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La mayoría de los campamentos no están preparados para garantizar las medidas de bioseguridad. | Foto: Juan Carlos Sierra

AGRO

Por qué la cosecha cafetera de este año será histórica

La tasa de cambio, una mayor productividad y un aumento en el consumo de los hogares tiene a los cafeteros haciendo cuentas esperanzadoras. Este es el panorama.

12 de julio de 2020

Este podría ser un año histórico para la caficultura en Colombia. Los precios internacionales del grano presentan un mejor comportamiento que en 2019, la cosecha anual se mantendrá por cuarto año consecutivo sobre los 14 millones de sacos, al tiempo que el consumo en hogares estuvo disparado cuando el confinamiento por la covid-19 fue más severo.

Los caficultores también se han beneficiado de un precio interno al alza en lo que va de 2020. Según estadísticas de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC), en marzo, abril y mayo la cotización interna de la carga de 125 kilogramos estuvo por encima de $1 millón, algo que no sucedía desde 2011.

El precio internacional también es otra buena noticia. La cotización en los primeros seis meses de este año ha oscilado entre US$1,49 y US$1,64 la libra, con una tasa de cambio entre $3.600 y $4.000.

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Con esta recuperación en precio, consumo y productividad, el café mantiene una sólida participación en la economía. “La cosecha de este año generará unos $7,5 billones, es decir, 1% del PIB de Colombia. En la actualidad el sector cafetero representa 21,5% del PIB agrícola y de esta actividad dependen unas 550.000 familias”, dijo Álvaro Jaramillo, director ejecutivo del comité de cafeteros de Antioquia.

Los costos de producción son altos y la mano de obra es el más representativo. Pero la utilidad neta por carga de café estuvo en el primer semestre entre $150.000 y $200.000, nada mal para un sector que estuvo a punto de irse a la ruina hace unos años.

Entonces, debido al mal momento, muchos caficultores vendieron sus fincas o las destinaron a otras actividades, como el turismo o para el cultivo de cannabis medicinal. Ahora el café tiene un segundo aire.

A ello se llegó tras mejorar la productividad por hectárea y la resistencia de las plantaciones al cambio climático y plagas como la roya. La sustitución de los arbustos permitió duplicar la cosecha en pocos años. La FNC recibió el apoyo de empresas como Nescafé para ampliar el efecto de los programas de reemplazo. En los últimos 10 años esta multinacional ha contribuido a cambiar 55 millones de árboles y una inversión de US$8 millones.

Sustitución de árboles de café en Colombia

Las buenas prácticas en cultivo de café sugieren que 20% del área debe someterse cada año al proceso de renovación de los árboles.

En Colombia renuevan entre 10% y 12%, todavía lejos del ideal. Aun así, los avances a la fecha en cambio de variedades ha permitido mejorar los indicadores generales del sector. (Ver gráfica).

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De las 850.000 hectáreas del parque cafetero han renovado cerca de 80% con variedades como Cenicafé 1 o Castillo Centro. Se trata de un trabajo sin pausa debido a que cada árbol de café empieza a producir menos cuando llega al quinto año de floración.

Los retos

El sector pasa por un buen momento, pero está claro que con sustituir los árboles no alcanza para garantizar la sostenibilidad del negocio cafetero en Colombia. Uno de los desafíos pasa por reducir los costos laborales, específicamente los asociados a la recolección de la cosecha.

En departamentos productores del sur del país, como Huila, Nariño, Cauca y Tolima, la mitaca o cosecha para recoger en febrero, marzo y abril (35% del total de la producción) transcurrió sin mayores problemas en cuanto a recolectores. Esto en parte porque los cultivos en dichas regiones son más pequeños comparados con los de Caldas y Antioquia. “La gran cosecha de septiembre, octubre, noviembre y parte de diciembre se llevará a cabo en pleno desarrollo de la pandemia, lo que se convertirá en un reto grande para el Eje Cafetero y Antioquia”, dijo Jaramillo.

Por ejemplo, en 9 municipios de Antioquia necesitan unas 72.000 personas para recoger la cosecha cafetera. Unos 32.000 habitan estos municipios, pero otros 40.000 deben llegar de otras regiones del país.

Los protocolos expedidos por el Ministerio de Salud restringen esos traslados. Además, los dueños de las fincas no tienen campamentos acondicionados para mantener las medidas de bioseguridad o de asistencia en caso de un brote. Un solo infectado podría significar la pérdida de la cosecha en una finca.

Otro de los desafíos consiste en mantener el consumo. Un informe del Grupo de Investigaciones Económicas de Bancolombia advierte de algunas ‘turbulencias’ debido a que la demanda internacional seguirá migrando hacia categorías de café de menor valor agregado debido al desempleo.

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Otras variables como la tasa de cambio, la especulación internacional de precios o el cierre de tiendas o cadenas especializadas podrían aguar la fiesta en el futuro cercano.

La tarea pendiente es mejorar las estrategias comerciales para aumentar el consumo de cafés en plena pandemia y durante la recuperación de la economía.

Este es un buen momento para tomar coberturas cambiarias, incorporar pólizas a las cosechas y no bajar la guardia en cuanto a la sustitución de árboles y la productividad. De todo eso depende que los caficultores y la economía del país sigan recogiendo los frutos de un esfuerzo grande de la Federación y de cada familia cultivadora.

¿Costosa sustitución?

La renovación de áreas cultivadas plantea un desafío enorme. Los cultivadores deben sacrificar 20% de sus terrenos durante 2 años, el tiempo que tarda el nuevo árbol en crecer, florecer y dar frutos. Nescafé inició en 2009 un programa de asistencia y renovación que este año completaría los 60 millones de plantas. Los departamentos beneficiados son Valle, Risaralda, Huila y hace pocas semanas se inició el trabajo en Antioquia, en municipios afectados por el conflicto. Este cambio en las variedades ha permitido a los cultivadores incrementar en 26% la productividad por hectárea. Los nuevos árboles también son más resistentes a los cambios abruptos del clima y entregan granos con mejores densidades. En definitiva, la sustitución lejos de ser un gasto es una inversión que marca una diferencia en este difícil negocio.