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El disidente

Sócrates Herrera, de Univalle, está en busca de una vacuna efectiva contra la malaria.

6 de mayo de 2002

Cuando Socrates Herrera, siendo muy niño, correteaba las vacas que su padre tenía en El Líbano, Tolima, donde nació, estaba lejos de saber que sería científico. Hoy, a los 48 años, está dirigiendo el Centro Internacional para Prueba de Vacunas y Medicamentos contra la Malaria que financia la Organización Mundial de la Salud, (OMS), y el Centro de Investigación en Medicina Tropical, respaldado por el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos. Comenzó su brillante carrera a principios de los 70, cuando su papá, temiendo que se dedicara a la música, lo mandó a terminar el bachillerato a Manizales. Un año después entró a medicina a la Universidad de Caldas. Escogió esta carrera como reacción al dolor de ver a un hermano morir de leucemia. Una vez graduado hizo su año de internado en Villavicencio, donde conoció de cerca las enfermedades tropicales y se dio cuenta de la importancia de convertirse en investigador. En su año rural trabajó con Manuel Elkin Patarroyo en el hospital de La Hortúa en Bogotá. Luego obtuvo una beca de la OMS para estudiar inmunología de enfermedades infecciosas en Lausana, Suiza. Mostró los méritos suficientes para ingresar al Centro de Entrenamiento e Investigación en Inmunología, donde estuvo tres años. Mientras estudiaba se casó con la bacterióloga Myriam Arévalo. En 1985 regresó al país para diseñar y dirigir un programa de investigación de la Universidad del Valle, financiado por la OMS. Durante los últimos 17 años Herrera, con el grupo de investigadores que lo acompañan, ha logrado desarrollar una infraestructura completa de laboratorios con tecnología de punta, una estación de campo en Buenaventura y un convenio de cooperación con la Clínica Valle del Lili para las pruebas clínicas de la vacuna contra la malaria. Hoy en día ya están haciendo las primeras pruebas en seres humanos. Ha publicado sus hallazgos en revistas científicas de primer nivel en el mundo. La OMS premió este esfuerzo reconociendo al Instituto de Inmunología de la Univalle entre los mejores del mundo y le dio recursos para que continúe su búsqueda de la vacuna y para nuevas investigaciones. Cuando el Centro de Control para las Enfermedades de Estados Unidos quiso que se verificara la eficacia de la vacuna antimalaria presentada por Patarroyo a la comunidad internacional, el Ministerio de Salud escogió al equipo de Herrera. Este hizo las pruebas y el resultado no despejó las dudas sobre su eficacia. El equipo de Herrera ha sido financiado sobre todo por fondos internacionales, que le han dado estabilidad al equipo para seguir trabajando en el largo plazo. De todos modos les faltan recursos para avanzar con mayor velocidad en sus experimentos. Es una carrera contra una realidad dramática: tres muertos cada minuto en el mundo por la malaria. Pero van avanzando. Gozan del reconocimiento y del respaldo de la comunidad científica internacional. Y eso es ya es un logro digno de mérito que augura un buen futuro.