo que Luis Guillermo recuerda con pesar: “Al principio se agarraba a la puerta del avión porque no sabía nadar, y estuve a punto de hundirme con él porque no sabía que ya estaba muerto, y traté de rescatarlo”.

Los pilotos están perfectamente preparados para enfrentarse a una situación peligrosa. Cada seis meses deben someterse no sólo a un reconocimiento médico, sino a exámenes teóricos y a simulaciones prácticas de las muchas posibles situaciones de emergencia que pueden darse en un vuelo. “No se me ocurre otra profesión que esté sujeta a tanto control. No creo que los médicos o los arquitectos tengan que examinarse dos veces al año, durante toda su carrera”. Y, ¿cómo se enfrenta un piloto a una situación crítica en pleno vuelo? “Pues lo primero es meter la sangre en el congelador, para mantenerte sereno, y recordar todo lo que has aprendido. Cuando te subes a la cabina, te olvidas de la Tierra, y te sitúas en el avión.”

“La casa Boeing me mandó una carta en la que decía que, gracias a pilotos como yo, sus aviones volaban sin mandos”

Éste es uno de los aspectos que a Luis Guillermo le gustaría que tuviese en cuenta la gente a la hora de valorar la actuación de un piloto en caso de emergencia: “En un instante tienes que tomar una decisión que pone en juego no sólo tu vida, sino la de todas las personas que van sentadas detrás de ti. Y la experiencia me ha demostrado que los pilotos damos la vida, si hace falta, para salvar las de los que van en el avión”, asegura.

El piloto afirma que una tragedia no se debe nunca a un único fallo, sino a una serie de errores, algo en lo que coinciden todos los expertos. Por eso, le molesta que en algunos casos los periodistas y la opinión pública “se permitan el lujo de echar culpas y criticar”, cuando desconocen el funcionamiento de la profesión. “Porque no se desplieguen los flaps, no se cae un avión”, recalca.

Esta no fue la única situación límite que ha vivido este comandante, que al preguntarle por el momento más duro, recuerda un vuelo desde Londres en el que, debido a la rotura de uno de los cables de los mandos, “nos quedamos sin mandos de dirección a 20.000 pies de altura. Logramos controlar los motores y contactamos con la torre de control para hacer un aterrizaje de emergencia”. Luis Guillermo relata con orgullo cómo en otra ocasión, al ir a aterrizar en el aeropuerto de Milán, falló uno de los trenes de aterrizaje, porque el interior de la rueda se había corroído hasta el punto de deshacerse cuando tocó tierra, “así que tuve que aterrizar con un sólo tren, saliéndome de la pista”. En aquella época, fallos como éste no se detectaban hasta que algo iba mal en pleno vuelo. “Ahora hay mucha más seguridad, en cuanto hay el más mínimo fallo salta alguna alarma”.

Todas estas hazañas le reportaron el reconocimiento tanto de sus compañeros de profesión, como de la gente que viajaba en los aviones que salvó: en el vuelo de Milán viajaba el presidente de FIAT, que le regaló su reloj de oro en agradecimiento. Luis Guillermo conserva muchas cartas de pasajeros agradecidos con el por salvarlos de la muerte.