ANÁLISIS
Territorios y regiones, el nuevo reto para atender la covid-19
La pandemia es un fenómeno que impacta principalmente zonas urbanas y así también ha sido en Colombia. No obstante, la apertura de actividades implica mayor movilidad de personas y la aparición de nuevos brotes en regiones con población susceptible.
El movimiento y traslado que se permite con mayor flexibilidad desde el pasado 1 de septiembre conlleva una dispersión natural del virus causante del covid-19 a regiones o poblaciones, muchas de las cuales no han tenido brotes importantes o el “primer pico” que ya se presentó en ciudades como Barranquilla, Medellín o Bogotá. ¿Qué tan preparadas están estas poblaciones? ¿Qué aprendizajes y capacidades se deben trasladar y habilitar en ellas?
Si bien epidemiológicamente el foco son las grandes poblaciones, donde su densidad es mayor, en municipios medianos o pequeños se puede tornar crítico dado que sus capacidades suelen ser menores. Dentro de las tantas tareas que se deben desarrollar, me enfocaré en algunas de las que considero prioritarias y de más rápida implementación, a través de 4 grupos: educación, PRASS, salud e información.
Educación: alejados del pánico y miedo que ha regido muchas de las acciones desafortunadas que guiaron decisiones, con disputas y culpas entre diferentes autoridades, será clave acompañar la responsabilidad del individuo, con las medidas ampliamente difundidas de las 3C (evitar lugares Cerrados, Concurridos, contacto Cercano) además de autocuidado, tapabocas, lavado de manos, limpieza de superficies. Sin culpar o señalar, personas o sitios, que por ejemplo incluyeron innecesarios cierres de lugares, algunos esenciales como las plazas de mercado, como si el lugar fuera reservorio o vector y no las personas contagiadas. Eliminar mitos como “en el hospital se contagia más” o “que allá lo quieren matar”, será otra importante labor.
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Pruebas: sin precisar aquí el número de pruebas necesarias, su utilidad o hasta cuándo elevar su capacidad, estoy convencido de que se debe utilizar la máxima capacidad disponible o ampliarla si es posible. Es preferible gastar tiempo y dinero en pruebas y no en atención de enfermos. No obstante, creo que ahora el reto general más importante no es incrementar su número, sino reducir el tiempo de notificación.
Llevado a los territorios, se hace necesario desplazar la capacidad de muestreo y análisis a regiones que tienen mayor dificultad de acceso, menor capacidad y pocos laboratorios o personal para toma o procesamiento de muestras. No se trata de hacer proliferar las “empresas” tomadoras de muestras, de las que con razón se ha quejado el INS, que hacen tomas sin perfil claro o tener laboratorio definido. Se debe ajustar el protocolo, pero en particular indicar en cuales puntos y grupos de individuos, hacer búsqueda activa, acorde al perfil epidemiológico del momento.
Rastreo: esta labor, aunque claramente recomendada por todos los expertos, es de pobre implementación en Colombia y a la fecha a duras penas alcanza el 5%, a pesar que mostró su utilidad y funcionó al menos temporalmente en Antioquia o Leticia. Si bien creo la tecnología celular debería implementarse, seleccionar y entrenar al equipo de rastreadores para cada municipio ya debería ser tarea concluida, así su labor sea con métodos convencionales. Poblaciones pequeñas tendrán mayor facilidad de identificación de contactos y eso les favorece.
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Aislamiento selectivo: esa es parte de las labores educativas y de responsabilidad que se deben enfatizar. Ante la confirmación o sospecha, debe educarse a las personas para hacerles entender que lo mejor para él, su familia y su comunidad, es aislarse e informar a las autoridades locales para su oportuno seguimiento. Claro que vecinos, familiares y autoridades deben asistirlo, para evitar que salga y hacer más llevadero su confinamiento.
Salud: este es tal vez el reto más grande y tiene varias aristas que no se alcanzan a cubrir en esta nota. Una prioritaria es evitar la proliferación de soluciones mágicas que abundan y pueden hacer que un paciente no sea debidamente tratado. Así mismo estandarizar protocolos en el personal de salud, en la evolución y atención de los pacientes.
No se van a poder instalar hospitales nivel III en cada municipio, pero la capacidad del sistema de salud de cada territorio debe ser pública y estar monitoreada por alcaldes, gobernadores y Gobierno Central, con niveles de alerta definidos y en particular reglas, para un plan de remisiones de cada clínica u hospital del territorio y eventualmente desde y hacia territorios vecinos.
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Definir la red de “hub” donde se ubicarán ambulancias, personal médico y paramédico que podría desplazarse acorde a la disposición hospitalaria y necesidad de cada zona. Cada secretario de salud y alcalde debe ser participe y estar claramente informado del plan y dónde dirigir los pacientes, acorde a su zona y capacidad disponible.
El personal de salud requerido, unos de los grandes héroes de esta batalla, debe estar debida y precisamente censado e informado de los niveles de alerta. Revisar la estructura de los diferentes equipos, sus turnos y potenciales traslados, que podrían requerirse con incrementos de pacientes. Brindarles facilidades y alivios para soportar su labor, que pueden incluir transporte especializado, hospedaje, prioridad de atención en servicios entre otras ayudas.
Información: se debe dotar de herramientas de información a los gobernantes que les permita con igual rapidez, confianza y robustez analítica que las grandes ciudades saber cómo es la evolución y epidemiología de su municipio. Las luminarias de análisis y medidas siempre enfocan a las principales ciudades, a veces aunadas por las histriónicas declaraciones de sus gobernantes, pero a los habitantes en Quibdó o Tolú, poco le sirven.
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Las medidas generales de las grandes ciudades no identifican el perfil de cada población, ni su estado de la pandemia. La afectación cambia en el tiempo y no porque en Bogotá o Barranquilla se adelanten pilotos o cierres, se deben tomar similares medidas en todos los municipios al mismo tiempo.
La pandemia tiene un comportamiento territorial que es necesario atender y resolver de manera individual y diferente en cada región / departamento / municipio y acorde a su momento epidemiológico. El cierre simultáneo de todo el país, no logró la contención deseada y la evidencia indica que no es adecuada una apertura generalizada en simultánea.