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Un creciente número de personas pide a los bancos dar más alivios a sus clientes como contraprestación por haberlos salvado en la crisis de 1999. | Foto: León Dario Peláez

FINANCIERO

¿Sí es cierto que los bancos recibieron alivios estatales?

En medio de la crisis económica derivada de la pandemia, muchos han criticado que les lancen salvavidas a las entidades financieras antes que a otros sectores. ¿Un reproche válido?

8 de abril de 2020

Cuando el barco se hunde las mujeres y los niños tienen prioridad en los botes salvavidas. Con los años esa idea se convirtió en una forma de comportamiento ante emergencias o crisis. Más que una ley, es una especie protocolo moral. Lo mismo sucede hoy ante la grave emergencia sanitaria y económica que vive el mundo: la gente está primero. Pero la duda está en cuál sector debía recibir el siguiente salvavidas del Gobierno.

Por eso, algunos criticaron que les tendiera la mano en segundo lugar a los bancos mediante medidas de liquidez o para flexibilizar las condiciones en que ofrecieran periodos de gracia a sus clientes.

Los bancos, por su parte, han respondido con paquetes de alivios que permiten suspender los pagos sin castigar la cartera. Pero esto no ha sido suficiente y cada vez más voces piden a las entidades una ayuda más contundente, incluso moratorias. Les recuerdan que en la crisis de 1999 los bancos se agarraron de un tronco constituido por los recursos de todos los colombianos y que ahora deben devolver el favor.

Varios analistas ya han manifestado su oposición a las propuestas de moratoria y han expresado su apoyo a las rápidas medidas de liquidez anunciadas por el Banco de la República. Este, entre otras cosas, desde el 17 de marzo aumentó los cupos de las subastas de liquidez de $17 billones a $20 billones.

“El Emisor hizo lo correcto, pues es lo que han hecho todos los bancos centrales para garantizar el sistema de pagos. A como dé lugar hay que evitar una situación de zozobra, que lleve a una corrida bancaria (que todas las personas quieran retirar sus recursos al mismo tiempo)”, sostiene José Roberto Acosta, director de Crédito Público de Bogotá y profesor de la Universidad del Rosario. Agrega que criticar esas medidas no tiene sentido, pues un solo banco que deje de pagar sus pasivos crearía un efecto dominó inatajable.

En su concepto, no es viable la propuesta de que los deudores dejen de pagar en una moratoria colectiva, porque ella no castiga a los dueños de las entidades financieras, sino a los ahorradores. “De $100 que tiene prestado un banco, en promedio $6 son del dueño y los otros $94 del público. Y y si hay una moratoria, a los ahorradores les dejarían de pagar sus CDT y demás recursos guardados en los bancos”, precisa.

El consultor Mauricio Cabrera considera que no se puede cometer el mismo error de la crisis de 1999 cuando salvaron a los bancos y quebraron a los deudores. “Esta vez los bancos, de manera inteligente, están dando más plazos para que la gente pague y que los créditos no queden vencidos. Pero queda la pregunta de si es mejor darles plata a los bancos para que atiendan el hueco que deja el retraso en los pagos o darles plata a los deudores (personas y empresas) para que sigan pagando sus créditos”, comenta Cabrera.

¿Y los intereses?

Jorge Restrepo, profesor asociado de economía en la Pontificia Universidad Javeriana, explica que las medidas de liquidez no están dirigidas a reforzar el capital de los bancos, sino a asegurar que el sistema financiero funcione. “Además, el Gobierno no puede meterse en una relación entre dos particulares y decirle a una parte que no pague. Por otro lado hay unos bancos mejores que otros a la hora de otorgar los alivios y aún hay incertidumbre sobre si van a cobrar los intereses durante el periodo de gracia”, sostiene. Pide no olvidar que en algún momento va a terminar la crisis sanitaria y la gente va a volver a consumir y a pagar sus deudas atrasadas.

Las medidas de la Junta Directiva del Banco de la República para proveer más liquidez al país han tenido buen recibo. Pero hay dudas sobre las acciones a seguir, emitir más pesos o usar las reservas internacionales. Ambas opciones causan polémica.

En Asobancaria, por supuesto, apoyan las medidas de respaldo al sector y señalan que aún no han estimado los costos de los alivios que están ofreciendo.

No obstante, viene el debate sobre las acciones adicionales del Banco de la República, más allá de proveer liquidez.

Acosta y Cabrera favorecen imprimir billetes para darles dinero a las empresas y a los trabajadores, tal como están haciendo países como Dinamarca y Reino Unido, que se han comprometido a pagar los salarios de los millones de cesantes por la coyuntura.

Ambos expertos coinciden que temer un posible efecto inflacionario por una mayor emisión ya no tiene sentido. En efecto, en la crisis de 2008 los bancos centrales duplicaron su oferta monetaria y la inflación se quedó en cero.

Otro debate tiene que ver con el uso de las reservas internacionales que administra el Emisor. Restrepo lo considera una forma eficiente de conseguir dólares y así evitar un mayor endeudamiento externo. Pero a Cabrera y Acosta les parece un sinsentido, pues en este momento el país necesita pesos y no dólares.

Como sea, hay que evitar que en la batalla contra la tempestad de los efectos económicos del coronavirus, en vez de salvar primero a las mujeres y a los niños, prevalezca la lógica del ‘sálvese quien pueda‘.